La marihuana relaja, la cocaína alborota y el consumo de anfetaminas atiza la concentración; pero de todas las drogas, querer negociar con Cuba es un suceso que provoca enajenación.
El efecto quedó evidenciado cuando hace unos días, un grupo de comerciantes estadounidenses expresó disposición de hacer negocios con la sociedad civil cubana.
Sin dudas, el fenómeno Cuba es un estimulante magnético y la muestra es que ellos, los negociantes, y sus abogados, aún cuando se autocalifican como especialistas en temas cubanos, desconocen que en la mayor de Las Antillas un empresario extranjero sólo puede comerciar con las empresas estatales que, dicho sea de paso, son las únicas que tienen licencia de importación.
Para hacer negocios en Cuba, primero deben tener muy claro que la actividad mercantil en la isla responde únicamente a la decisión política del Gobierno, y al presupuesto del Estado, que en tal orden, el primero decide qué empresario hace negocios; y el segundo determina a cuál empresa se le paga.
La estructura comercial cubana está jerarquizada y, hasta cierto punto, disciplinada; pero el sistema es corrupto. Por ello, hay empresarios que ganan más dinero en Cuba que en ningún otro lugar del mundo. Pero no haciendo negocios sino comprando papel.
Me explico: La Carta de Crédito confirmada es una herramienta bancaria que se rige de acuerdo a normas internacionales, donde el ordenante es quien compra la mercadería e indica al banco, previa confirmación de los fondos, que realice el pago de acuerdo a ciertas cláusulas; y la entidad bancaria que la avala asume las obligaciones a partir de recibir cierta documentación como la factura de compra, certificados aduaneros, etc.
Después del corralito financiero a que fueron sometidas en el año 2009, ninguna de las empresas radicadas en el país acepta pagos en CUC. Desde entonces, y por resolución política, se paga únicamente con Carta de Crédito confirmada por bancos de primera línea (Royal Bank, Republik Bank, etc.) a ciertas y determinadas compañías extranjeras. A las demás se les paga con Cartas de Crédito sin confirmar, pagaderas de 120 a 360 días y respaldadas por el Banco Central de Cuba, por el Banco Financiero Internacional cubano o por bancos offshores ubicados en paraísos fiscales.
Negociar con los bancos cubanos es obra del nunca acabar. El negocio de quienes deciden correr riesgo y ganar más del 50% es comprar esta suerte de deuda estampada en papel y apoyada, repito, por bancos offshores ubicados en paraísos fiscales.
Ningún banco del mundo paga más de un pequeño porcentaje de interés anual. Comprar Cartas de Crédito en Cuba es un negocio lucrativo. El peligro es que, como el documento es "sin confirmar", al vencer el tiempo requerido (los 120 o 360 días) el banco cubano no paga porque o bien no ha recibido la orden gubernamental o porque el presupuesto estatal carece de fluidez financiera. En tal caso, se renegocia el documento y todo es cuestión de esperar, o mejor dicho, de esperar a tener contacto con un político importante y/o con un funcionario bancario que, después de recibir el 5% de la transacción, como soborno, autorice el pago final del monto total adeudado.
Hacer negocios con Cuba es toda una proeza y una verdadera aventura; y, si me lo permite, le sugiero que antes de comenzar, se informe.