Lograr que las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) se conviertan en un sector de desarrollo estratégico es una vieja premisa para el gobierno cubano, pero la migración de sus profesionales hacia el sector no estatal constituye el principal enemigo para el programa de la informatización y la ciberseguridad nacional.
“Digamos que estructuralmente podemos tener el control de la data que circula por las diferentes radiobases para telefonía celular, las salas de navegación, los sitios wifi y los más de un millón de usuarios que tienen acceso a Internet a través de las cuentas Nauta. También se trabaja en conjunto con un grupo de abogados con el propósito de estructurar un marco legal regulatorio y normativo para la navegación, que contenga decretos y normas complementarias acordes a la cibernecesidad”, expresó a Martí Noticias un experto graduado de la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría (CUJAE).
En el 2015, el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba, Miguel Díaz-Canel, anunció la creación del Consejo de Informatización y Ciberseguridad, que quedaría subordinado a la máxima dirección del país y cumpliría la misión de coordinar y controlar políticas y estrategias integrales asociadas al mundo de las tecnologíasy de poner la ciberseguridad por delante de la informatización.
Varias instituciones permanecen asociadas a este Consejo, que tiene la misión de salvaguardar la integridad, independencia y soberanía tecnológica; así como robustecer la presencia y el impacto del sistema cubano en las redes sociales:
La Oficina de Seguridad de Redes Informáticas (OSRI) se subordina directamente al Ministerio de Informática y Comunicaciones.
“A ese grupo le tengo terror porque están muy bien preparados, y como perros de caza inspeccionan y encuentran hasta aquello que has borrado”, precisó la fuente, uno de los posibles elegidos para formar parte de la delegación cubana que participará en el 19º Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en la ciudad rusa de Sochi.
DATYS es otro grupo de programadores que pertenece al MININT, y se encarga de fabricar y vender software. Son los que hacen programas biométricos para reconocimiento por huella dactilar. Ellos fueron los que implementaron el sistema de identificación en Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, entre otros países.
SOFTEL es otra pequeña y estratégica comunidad vanguardia que ofrece soluciones informáticas de avanzada, explica el entrevistado. Tiene su cuartel general dentro de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI) y ahora mismo trabaja en GalenLab, un software para la implementación de historias clínicas digitales.
La fuente se refirió a dos sistemas creados por SOFTEL: Galen Lab “Banco de Sangre”, para crear bancos de sangre y registro de donantes; y Galen Lab “Medios de Diagnóstico”, con el proceso dentro de un laboratorio, que posibilitan el acceso a los exámenes de cada paciente del sistema médico cubano y de cualquiera de las misiones médicas de Cuba en el exterior.
Otro grupo de jóvenes dedicados a la ciberseguridad es SERTFOD. Pertenece a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y desde el pasado julio fue autorizado a brindar servicios fuera de las FAR. Ahora se encarga de reparar medios informáticos, además de instalar alarmas y cámaras de vigilancia en varias empresas civiles, incluso en firmas extranjeras. Este grupo es el encargado de manejar la tecnología y los medios que operan en condición de secretividad o carácter de compartimentación.
“La organización existe y funciona; el problema es que nuestros dirigentes pertenecen a un grupo etario que se resiste a formar parte de la era digital y tiene desatendido a los más de 25 mil profesionales expertos en el ramo”, agregó la fuente.
Con bajos salarios, pésimas condiciones laborales, cero en realización profesional, y la incapacidad de negociar patentes y la propiedad intelectual, es comprensible que estos especialistas, personal calificado y secretos bien guardados, emigren.