Una vez más salta a los primeros planos informativos el caso del escritor cubano preso Ángel Santiesteban Prats. Después que sus familiares denunciaron su reciente desaparición del centro penitenciario en el que se encontraba, ahora se ha comunicado que está en una estación de policía, acusado de un supuesto intento de fuga.
En un artículo que publicó CubaNet meses atrás, me referí al arbitrario y brutal castigo judicial impuesto a ese intelectual, así como al argumentado escrito de revisión presentado en su nombre. En este documento se pone de manifiesto la injusticia sufrida por él: en resumidas cuentas, fue sancionado en base a los dichos de la que fuera su pareja (convertida después en su enemiga manifiesta).
Ella, tras formularle otras muchas acusaciones que las mismas autoridades desestimaron por infundadas (y alguna de las cuales trató incluso de calzar con testigos falsos que fueron desenmascarados), le imputó haberla agredido en su apartamento. No hubo siquiera un vecino que diera fe, no ya del enfrentamiento entre ambos ex esposos, sino al menos de la presencia de Ángel en el barrio esa tarde.
Por el contrario, los tres ciudadanos que estaban con él a la misma hora de los supuestos hechos (y que —por ende— justificaron plenamente su coartada), fueron desestimados de modo arbitrario por el Tribunal, que para ello se basó en el dicho del menor hijo de la pareja. Eso entre otras muchas barbaridades cometidas en contra del laureado literato.
Como ya he señalado, Santiesteban se esfumó en días recientes del centro penitenciario en el que se encontraba. Esto, como es natural, provocó las justificadas denuncias de desaparición formuladas por sus seres queridos. Por esas mismas fechas, el hijo del escritor (ahora ya un joven) denunció a su progenitora y a la policía política por haberlo manipulado para inculpar falsamente a su padre. De ese modo se derrumba uno de los pocos argumentos esgrimidos para apuntalar la injusta sanción.
La actual acusación contra Ángel por un presunto intento de evasión, despierta fundadas dudas. Es menester —ante todo— conocer los descargos que formule el mismo acusado. Como señala la Editora de su blog, no resulta conveniente “sumarnos a ninguna de las versiones, rumores y especulaciones que circulan”, sino “esperar a tener noticias directas”.
Por ende, y como carecemos de esos elementos de juicio, no podemos afirmar en este momento si la nueva imputación que se le hace es cierta o falsa. Lo que sí puedo asegurar una vez más desde este mismo instante es que la pena —¡nada menos que de cinco años!— que se le impuso en un inicio, es el fruto de una vulgar patraña.
En su caso, no sería justo hablar de un juicio de opereta. Esto constituiría una infamia contra compositores serios, como los autores de La viuda alegre o South Pacific, por sólo mencionar dos joyas del género. El fiscal que lo acusó y los jueces que lo sancionaron podrían ser comparados con los saineteros de los “espectáculos frívolos, cómicos y picarescos” que se presentaban en el antiguo teatro Shanghái, arrasado después por el régimen castrista, pese a las protestas de eterna fraternidad cubano-china.
Las rarísimas “casualidades” que se han producido en el caso de Santiesteban sólo pueden despertar serias dudas. La presunta “violencia doméstica” por la que se le juzgó —¡más de tres años y cuatro meses después de los supuestos hechos!—, coincidió, de manera muy extraña, con la iniciación de su blog —Los hijos que nadie quiso—, en el que el literato critica de manera acerba al régimen totalitario castrista.
El actual traslado secreto del preso hacia una estación de policía, y la nueva imputación que al parecer se le hace, coinciden una vez más —y de modo también raro y harto sospechoso— con la denuncia de su hijo —un niño, en la época del juicio, pero ahora un adolescente— contra la mendaz denunciante y contra la Seguridad del Estado.
Estas señales de alerta resultan más que suficientes para que todos los hombres y mujeres de buena voluntad —y de modo especial sus colegas intelectuales— nos mantengamos al tanto de cualquier nueva patraña que pretenda urdirse contra Ángel Santiesteban Prats.
Este artículo fue publicado originalmente en Cubanet el lunes 4 de Agosto de 2014.