En un admirable arranque de ratificación de las más puras tradiciones de soberanía, del infinito compromiso de respeto a los Derechos Humanos y apoyo al pueblo cubano, el pasado 3 de junio, cumpleaños de Raúl Castro, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó prohibir exportaciones a militares cubanos.
Doy por sentado, sin la menor reticencia, que el General lo tomó como excelente regalo. Esta medida no afectará ni un centavo a la clase dirigente; sólo destrozará, aún más, la agonizante economía de los cubanos que no cuentan con recursos suficientes para llegar a fin de mes. Ya lo decía mi abuela: "Lo justo, no es solo lo que conviene a quienes dictan la sentencia".
Apoyándome en recuerdos grabados a fuerza y en la autoridad que me otorga la experiencia de haber vivido en el monstruo y conocerle, puedo asegurar que, en cuanto a efectividad, esta recién aprobada disposición, ni de soslayo, dará en una corchea del pentagrama de poder cubano.
Dejar de exportar productos americanos a instituciones dirigidas por militares cubanos implica no venderle a Cuba. Y si la idea es no exportar para aumentar el descontento y provocar el esperado conflicto social; estamos más equivocados que una piraña en alta mar.
La CIA, los congresistas, los tanques pensantes, analistas, estudiosos y asesores, deberían aterrizar y comprender de una vez que el paralelismo civil-militar con tentáculos bancarios y comerciales en varias latitudes del mundo, que por años protagonizaron los bandos de Fidel y de Raúl, ha dejado de existir.
Desde el año 2009, cuando el GAE (Grupo de Administración Empresarial, S.A.) se apoderó de CIMEX (Cuba Import-Export, S.A.), le impuso como presidente al coronel Héctor Oroza Busutil y dispuso que la Central de Compras e Importaciones Nacionales quedara bajo las órdenes de Tecnoimport, (que no es una empresa fantasma, sus oficinas centrales están en el Edificio La Marina, Ave. del Puerto, No. 102, entre Justiz y Obrapía, Habana Vieja), conquistó, entre otras cosas, el último reducto "civil" despojándolo de las Tiendas Panamericanas, los Servi-Cupet (servicentros), las cafeterías El Rápido, los Videocentros y las tiendas fotográficas Photoservice, los Centros Comerciales, la naviera, ZELCOM (que incluye zona franca, los parques industriales y el servicios de almacenes in bond), el Grupo Internacional de Turoperadores y Agencias de Viajes Havanatur, el servicio de Rent a Car y taxis, Coral Negro (joyerías), Contex (el diseño y producción de uniformes y colecciones de moda), Acuñaciones de Moneda, la agencia aduanal, Imágenes (publicitaria y productora de videos), ECUSE (reparación y mantenimiento de equipos automotores y construcción de inmuebles), la Inmobiliaria, el Centro de Tarjetas de Crédito y servicios financieros, el BFI (Banco Financiero Internacional), Cubapacks (mensajería, paquetería y venta por catálogo), Abdala (estudios de grabación, sello discográfico y editora musical) y la división que maneja todas las marcas y patentes.
Lo mismo sucedió en Habaguanex, en el sistema de cuentapropistas y en todos los ministerios e instituciones; ya sean gubernamentales o no. A todos les han enjaretado coroneles y generales travestidos de CEO con ropaje de Anderson & Sheppard.
Sólo hay que mirar para ver que la estructura social, económica, financiera, empresarial e institucional de hoy, se encuentra bajo el control de militares y/o familiares de dirigentes legendarios de la revolución cubana que paradójicamente fingen posiciones ideológicas, pero la realidad es que están más comprometidos con su generación y anhelos propios que con la lealtad a Raúl.
Sin dudas, con esta medida harán trinchera común y les ayudará a reorganizar una tropa que ya estaba dividida y con serios conflictos internos. Estoy seguro de que existen otras maneras, incluso mejores de hacer implosionar, desde adentro, a esa clase dirigente sin tener que afectar al pueblo.