¿Su pista de baile? Un barrio obrero de La Habana. ¿Su vitrina? Instagram y Facebook. Impulsada por las redes sociales, una compañía de jóvenes cubanos ha llamado la atención de estrellas en el extranjero con sus coreografías que mezclan hiphop, reguetón y salsa.
"Muy duro #Cuba", aclamó recientemente en Instagram el rey del reguetón Daddy Yankee ("Despacito"), al compartir un video en el que el grupo, bautizado Datway, baila en la capital cubana su éxito más reciente.
Esas imágenes, que han sido vistas 2,2 millones de veces, muestran a una docena de bailarines en ropa deportiva, acompañados por niños, realizando pasillos de hiphop y breakdance en una calle de Centro Habana, un barrio pobre alejado de los clichés turísticos.
"Uno veía los videos de hiphop (realizados) fuera del país, que siempre eran lugares muy bonitos", cuenta Dariel López, de 23 años, alias Chaiky Dari, fundador de la compañía.
"Nosotros siempre buscamos, no lugares feos, que para nosotros no son feos sino la realidad (...), estos balcones que falta de pintura, los jóvenes, la vestimenta de los niños que no es la mejor", añade.
Desgreñado y con un mechón de pelo teñido de rubio, Chaiky tiene 33.700 seguidores en Instagram, una hazaña en Cuba, donde el internet móvil llegó hasta finales de 2018.
- Lo "fusionamos todo" -
Precisamente, gracias a las redes sociales, esta compañía de 16 bailarines, formada hace tres años bajo el nombre de Datway (expresión de la jerga del rap en inglés de "that way", de esa forma) ha sido un éxito estos últimos meses.
También debido a las restricciones de viaje que ha impuesto el coronavirus, animando a los cubanos a pasar tiempo frente a sus pantallas.
Bajo un techo de tejas de hojalata y flanqueados por paredes cubiertas de grafitis, estos jóvenes de entre 18 y 32 años, algunos procedentes de danza contemporánea, folclórica e incluso del circo, se entrenan de lunes a viernes, y graban videos el fin de semana.
De vez en cuando, salen a bailar a la calle, enchufando el equipo de sonido en casa de la vecina de enfrente, una anciana que vende frutas en la puerta de su casa, ante la mirada divertida de los habitantes del barrio.
"Todos los países ven siempre como Cuba es el país de la salsa y aquí, en Cuba, también hay mucho talento en cuanto a hiphop, porque vienen muchos bailarines de la calle", sostiene Liuven Dopico, de 28 años.
Totalmente feliz de poder mostrar en Internet otra Cuba, Dopico explica que aprendió a bailar "en la calle" y "viendo muchos videos".
Pero olvidar las raíces musicales de la isla no está en sus planes.
"Aquí fusionamos mucho de hiphop, baile urbano de la calle, lo fusionamos con la música tradicional cubana. Fusionamos todo eso y creamos algo bien lindo", apunta orgulloso Dopico, que tiene el pelo teñido de azul.
"Si es una salsa, lo mezclamos con bailes urbanos, pero, si es un reguetón, puede ser que le pongamos salsa", apunta Chaiky.
- Ricky Martin impactado -
Paloma Duarte, de 23 años, empezó "con el ballet clásico" antes de entrar en una compañía de danza folclórica. Hoy se siente como una bailarina "completa", pues tiene "todos los estilos".
Después de cada publicación en redes sociales, "muchos (bailarines aficionados) nos escriben, (...) nos envían sus videos", dice Duarte.
Más allá de Internet, "sería muy bueno que sea ya a nivel del Estado, de la televisión, (que hubiese) baile urbano, no sólo la salsa, la rumba, que es lo que casi siempre se ve".
En las últimas semanas, los elogios de estrellas de la música latina como Ricky Martin ("¡Lo mejor!", escribió en Instagram), hicieron sonrojar a los jóvenes bailarines, que acaban de conseguir un contrato con la discográfica Jungl, con sede en Florida.
Y cuando el dúo de reguetón Ozuna y Ovi lanzó un reto en línea, invitando a cibernautas a crear una coreografía para uno de sus temas, el ganador fue Datway.
La compañía se llevó 10.000 dólares, una fortuna en una isla donde el salario mínimo es de 87 dólares.
La mitad del dinero "lo usamos para tecnología", para mejorar la conexión a internet y comprar equipos profesionales para filmar clips, explica Ernesto Rodríguez, de 32 años, director de la compañía.
El resto "lo repartí entre todos los integrantes, les di dinero a los niños también que participaron", concluye.