Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Propietario es quien tiene el derecho de poseer algo y poder disponer de ello dentro de los límites que establece la ley, especialmente bienes inmuebles. Quien es propietario es dueño, lo que implica tener dominio o señorío sobre alguien o algo y poder disponer de ello a su antojo.
Elia Rosa Díaz Cortina por mucho tiempo creyó que esa interpretación conceptual era cierta, sin embargo, tras adquirir legalmente un pequeño terreno que le vendiera la Oficina de Vivienda Municipal cambio de parecer. Un litigio legal que sostiene desde hace varios años con una vecina le hizo comprender seis años después de haber adquirido la parcela de tierra, que aquí la ley es peculiar, no se rige por conceptos universales, más bien se amolda a las necesidades interpretativas de los tribunales que tienen su propia tabla de medidas con la que establecen que está bien y que está mal.
Después de todo ese tiempo habitando el terruño, Díaz descubrió que en su terreno se asienta un Pozo Séptico, o lo que es lo mismo, una fosa contenedora de aguas albañales. Lo supo una mañana cuando la fetidez y la humedad a consecuencia del desborde invadieron sus predios. De inmediato comenzó una carrera contra el absurdo legal que impera en nuestro país. Creyéndose con todas las de ganar por su condición de propietaria interpuso ante los tribunales una demanda civil contra los habitantes del vi planta colindante al que pertenece la fosa, un medio básico de Salud Pública, ubicado en calle 12 N.E. # 8103 e/t 81 y 83 en el barrio Tulipán. El reclamo exigía se trasladase la fosa desde su patio a terreno de un edificio conocido en Cuba como “vi planta”.
Extrañamente el dictamen del tribunal le fue desfavorable. Lo más que logró fue una ordenanza que obliga a los usufructuarios del ‘vi planta’ a remodelar el hoyo.
“Si el hueco está en mi patio, yo soy la propietaria y lo quiero fuera de mis dominios porque no se me concede el derecho”. Expresó Díaz. Según su esposo Ricardo Pérez Santiago otros factores han tenido que ver con el dictamen. Él considera que existen vínculos afectivos entre la jefa de los tribunales y una de las demandadas.
El caso de esta familia no constituiría tema de interés periodístico a no ser por un aspecto significativo. Lo que acontece con ellos es reflejo de la falta de institucionalidad que padece Cuba, la pérdida de derechos del ciudadano, la indefensión que debe soportar el individuo ante el peso omnímodo del Estado y sobre todo, el pobre valor que los encargados de impartir justicia dan a conceptos tan viejos y globales como el de Propiedad.
Como propietarios al matrimonio Díaz-Pérez le asiste todo el derecho de pedir y que se conceda la extracción de la fosa. Ellos pagaron el terreno, lo hicieron de forma legal, por qué desoír pues sus reclamos. Tan angustiado ha quedado el matrimonio por la arbitrariedad jurídica que cada vez que me refiero a su condición de titulares irritados me responden: “¿Dueños de qué?”
Publicado en el blog El Elefante Insumiso el 12 de septiembre de 2013.
Elia Rosa Díaz Cortina por mucho tiempo creyó que esa interpretación conceptual era cierta, sin embargo, tras adquirir legalmente un pequeño terreno que le vendiera la Oficina de Vivienda Municipal cambio de parecer. Un litigio legal que sostiene desde hace varios años con una vecina le hizo comprender seis años después de haber adquirido la parcela de tierra, que aquí la ley es peculiar, no se rige por conceptos universales, más bien se amolda a las necesidades interpretativas de los tribunales que tienen su propia tabla de medidas con la que establecen que está bien y que está mal.
Después de todo ese tiempo habitando el terruño, Díaz descubrió que en su terreno se asienta un Pozo Séptico, o lo que es lo mismo, una fosa contenedora de aguas albañales. Lo supo una mañana cuando la fetidez y la humedad a consecuencia del desborde invadieron sus predios. De inmediato comenzó una carrera contra el absurdo legal que impera en nuestro país. Creyéndose con todas las de ganar por su condición de propietaria interpuso ante los tribunales una demanda civil contra los habitantes del vi planta colindante al que pertenece la fosa, un medio básico de Salud Pública, ubicado en calle 12 N.E. # 8103 e/t 81 y 83 en el barrio Tulipán. El reclamo exigía se trasladase la fosa desde su patio a terreno de un edificio conocido en Cuba como “vi planta”.
Extrañamente el dictamen del tribunal le fue desfavorable. Lo más que logró fue una ordenanza que obliga a los usufructuarios del ‘vi planta’ a remodelar el hoyo.
“Si el hueco está en mi patio, yo soy la propietaria y lo quiero fuera de mis dominios porque no se me concede el derecho”. Expresó Díaz. Según su esposo Ricardo Pérez Santiago otros factores han tenido que ver con el dictamen. Él considera que existen vínculos afectivos entre la jefa de los tribunales y una de las demandadas.
El caso de esta familia no constituiría tema de interés periodístico a no ser por un aspecto significativo. Lo que acontece con ellos es reflejo de la falta de institucionalidad que padece Cuba, la pérdida de derechos del ciudadano, la indefensión que debe soportar el individuo ante el peso omnímodo del Estado y sobre todo, el pobre valor que los encargados de impartir justicia dan a conceptos tan viejos y globales como el de Propiedad.
Como propietarios al matrimonio Díaz-Pérez le asiste todo el derecho de pedir y que se conceda la extracción de la fosa. Ellos pagaron el terreno, lo hicieron de forma legal, por qué desoír pues sus reclamos. Tan angustiado ha quedado el matrimonio por la arbitrariedad jurídica que cada vez que me refiero a su condición de titulares irritados me responden: “¿Dueños de qué?”
Publicado en el blog El Elefante Insumiso el 12 de septiembre de 2013.