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Somos un Solo Pueblo


No hay nada nuevo en propiciar oportunidades a los grupos desfavorecidos en cualquier sociedad, situación que se hace más grave en Cuba puesto que los marginados lo están simple y llanamente por ejercer un derecho consagrado en a Declaración Universal de los DD HH.

Hace exactamente 7 años, una joven cubana familiar de un preso político recibió, a petición de la Fundación Nacional Cubano Americana, una beca de la Universidad Europea Jan Tischner, en Cracovia, Polonia, para cursar estudios de Relaciones Internacionales. Como en aquel entonces aún existía la onerosa tarjeta blanca (permiso de salida) que le impedía a los cubanos entrar y salir libremente del territorio nacional, un derecho consagrado en la Declaración Internacional de Derechos Humanos, esta joven nunca pudo hacer uso de la gran oportunidad que tan generosamente le brindó el tan prestigiosa casa de estudios, y finalmente terminó como muchos de su generación, emigrando a los Estados Unidos en busca de un futuro mejor.

El caso de esta joven, cuyo nombre se suma al de tantos y tantos jóvenes cubanos , es ilustrativo de una realidad que determina el carácter discriminatorio y represivo del régimen castrista, expresado en la consigna de “La Universidad es para los Revolucionarios”. Como estudiante de la Universidad de La Habana castigado por estas prácticas, a quien se negó la posibilidad de trabajar por “emitir comentarios críticos a la política del gobierno”, tal y como rezaba la resolución por la cual fuí sometido a una amonestación pública en la sala Talía de la Facultad de Economía en el año 1978, al salir de Cuba me dediqué precisamente a buscar oportunidades en otros países para gente que hubiera sufrido lo mismo o peor que yo, los que ni siquiera pudieron graduarse de su carrera por los mismos motivos.

Así fue como se obtuvo la beca en la Universidad Jan Tischner, el primer paso en lo que después sería estructurado como el programa Somos un Solo Pueblo, que trajo a 17 jóvenes cubanos a estudiar en el Miami Dade College. La razón fundamental seguía siendo la misma, la que siempre ha animado a la Fundación, en palabras de Jorge Mas Canosa, “unir lo que el régimen castrista separa”. En este caso, por medio de la educación.

Por este motivo me resulta sorprendente escuchar críticas al programa basadas en la falacia de que deberían escogerse a los estudiantes única y exclusivamente por su rendimiento académico, obviando la razón principal que desde su origen ha impulsado esta iniciativa. Nada sorprende que estos ataques vengan de personeros del castrismo en los medios de prensa, pero cuando estas desviaciones son repetidas por otras instituciones y medios no alineados con la dictadura, la situación comienza a tornarse preocupante.

Seamos francos, y a la vez, prácticos. En los Estados Unidos, y muchos otros lugares del mundo, existen programas de esta misma naturaleza, animados con los mismos propósitos, los cuales conceden becas a estudiantes no sólo por cuestión de raza, sino también por género, ser el primero de su familia en estudiar una carrera universitaria, o madre soltera. La Acción Afirmativa no está como muchos piensan, orientada solamente a los afroamericanos, sino a diferentes grupos étnicos, económicos o de cualquier otro tipo, en situación de desventaja social.

Así que no hay nada nuevo en propiciar oportunidades a los grupos desfavorecidos en cualquier sociedad, situación que se hace más grave en Cuba puesto que los marginados lo están simple y llanamente por ejercer un derecho consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal, referido a la libertad de expresión, el cual reza textualmente en una de sus partes: “nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones”. Por otra parte, el sistema escolar castrista brinda múltiples oportunidades a los estudiantes “revolucionarios” (o presuntos) de aplicar a becas no sólo a nivel nacional, sino también internacionalmente. Se les puede ver por todas partes, incluso en los Estados Unidos. Así que los estudiantes cubanos dentro de las Universidades castristas tienen la posibilidad de aplicar para becas donde quieran, cuando quieran, en virtud de su rendimiento académico.

Puesto que las universidades en Cuba son única y exclusivamente para los revolucionarios como parte del diseño represivo del raulismo o el fidelismo (da lo mismo Juana que su hermana), es nuestra obligación como promotores de los derechos humanos no sólo denunciar las violaciones, sino también procurar remedios contra ellas. El programa Somos un Solo Pueblo fue concebido para estos fines, y cualquier intento de cambiar su esencia se inscribe en los esfuerzos de la dictadura por desnaturalizarlo y plagarlo de los mismos prejuicios que precisamente originaron la necesidad de implementarlo. La primera prioridad debe ser siempre darle a los marginados, discriminados y separados del sistema escolar castrista la oportunidad que el régimen les niega.

Cualquier otro criterio sería faltar al espíritu de su génesis y peor aún, perpetuar la discriminación escolar en Cuba por motivos políticos. Lo que hacemos, además de crear oportunidades para los expulsados, marginados y desplazados del sistema escolar cubano, es hacer valer la Declaración Universal de Derechos Humanos. En este espacio nos encontramos y nos reconocemos como cubanos, y es ahí donde se hace una realidad concreta, y no una consigna política, la frase “Somos un Solo Pueblo”. Ese es el verdadero concepto de nación, por encima de las ideologías.

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