Una Cuba en blanco y negro, de regusto amargo y presente incierto, abrió sus fronteras para el público brasileño de la mano de La obra del siglo, un filme sobre lo acaecido después del más ambicioso proyecto energético de la isla: la primera central nuclear.
Un drama alrededor de tres generaciones de hombres que luchan por sobrevivir en la ciudad fantasma de Juraguá –en la provincia de Cienfuegos–, antes destinada a la grandeza, pero que el tiempo y la caída del bloque soviético condenaron al olvido.
"Ahora verán una Cuba que nunca habían visto", advirtió antes de la proyección en el 25 Cine Ceará-Festival Iberoamericano su director de fotografía, Marcos Attila.
Y es que, a diferencia de la cinematografía que suele calar más allá del Caribe, el largometraje del cubano Carlos Machado Quintela sale de La Habana y deja las melodías tropicales y los colores estridentes para sumergirse en un presente que vive del pasado.
Un pretérito que comienza a principios de los años 80 con la promesa de un nuevo "Dorado" y que hoy no es más que el recuerdo de lo que podía haber sido y no fue. Pues, como coincidieron varios espectadores cubanos: "la 'electronuclear' no necesitó explotar, como ocurrió en Chernóbil, para destruir una ciudad".
Sin embargo, "la película no está apuntando a un fallo, sino más bien a que hay personas y realidades allí, una vida que sigue adelante", dijo hoy Attila durante un debate sobre el filme. En su opinión, es un reflejo del carácter nacional: "en Cuba, pase lo que pase, seguimos adelante". Otro reflejo de ello, según el fotógrafo, está en las escenas de humor que parten del absurdo pues "los cubanos hacen chiste en cualquier cosa, porque ¿qué más podemos criticar?...".
La obra del siglo es una coproducción con Argentina, Alemania y Suiza, aunque, como destacó el cineasta, el filme es "bien cubano".
Junto a la ficción, que en ocasiones roza las líneas que la separan del documental, la película inserta imágenes de archivo sobre un pretérito reciente, rebosante de la energía y optimismo que embriagaban el proyecto nuclear.
Pero no sólo es el archivo el que juega con el montaje. La propia televisión que ven los tres protagonistas está cargada de simbolismo, como la retransmisión de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que contrasta con el nítido vídeo de una disputa de boxeo descargado de Youtube. "El mundo ve en color mientras nosotros vemos en granitos", exclamó Attila al respecto.
Con una programación de marcado acento hispano y un cuarto de siglo a las espaldas, el Cine Ceará-Festival Iberoamericano mostrará en la brasileña ciudad de Fortaleza, un total de 60 filmes hasta el próximo 24 de junio.