Cuando a finales de los años ochenta muchos cubanos fueron encarcelados por el llamado "Plan Maceta", Lourdes Rodríguez tenía solo 16 años de edad. Su madre, que era administradora de una tienda, fue a prisión junto a su hermano mayor, dependiente.
Entonces, según Rodríguez, le correspondió a ella el papel de hermana tutora de tres hermanos menores. Luego como si fueran pocos los problemas, la crisis del período especial, dañó aún más la situación familiar.
El contexto en el que se encontraba el país, unido a los pocos valores éticos- morales de sus ciudadanos, hizo que antes de que hubiese cumplido la mayoría de edad, Lourdes ya hubiese estado con más de una decena de extranjeros, a cambio de ropas, unos dólares y la promesa de sacarla del país.
"Luchar", como llaman las jineteras a su trabajo como prostitutas, se convirtió en su forma de vida hasta que fue enviada a prisión. Nunca logró salir del país y sus hermanos siguen contrabandeando con extranjeros.
La historia de Lourdes Rodríguez no es diferente a la de miles de mujeres cubanas que hoy se prostituyen en las calles habaneras. En las calles Prado, Neptuno, Monte, los Boulevares de Obispo y San Rafael, o en ciertos centros nocturnos, se les puede ver esperar a un "yuma" –como llaman a los extranjeros- que les compre ropa a la moda y perfumes, les invite a una cerveza, o simplemente que les pague el alquiler.
Ciertos lugares de La Habana son vistos como zonas de tolerancia. Pero puede que de vez en cuando sean detenidas y juzgadas, como para hacerles creer al mundo que en Cuba no hay mano floja con la prostitución.
No obstante, pese a que no existen estadísticas oficiales, se puede afirmar que mayormente el turismo que visita la isla es sexual.
Los delitos derivados del jineterismo como la pornografía, el proxenetismo, la trata de personas, el alquiler ilegal de viviendas para este tipo de actividad, el tráfico de drogas y la corrupción de menores, constituyen delitos perseguidos en todo el mundo.
En Cuba ejercer la prostitución está prohibido, pero no está tipificado como delito.
El Código Penal cubano declara en estado peligroso a las personas que ejerzan la prostitución, imponiéndoles medidas de seguridad predelictivas, que establecen sanciones de privación de libertad de un año como mínimo y de cuatro años como máximo.
Pese a la persecución, muchas jineteras tienen éxito y logran sus objetivos. Hoy son parte de esos millones de cubanos que viven fuera de la isla y mantienen a sus familiares y a los gobernantes con sus remesas. Miles, que aspiran a triunfar como ellas, se pasean con faldas muy cortas por las calles de La Habana.
Publicada en Primavera Digital el 9 de julio de 2013.
Entonces, según Rodríguez, le correspondió a ella el papel de hermana tutora de tres hermanos menores. Luego como si fueran pocos los problemas, la crisis del período especial, dañó aún más la situación familiar.
El contexto en el que se encontraba el país, unido a los pocos valores éticos- morales de sus ciudadanos, hizo que antes de que hubiese cumplido la mayoría de edad, Lourdes ya hubiese estado con más de una decena de extranjeros, a cambio de ropas, unos dólares y la promesa de sacarla del país.
"Luchar", como llaman las jineteras a su trabajo como prostitutas, se convirtió en su forma de vida hasta que fue enviada a prisión. Nunca logró salir del país y sus hermanos siguen contrabandeando con extranjeros.
La historia de Lourdes Rodríguez no es diferente a la de miles de mujeres cubanas que hoy se prostituyen en las calles habaneras. En las calles Prado, Neptuno, Monte, los Boulevares de Obispo y San Rafael, o en ciertos centros nocturnos, se les puede ver esperar a un "yuma" –como llaman a los extranjeros- que les compre ropa a la moda y perfumes, les invite a una cerveza, o simplemente que les pague el alquiler.
Ciertos lugares de La Habana son vistos como zonas de tolerancia. Pero puede que de vez en cuando sean detenidas y juzgadas, como para hacerles creer al mundo que en Cuba no hay mano floja con la prostitución.
No obstante, pese a que no existen estadísticas oficiales, se puede afirmar que mayormente el turismo que visita la isla es sexual.
Los delitos derivados del jineterismo como la pornografía, el proxenetismo, la trata de personas, el alquiler ilegal de viviendas para este tipo de actividad, el tráfico de drogas y la corrupción de menores, constituyen delitos perseguidos en todo el mundo.
En Cuba ejercer la prostitución está prohibido, pero no está tipificado como delito.
El Código Penal cubano declara en estado peligroso a las personas que ejerzan la prostitución, imponiéndoles medidas de seguridad predelictivas, que establecen sanciones de privación de libertad de un año como mínimo y de cuatro años como máximo.
Pese a la persecución, muchas jineteras tienen éxito y logran sus objetivos. Hoy son parte de esos millones de cubanos que viven fuera de la isla y mantienen a sus familiares y a los gobernantes con sus remesas. Miles, que aspiran a triunfar como ellas, se pasean con faldas muy cortas por las calles de La Habana.
Publicada en Primavera Digital el 9 de julio de 2013.