El mandatario cubano Raúl Castro envió a miles de oficiales de las Fuerzas Armadas (FAR) y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) a fumigar en las calles, como parte de la campaña contra el mosquito Aedes Aegypti, según explicó en un inusual artículo el periódico oficial Granma.
Castro afirma que no hay casos de Zika en la isla.
No obstante, en el texto del Granma, firmado por el mandatario, instó a los cubanos a asumir el tema como un "asunto personal" y explica:
"Como parte del plan de acción aprobado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias destinarán más de 9 mil efectivos, entre ellos oficiales permanentes y de la reserva, así como medios técnicos para reforzar las labores antivectoriales y de saneamiento, con el apoyo adicional de 200 oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria".
Castro reiteró que la isla está preparada para hacer frente a un eventual brote de Zika: "De manifestarse algún enfermo, existen todas las condiciones para brindarle una asistencia médica calificada".
En Granma, Castro afirma que "se vigilan y estudian todos los síndromes febriles inespecíficos para identificar tempranamente su presencia y se intensifica el control sanitario internacional".
Además, aludió a que el Zika ha sido relacionado con el incremento de casos de bebés nacidos con microcefalia, aunque no está demostrado que sea responsable del mal.
"Urge acometer un programa de saneamiento intensivo en los centros laborales, en las zonas residenciales y dentro de las propias viviendas, con la colaboración activa de los organismos, organizaciones de masas y la comunidad", escribió.
Fallas de la campaña contra el mosquito
La pasada semana, el ministro de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda, dijo a medios que no hay Zika, chikungunya, ni fiebre amarilla en Cuba, pero sí existe una alta infestación del mosquito transmisor.
En la isla hay una campaña todo el año que emplea a miles de trabajadores para fumigar en las casas y centros laborales.
Con frecuencia, las personas no dejan a los agentes fumigar en sus casas y hasta pagan para evitar que entren en sus domicilios. Y muchas veces, los empleados venden los productos y el combustible con el que funcionan los equipos de fumigación.