“Lo que usted pesque tiene que entregárselo al Estado, pero al precio de ellos. El pargo lo compran a cuatro pesos, la mojarra a tres, el ronco a dos, pero al precio de ellos. Después el pargo lo revenden a ocho, y así, al precio que entiendan”, quien así habla es un pescador curtido por el sol y las horas de mar, se llama Rafael Martínez Leyva y es oriundo de Antilla, un municipio recostado a la Bahía de Nipe, en Holguín.
Para Martínez Leyva las medidas de la sección de Capitanía son abusivas porque a los pescadores submarinos "no los dejan pescar, ni a los que tienen su carné ni a los otros. Al que cojan pescando los multan y decomisan los equipos, además de multas que empiezan en mil pesos cubanos y pueden ir hasta cinco mil”.
Una de las mayores dificultades que tienen los hombres de mar, según sus propios testimonios, son las ventajas que priman sobre las cooperativas pesqueras estatales frente a los pescadores privados. “El estado prohíbe la pesca con red de arrastre, como el chinchorro, pero lo hacen, entonces los pescadores dicen “¿pero me lo prohíbes y tú lo haces?”, y por otra parte cierran la base de pesca hasta que les da la gana”, afirma Leyva.
“A mi no me dan una licencia para pescar, no me dejan ni montarme en un bote, pues una vez emigré, estuve tres meses en Nassau. Yo no puedo ni arrimarme a la Capitanía, soy defensor de los derechos humanos, yo no me puedo arrimar allí, enseguida se erizan. Todo esto es controlado por la Seguridad del Estado", dijo el activista de la Alianza Democrática Oriental (ADO).
En Nicaro, Bárbaro Tejeda Sánchez, es un pescador furtivo que ha visto a las embarcaciones de la industria pesquera llevarse las colonias de peces enteras. “Vienen del poblado de Guatemala a pescar, tienen grandes chinchorros de arrastre y pueden pescar lo que quieran, y los pescadores de aquí tenemos que conformarnos con lo que sea. Lo que quieren es pescar en la orilla para poder traficar el pescado y envían a los particulares mar afuera”, indicó.
Las regulaciones del Decreto-Ley 164, concerniente al Reglamento de Pesca, no contemplan ni horarios ni días de pesca en la semana, en cambio Tejeda Sánchez cuenta que con su licencia de pescador submarino sólo le permiten salir al mar los fines de semana, y si salimos con uno de los peces que ellos dicen que ‘enciguatan’ (tóxicos), nos multan, pero son multas de hasta 3 mil pesos, algo que no ocurre con los del Estado”.
“Hay pescadores que son testaferros del gobierno, el que no lo sea no puede tener esa embarcación pues tiene que pasar por un filtro, primero por la Seguridad del Estado y después por la Capitanía. Todos tienen que tener una conducta que les convenga a las autoridades”, concluyó Tejeda Sánchez.
Para Martínez Leyva las medidas de la sección de Capitanía son abusivas porque a los pescadores submarinos "no los dejan pescar, ni a los que tienen su carné ni a los otros. Al que cojan pescando los multan y decomisan los equipos, además de multas que empiezan en mil pesos cubanos y pueden ir hasta cinco mil”.
Una de las mayores dificultades que tienen los hombres de mar, según sus propios testimonios, son las ventajas que priman sobre las cooperativas pesqueras estatales frente a los pescadores privados. “El estado prohíbe la pesca con red de arrastre, como el chinchorro, pero lo hacen, entonces los pescadores dicen “¿pero me lo prohíbes y tú lo haces?”, y por otra parte cierran la base de pesca hasta que les da la gana”, afirma Leyva.
“A mi no me dan una licencia para pescar, no me dejan ni montarme en un bote, pues una vez emigré, estuve tres meses en Nassau. Yo no puedo ni arrimarme a la Capitanía, soy defensor de los derechos humanos, yo no me puedo arrimar allí, enseguida se erizan. Todo esto es controlado por la Seguridad del Estado", dijo el activista de la Alianza Democrática Oriental (ADO).
En Nicaro, Bárbaro Tejeda Sánchez, es un pescador furtivo que ha visto a las embarcaciones de la industria pesquera llevarse las colonias de peces enteras. “Vienen del poblado de Guatemala a pescar, tienen grandes chinchorros de arrastre y pueden pescar lo que quieran, y los pescadores de aquí tenemos que conformarnos con lo que sea. Lo que quieren es pescar en la orilla para poder traficar el pescado y envían a los particulares mar afuera”, indicó.
Las regulaciones del Decreto-Ley 164, concerniente al Reglamento de Pesca, no contemplan ni horarios ni días de pesca en la semana, en cambio Tejeda Sánchez cuenta que con su licencia de pescador submarino sólo le permiten salir al mar los fines de semana, y si salimos con uno de los peces que ellos dicen que ‘enciguatan’ (tóxicos), nos multan, pero son multas de hasta 3 mil pesos, algo que no ocurre con los del Estado”.
“Hay pescadores que son testaferros del gobierno, el que no lo sea no puede tener esa embarcación pues tiene que pasar por un filtro, primero por la Seguridad del Estado y después por la Capitanía. Todos tienen que tener una conducta que les convenga a las autoridades”, concluyó Tejeda Sánchez.