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Alicia Alonso: dictadura y arte de la mano


La fundadora y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, acompañada de Raúl Castro.
La fundadora y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, acompañada de Raúl Castro.

Nuevas revelaciones arrojan mayor luz sobre la estrecha amistad que durante décadas unió al tirano y la artista, ambos ya en la práctica retirados de la pompa y las luces de los escenarios.

Un artículo que publica este martes el diario español El Mundo hace un paralelo entre la mejor cineasta alemana durante el nazismo, Leni Riefenstahl, que “usó su talento para hacer propaganda de la maquinaria del terror” instaurada por Adolf Hitler, y la bailarina cubana Alicia Alonso, creadora del Ballet Nacional de Cuba (BNC) y entrañable admiradora de Fidel Castro.

El trabajo aborda los estrechos vínculos entre Alonso y el dictador y menciona la publicación de un libro recién salido de imprenta en Francia. “La bailarina y el comandante, la historia secreta del ballet de Cuba”, en la que la autora, Isis Wirth, afirma que "entre Alicia Alonso y Fidel Castro hubo un pacto, se entendieron perfectamente desde el triunfo de la revolución".
Portada de "La bailarina y el comandante, la historia secreta del ballet de Cuba”de Isis Wirth.
Portada de "La bailarina y el comandante, la historia secreta del ballet de Cuba”de Isis Wirth.

“Para Alonso era importante tener el apoyo del régimen y así poder cumplir sus aspiraciones musicales—dice el artículo--. Para Castro, el ballet era un perfecto instrumento de propaganda, un escaparate para cubrir sus políticas de una pátina de cultura y modernidad”.

A juicio de Wirth, quien durante una década trabajó para el BNC y hoy está exiliada en Suiza, Alonso convirtió la compañía de danza en una vitrina artística del régimen a cambio de apoyo financiero. "En todas las compañías de ballet hay una jerarquía con órdenes y estricta disciplina, pero en Cuba esto se ha llevado al extremo", dijo.

Sin dejar de reconocer los méritos profesionales de quien ha llegado a ser “un mito incontestable de la danza”, además de “la coreógrafa cubana más reconocida” y “madre de la escuela nacional de ballet” que se quedó parcialmente ciega con apenas 20 años, lo que no le impidió “llegar a lo más alto”, la autora del libro sostiene que Alonso es “una megalómana incurable”.

Wirth pone al descubierto en su testimonio que, como máxima figura del BNC, Alonso "aplicaba las reglas de un régimen totalitario y no permitía que nadie tuviera demasiado éxito. Si algún bailarín empieza a despuntar o a gustar mucho al público le arrincona, le niega los grandes papeles".

A pesar de que aprovechó su estrecha relación con Castro para proteger de la persecución del régimen a sus bailarines, sobre todo a los homosexuales, agrega, también "se valió de la dictadura para hacer realidad sus propios sueños y satisfacer sus ambiciones".

El artículo destaca que a los 93 años de edad, Alonso está ahora "casi ciega y tiene problemas de psicomotricidad", el BNC afronta apuros de financiación, desde hace décadas sus profesionales emprendieron el éxodo en busca de futuro, y “en los últimos meses siete de sus miembros han buscado asilo en México”.

“Según la periodista y autora del libro—destaca—, ya son 180 los huidos a lo largo de la Historia. Temen que el ballet no sobreviva a una Cuba sin Castro y que caiga si el régimen se desmorona”.
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