Danilo:
He leído que vas a tomar medidas para que en la radio y la televisión cubanas, la música vulgar y machista no tenga cabida. Antes de darte mis criterios, quiero recordar que en el último lugar donde en Cuba trabajé fue en el ICRT. Allí laboré 14 años.
Cuando comencé, en julio de 1982, me pidieron que me hiciera cargo de la sección cultural de la Revista de la Mañana, que tu dirigías y en esa época con máxima teleaudiencia. Después, fui guionista de la Redacción de Países Amigos, donde tuve la suerte de trabajar con Manolo Rifat, famoso director de la televisión cubana, y de Conversando, en esa etapa conducida por la chilena Mirella Latorre, fallecida en 2010 y a quien dediqué un post en el blog Desde La Habana. También fui reportera cultural del NTV; colaboradora de Panorama, programa cultural dirigido por Roberto Ferguson y Leda Creagh, y formé parte del equipo de realizadores de Puntos de Vista, donde hice programas con bastante repercusión como El servicio militar, La pelota, Veneno sobre ruedas, Las telenovelas, Lo español en lo cubano y La creatividad, entre otros.
A principios de 1995 eras ya vicepresidente del ICRT cuando me citaste a tu oficina. Con retraso cumpliste un encargo de la Seguridad de Estado: 'halarme las orejas' porque en agosto de 1994 había acompañado al periodista español Santiago Córcoles, de ABC, al Instituto de Medicina Legal. Córcoles había viajado a La Habana a raíz del Maleconazo y la estampida migratoria y quería verificar si era cierto que en la morgue se encontraban cadáveres de cubanos que habían perecido cerca de las costas cubanas, mientras trataban de huir rumbo a la Florida en rudimentarias embarcaciones.
Un año más tarde, el 4 de abril de 1996, me volviste a citar a tu oficina. Esta vez para comunicarme que oficialmente me expulsaban del ICRT. El motivo no fue porque desde septiembre de 1995 me había hecho periodista independiente de Cuba Press, si no porque "hablaba por Radio Martí". Aunque nunca fui militante de la juventud ni del partido, aquel día estuvo presente Formoso, jefe del partido en el organismo, y Calixto, al frente del sindicato en los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, a donde siempre pertenecí. Los dos fueron convidados -o testigos- de piedra. Antes de salir de tu oficina me dijiste que como "la revolución era generosa", debido a mi edad (54 años en ese momento) y mi trayectoria laboral (comencé a trabajar en agosto de 1959), iba a recibir una jubilación. Todavía la estoy esperando.
Danilo, el problema de la vulgaridad y el machismo es mucho más profundo y complejo. Y con medidas cautelares y prohibiciones no se va a resolver. Por el contrario, se corre el riesgo que se agrande y empeore. En noviembre de 2011, a propósito de la polémica por el Chupi Chupi, en mi blog escribí Cuba: ¿ahora es que les preocupa la vulgaridad?. Mantengo aquellos planteamientos e insisto en algunos.
Cuando el comandante llegó en 1959 no acabó solo con la diversión: acabó también con la educación. Una vez lo dije y lo vuelvo a repetir: su primer gran error fue nombrar ministro de Educación a Armando Hart, un hombre que jamás fue educador. En ese momento en Cuba abundaban los pedagogos experimentados, inclusive comunistas, como Salvador García Agüero. Cuando por considerarlo 'burgués' el comandante prohibió el trato de Señor y Señora e implantó el 'compañero y compañera', le abrió las puertas a la falta de respeto, la descortesía y el relajo.
En la misma medida en que la educación se ideologizaba y respondía a los intereses del partido y la cúpula militar gobernante, empezó su declive y retroceso. Hoy, la otrora 'vitrina de la revolución' es un desastre, una vergüenza en una nación que tuvo grandes pedagogos y prestigiosas escuelas. Insisto en la educación, Danilo, porque lo es todo. Es la savia que nutre y hace crecer un país. Según sea su sistema educativo, así será el país. Es el caso de Suiza, donde vivo como refugiada política desde el 26 de noviembre de 2003. Pongo un ejemplo, el de mi nieta, nacida en La Habana en 1994.
Llegó con 9 años, ya cumplió los 18. Estudia bachillerato. Además del español, habla, escribe y canta en alemán, inglés y francés. No exagero si digo que ella sabe tanto como un universitario cubano y mucho más que cualquier maestro emergente.
Lo que duele, Danilo, es que hace apenas cien años, Suiza era una pequeña nación de campesinos, guerreros y mercenarios. Por cierto, hace cinco siglos, de los mercenarios salieron los primeros soldados con la responsabilidad de cuidar a los Papas en el Vaticano, hoy la reputada y vistosa Guardia Suiza Pontificia. Uno de los monumentos más conocidos de la Confederación Helvética es el Monumento al León, en Lucerna, el cantón donde vivo, cada año es visitado por más de 3 millones de turistas. La enorme escultura fue construida para conmemorar la muerte en 1712 de 700 mercenarios suizos durante la Revolución Francesa, mientras defendían el Palacio de las Tullerías en París.
En los siglos XIX y XX, Cuba era una isla desarrollada y cosmopolita. Tuvo ferrocarril primero que Suiza y las cubanas se emanciparon y tuvieron derecho al voto primero que las suizas. Pero en los últimos 50 años Cuba no solo se ha estancado, ha retrocedido. Dos ejemplos más: Suiza no tiene mar y construye barcos, no tiene petróleo y construye plataformas petroleras. Suiza es sinónimo de Calidad y Excelencia. Eso lo han logrado los suizos gracias a su desarrollo económico, sus avances tecnológicos y sus investigaciones científicas. Y todo ese desarrollo ha sido posible gracias a su sistema educativo, que es público y gratuito (a los colegios privados va una minoría, por lo regular extranjeros).
Pero en las escuelas suizas los programas escolares no responden a ningún partido ni ninguna ideología. La enseñanza es laica, libre y universal. Y, sobre todo, profesional y creativa. Es lo que falta en Cuba: libertad de expresión, profesionalidad y creatividad.
Urge crear instituciones que preparen a maestros de verdad, como las antiguas Escuelas Normales, con cursos de 4 y 5 años, con alumnos que tengan vocación para el magisterio y no por su militancia revolucionaria. Como eso demora, hay que hacer una revisión de los actuales educadores y los que no sirvan, sacarlos. Los que se queden, deben ganar no menos de mil pesos al mes y poder disfrutar de estancias en sitios turísticos a módicos precios, de modo que se sientan estimulados y la sociedad comience a valorarlos y respetarlos. Que vistan apropiadamente y se elimine el tuteo entre alumnos, padres y profesores. El trato de usted y las reglas de urbanidad tienen que empezar por las escuelas y extenderse a todos los sectores. Los periodistas y los medios deben desprenderse de formalismos, no permitir ninguna clase de censuras (ni autocensuras) y convertirse en parte activa y formadora de la sociedad.
Desgraciadamente, el irrespeto y la mediocridad se han ido imponiendo en todos los ámbitos de la vida nacional, empezando por los dirigentes y terminando por los cubanos de a pie. Pero qué se les puede pedir a miles de jóvenes que han tenido en la cárcel su escuela y nunca han vivido en una casa con un mínimo de condiciones, si no en hogares donde conviven tres y cuatro generaciones y la promiscuidad y la violencia doméstica es pan de cada día. Antes de 1959 en La Habana había unos pocos barrios marginales, como Las Yaguas y Llega y Pon. Hoy existen decenas, tal vez cientos, con chozas iguales o peores a las de las favelas brasileñas y las villamiserias argentinas.
Infinidad de habaneros y cubanos de otras provincias malviven en una capital llena de ruinas, suciedad y malos olores. Solo se ven limpios, agradables e iluminados los sitios destinados al turismo y a la recaudación de divisas. Pese al auge de los taxis privados, el transporte sigue siendo una asignatura suspensa, igual que la alimentación. Quienes no han sido capaces en 54 años de garantizarle a todos sus ciudadanos que cada día puedan desayunar, almorzar y comer como dios manda y, encima, no les han proporcionado viviendas dignas, maestros bien preparados y escuelas en buen estado, ahora no pueden pretender que de la noche a la mañana rechacen la cursilería y la chabacanería y tengan buen gusto. Que aprecien la buena música y la buena literatura, vean las mejores películas, asistan a museos y disfruten de las obras de arte.
Hasta mi salida de Cuba, hace nueve años, residí a media cuadra de la Plaza Roja de La Víbora y en carne propia sufrí los 'bailables populares', organizados por el municipio de cultura. Horribles, con una multitud que se iba calentando al ritmo de la salsa y timba, tomando ron peleón y pese al despliegue policial, solían terminar como la fiesta del guatao. Los vecinos, además, teníamos que soportar a mujeres y hombres orinándose en escaleras y pasillos, fajándose o fornicando. Durante décadas, esos bailables se han celebrado en toda la isla y han formado parte de las 'actividades culturales'.
Esas aguas han traídos estos lodos. Y cuando durante 54 años los que han dirigido el país han sido personas cheas e incultas en su mayoría, no se le puede pedir peras al olmo. Es muy triste y doloroso que esto ocurra en la patria de compositores y músicos como Eduardo Sánchez de Fuentes, Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, María Teresa Vera, Sindo Garay, Manuel Corona, Miguel Matamoros, Eusebio Delfín y Lino Frías, autor de Matasiguaraya, entre otros muchos.
El 'hombre nuevo', que supuestamente nació y creció con la revolución, en vez de haber rescatado y mantenido un legado altamente valorado en todo el mundo, lo que ha hecho es destruirlo y suplantarlo por pacotilla musical. Una verdadera ignominia.
Sinceramente,
Tania Quintero, periodista cubana
Lucerna, 15 de diciembre de 2012
He leído que vas a tomar medidas para que en la radio y la televisión cubanas, la música vulgar y machista no tenga cabida. Antes de darte mis criterios, quiero recordar que en el último lugar donde en Cuba trabajé fue en el ICRT. Allí laboré 14 años.
Cuando comencé, en julio de 1982, me pidieron que me hiciera cargo de la sección cultural de la Revista de la Mañana, que tu dirigías y en esa época con máxima teleaudiencia. Después, fui guionista de la Redacción de Países Amigos, donde tuve la suerte de trabajar con Manolo Rifat, famoso director de la televisión cubana, y de Conversando, en esa etapa conducida por la chilena Mirella Latorre, fallecida en 2010 y a quien dediqué un post en el blog Desde La Habana. También fui reportera cultural del NTV; colaboradora de Panorama, programa cultural dirigido por Roberto Ferguson y Leda Creagh, y formé parte del equipo de realizadores de Puntos de Vista, donde hice programas con bastante repercusión como El servicio militar, La pelota, Veneno sobre ruedas, Las telenovelas, Lo español en lo cubano y La creatividad, entre otros.
A principios de 1995 eras ya vicepresidente del ICRT cuando me citaste a tu oficina. Con retraso cumpliste un encargo de la Seguridad de Estado: 'halarme las orejas' porque en agosto de 1994 había acompañado al periodista español Santiago Córcoles, de ABC, al Instituto de Medicina Legal. Córcoles había viajado a La Habana a raíz del Maleconazo y la estampida migratoria y quería verificar si era cierto que en la morgue se encontraban cadáveres de cubanos que habían perecido cerca de las costas cubanas, mientras trataban de huir rumbo a la Florida en rudimentarias embarcaciones.
Un año más tarde, el 4 de abril de 1996, me volviste a citar a tu oficina. Esta vez para comunicarme que oficialmente me expulsaban del ICRT. El motivo no fue porque desde septiembre de 1995 me había hecho periodista independiente de Cuba Press, si no porque "hablaba por Radio Martí". Aunque nunca fui militante de la juventud ni del partido, aquel día estuvo presente Formoso, jefe del partido en el organismo, y Calixto, al frente del sindicato en los Servicios Informativos de la Televisión Cubana, a donde siempre pertenecí. Los dos fueron convidados -o testigos- de piedra. Antes de salir de tu oficina me dijiste que como "la revolución era generosa", debido a mi edad (54 años en ese momento) y mi trayectoria laboral (comencé a trabajar en agosto de 1959), iba a recibir una jubilación. Todavía la estoy esperando.
Danilo, el problema de la vulgaridad y el machismo es mucho más profundo y complejo. Y con medidas cautelares y prohibiciones no se va a resolver. Por el contrario, se corre el riesgo que se agrande y empeore. En noviembre de 2011, a propósito de la polémica por el Chupi Chupi, en mi blog escribí Cuba: ¿ahora es que les preocupa la vulgaridad?. Mantengo aquellos planteamientos e insisto en algunos.
Cuando el comandante llegó en 1959 no acabó solo con la diversión: acabó también con la educación. Una vez lo dije y lo vuelvo a repetir: su primer gran error fue nombrar ministro de Educación a Armando Hart, un hombre que jamás fue educador. En ese momento en Cuba abundaban los pedagogos experimentados, inclusive comunistas, como Salvador García Agüero. Cuando por considerarlo 'burgués' el comandante prohibió el trato de Señor y Señora e implantó el 'compañero y compañera', le abrió las puertas a la falta de respeto, la descortesía y el relajo.
En la misma medida en que la educación se ideologizaba y respondía a los intereses del partido y la cúpula militar gobernante, empezó su declive y retroceso. Hoy, la otrora 'vitrina de la revolución' es un desastre, una vergüenza en una nación que tuvo grandes pedagogos y prestigiosas escuelas. Insisto en la educación, Danilo, porque lo es todo. Es la savia que nutre y hace crecer un país. Según sea su sistema educativo, así será el país. Es el caso de Suiza, donde vivo como refugiada política desde el 26 de noviembre de 2003. Pongo un ejemplo, el de mi nieta, nacida en La Habana en 1994.
Llegó con 9 años, ya cumplió los 18. Estudia bachillerato. Además del español, habla, escribe y canta en alemán, inglés y francés. No exagero si digo que ella sabe tanto como un universitario cubano y mucho más que cualquier maestro emergente.
Lo que duele, Danilo, es que hace apenas cien años, Suiza era una pequeña nación de campesinos, guerreros y mercenarios. Por cierto, hace cinco siglos, de los mercenarios salieron los primeros soldados con la responsabilidad de cuidar a los Papas en el Vaticano, hoy la reputada y vistosa Guardia Suiza Pontificia. Uno de los monumentos más conocidos de la Confederación Helvética es el Monumento al León, en Lucerna, el cantón donde vivo, cada año es visitado por más de 3 millones de turistas. La enorme escultura fue construida para conmemorar la muerte en 1712 de 700 mercenarios suizos durante la Revolución Francesa, mientras defendían el Palacio de las Tullerías en París.
En los siglos XIX y XX, Cuba era una isla desarrollada y cosmopolita. Tuvo ferrocarril primero que Suiza y las cubanas se emanciparon y tuvieron derecho al voto primero que las suizas. Pero en los últimos 50 años Cuba no solo se ha estancado, ha retrocedido. Dos ejemplos más: Suiza no tiene mar y construye barcos, no tiene petróleo y construye plataformas petroleras. Suiza es sinónimo de Calidad y Excelencia. Eso lo han logrado los suizos gracias a su desarrollo económico, sus avances tecnológicos y sus investigaciones científicas. Y todo ese desarrollo ha sido posible gracias a su sistema educativo, que es público y gratuito (a los colegios privados va una minoría, por lo regular extranjeros).
Pero en las escuelas suizas los programas escolares no responden a ningún partido ni ninguna ideología. La enseñanza es laica, libre y universal. Y, sobre todo, profesional y creativa. Es lo que falta en Cuba: libertad de expresión, profesionalidad y creatividad.
Urge crear instituciones que preparen a maestros de verdad, como las antiguas Escuelas Normales, con cursos de 4 y 5 años, con alumnos que tengan vocación para el magisterio y no por su militancia revolucionaria. Como eso demora, hay que hacer una revisión de los actuales educadores y los que no sirvan, sacarlos. Los que se queden, deben ganar no menos de mil pesos al mes y poder disfrutar de estancias en sitios turísticos a módicos precios, de modo que se sientan estimulados y la sociedad comience a valorarlos y respetarlos. Que vistan apropiadamente y se elimine el tuteo entre alumnos, padres y profesores. El trato de usted y las reglas de urbanidad tienen que empezar por las escuelas y extenderse a todos los sectores. Los periodistas y los medios deben desprenderse de formalismos, no permitir ninguna clase de censuras (ni autocensuras) y convertirse en parte activa y formadora de la sociedad.
Desgraciadamente, el irrespeto y la mediocridad se han ido imponiendo en todos los ámbitos de la vida nacional, empezando por los dirigentes y terminando por los cubanos de a pie. Pero qué se les puede pedir a miles de jóvenes que han tenido en la cárcel su escuela y nunca han vivido en una casa con un mínimo de condiciones, si no en hogares donde conviven tres y cuatro generaciones y la promiscuidad y la violencia doméstica es pan de cada día. Antes de 1959 en La Habana había unos pocos barrios marginales, como Las Yaguas y Llega y Pon. Hoy existen decenas, tal vez cientos, con chozas iguales o peores a las de las favelas brasileñas y las villamiserias argentinas.
Infinidad de habaneros y cubanos de otras provincias malviven en una capital llena de ruinas, suciedad y malos olores. Solo se ven limpios, agradables e iluminados los sitios destinados al turismo y a la recaudación de divisas. Pese al auge de los taxis privados, el transporte sigue siendo una asignatura suspensa, igual que la alimentación. Quienes no han sido capaces en 54 años de garantizarle a todos sus ciudadanos que cada día puedan desayunar, almorzar y comer como dios manda y, encima, no les han proporcionado viviendas dignas, maestros bien preparados y escuelas en buen estado, ahora no pueden pretender que de la noche a la mañana rechacen la cursilería y la chabacanería y tengan buen gusto. Que aprecien la buena música y la buena literatura, vean las mejores películas, asistan a museos y disfruten de las obras de arte.
Hasta mi salida de Cuba, hace nueve años, residí a media cuadra de la Plaza Roja de La Víbora y en carne propia sufrí los 'bailables populares', organizados por el municipio de cultura. Horribles, con una multitud que se iba calentando al ritmo de la salsa y timba, tomando ron peleón y pese al despliegue policial, solían terminar como la fiesta del guatao. Los vecinos, además, teníamos que soportar a mujeres y hombres orinándose en escaleras y pasillos, fajándose o fornicando. Durante décadas, esos bailables se han celebrado en toda la isla y han formado parte de las 'actividades culturales'.
Esas aguas han traídos estos lodos. Y cuando durante 54 años los que han dirigido el país han sido personas cheas e incultas en su mayoría, no se le puede pedir peras al olmo. Es muy triste y doloroso que esto ocurra en la patria de compositores y músicos como Eduardo Sánchez de Fuentes, Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, María Teresa Vera, Sindo Garay, Manuel Corona, Miguel Matamoros, Eusebio Delfín y Lino Frías, autor de Matasiguaraya, entre otros muchos.
El 'hombre nuevo', que supuestamente nació y creció con la revolución, en vez de haber rescatado y mantenido un legado altamente valorado en todo el mundo, lo que ha hecho es destruirlo y suplantarlo por pacotilla musical. Una verdadera ignominia.
Sinceramente,
Tania Quintero, periodista cubana
Lucerna, 15 de diciembre de 2012