La novelista y poetisa cubana Wendy Guerra publica este jueves una nota en el diario español El Mundo titulada “Palabras contra el silencio” en la que afirma vivir en Cuba sin ser “tomada en cuenta” en un “in-xilio forzado” que espera que termine con la edición de sus libros.
Autora de cuatro libros de narrativa y un poemario editados en 14 lenguas, Guerra reseña en la nota una invitación que le hizo la también escritora cubana Marilyn Bobes a charlar abiertamente en público.
En sus reflexiones confiesa que de alguna manera nunca piensa en el miedo cuando se enfrenta a la literatura, porque para ella escribir es liberarse. “Tampoco temo a las consecuencias—dice--, ni las de un editor que ejerce la censura, ni las de un censor que te borra del mapa estando en él”.
La escritora alude al dolor de sentirse lejos de la patria “sin salir de ella”, y subraya que en su caso se siente “distanciada de lo que en su momento fuera un grupo de creadores imprescindibles como colectivo”.
Tras agradecer a embajadores de países como Francia, España y Noruega, que le dieron voz “en estos años de exilio editorial”, Guerra se pregunta por qué la televisión o la radio cubanas no se hacen eco de encuentros tan enriquecedores como al que ella fue invitada.
“Es hora de coexistir socialmente pienses como pienses—afirma--, de exigir ser parte esencial de un país que necesita voces diferentes para expresar su heterogéneo espíritu. Aceptar nuestras diferencias bajo el mismo cielo sin negar el valor de nuestra obra nos hará mejores”.
Autora de cuatro libros de narrativa y un poemario editados en 14 lenguas, Guerra reseña en la nota una invitación que le hizo la también escritora cubana Marilyn Bobes a charlar abiertamente en público.
En sus reflexiones confiesa que de alguna manera nunca piensa en el miedo cuando se enfrenta a la literatura, porque para ella escribir es liberarse. “Tampoco temo a las consecuencias—dice--, ni las de un editor que ejerce la censura, ni las de un censor que te borra del mapa estando en él”.
La escritora alude al dolor de sentirse lejos de la patria “sin salir de ella”, y subraya que en su caso se siente “distanciada de lo que en su momento fuera un grupo de creadores imprescindibles como colectivo”.
Tras agradecer a embajadores de países como Francia, España y Noruega, que le dieron voz “en estos años de exilio editorial”, Guerra se pregunta por qué la televisión o la radio cubanas no se hacen eco de encuentros tan enriquecedores como al que ella fue invitada.
“Es hora de coexistir socialmente pienses como pienses—afirma--, de exigir ser parte esencial de un país que necesita voces diferentes para expresar su heterogéneo espíritu. Aceptar nuestras diferencias bajo el mismo cielo sin negar el valor de nuestra obra nos hará mejores”.