Arnaldo Ochoa era el General de División de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) con más condecoraciones militares. Uno de los primeros a los que Fidel Castro proclamó Héroe de la República de Cuba y jefe de los militares cubanos en las aventuras expansionistas de América Latina, África y Medio Oriente. Nicaragua, Siria, Venezuela, Etiopia y Angola fueron algunos de sus pasajes guerreristas.
Era Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y, tras el regreso de Angola con el acuerdo de paz entre Pretoria y Luanda iba a ser nombrado Jefe del Ejército Occidental. Fue fusilado en las primeras horas del amanecer del 13 de julio de 1989 y su nombre sacado de los libros de Historia de Cuba.
El 12 de junio fue arrestado y, como expresó un editorial del diario oficial Granma, "sometido a investigación por graves hechos de corrupción y manejo deshonesto de recursos económicos". Esa acusación pasó en pocos días a ser "operaciones de tráfico de drogas".
Un Tribunal de Honor Militar, compuesto por todos los generales y almirantes de las FAR, le juzgó y Ochoa aceptó sus culpas, quitó responsabilidades a Fidel y a Raúl Castro y negó motivaciones políticas en sus actos.
El tribunal le quitó los grados, las condecoraciones y lo envió al Tribunal Supremo, Sala de lo Militar, acusado de "alta traición a la patria y la Revolución".
En el Tribunal Supremo, que comenzó a sesionar el 30 de junio de 1989, lo presidió el general de brigada Juan Escalona Reguera, a la sazón fiscal general de la República, quien pidió la pena capital. El Consejo de Estado de Cuba, en sesión extraordinaria el 9 de julio, presidido por Fidel Castro, analizó la pena antes de cumplirla y los 29 miembros de ese organismo apoyaron la condena.
Junto con Ochoa fueron fusilados el coronel del Ministerio del Interior Antonio de la Guardia; el capitán Jorge Martínez, de las FAR; y el mayor Amado Padrón, del MININT.
Las acusaciones de nexos con los carteles colombianos, los lancheros contrabandistas de Estados Unidos que iban a Cuba, los negocios con marfiles en Angola, y muchas otras actividades comerciales achacadas al grupo de militares ha quedado como otra incógnita en la Historia cubana.