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De vuelta a la Red Avispa


La excarcelación de uno de los espías cubanos que formaba parte de la red ha avivado recuerdos y polémica.

La excarcelación de René González, uno de los miembros de la Red Avispa encargado de espiar las organizaciones del exilio cubano, informar al FBI y al gobierno de Cuba sobre sus actividades, coloca de nuevo en primer plano las actividades de espionaje de La Habana contra el gobierno de Estados Unidos.

Este individuo, nacido en Estados Unidos, se integró a Hermanos al Rescate y a la Asociación de Pilotos Cubanos Americanos para espiarlas e informar sobre sus actividades.

La fiscalía presentó evidencias que el ingreso de González a Estados Unidos se planeó desde finales de la década de los ochenta. Llegó a este país en diciembre de 1990 piloteando una avioneta de fumigación, que supuestamente se había robado en Cuba.

Desde su llegada procuró traer a su esposa, a la vez que se convirtió en informante de la DEA. Fue casi rutinario que los espías cubanos establecieran relación con las agencias federales a las que suministraban información sobre las organizaciones de exiliados. Todos recibían pago por sus delaciones.

González fue expulsado de Hermanos al Rescate, aun antes de que se descubrieran sus verdaderas intenciones.

Ana Margarita Martínez, ex esposa de Juan Pablo Roque, comenta de González: “Creo que tanto René como Roque son productos del sistema. De Roque ya le comenté pero de René le puedo decir que es un gran mentiroso e hipócrita, es un embaucador, es una persona que cae bien y engaña a la gente, las usa para su beneficio, es el verdadero hombre nuevo que solo actúa en base a lo que conviene a sus intereses”.

El caso contó con más de 1,600 páginas, desclasificadas, de mensajes descifrados intercambiados entre los agentes en la Florida y sus directores en La Habana.

Contrario a las acusaciones del gobierno de Cuba, los procesados fueron juzgados por un jurado en el que no había cubanos. El proceso se extendió por más de seis meses y se realizaron al menos 103 audiencias. Los abogados de la defensa viajaron a la isla en varias ocasiones.

La red de espías, según La Habana, estaba integrada por diez individuos, pero solo mencionan cinco: Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González.

Los agentes recibían instrucción de Cuba. Por ejemplo, enviar cartas anónimas amenazantes a personalidades políticas de Estados Unidos, en ocasiones firmadas falsamente por figuras del exilio. Algunas de las instrucciones decían: “cuidado con las huellas digitales, depositar la correspondencia en diferentes buzones, usar ropas diferentes, etc.”.

La Red Avispa es considerada una de las más activas que haya operado en Estados Unidos, valoración que reafirma el que 14 diplomáticos cubanos acreditados en la Sección de Intereses en Washington y en la Misión de Naciones Unidas, fueran expulsados por sus vínculos con la red.

Edgerton Levy, un ex agente cubano que puso al tanto de la operación de la Red al FBI, dice: “Cuba antes y después de la Red Avispa mantiene espías trabajando en este país. No hay vigilancia suficiente en relación al peligro que representan los agentes cubanos”.

Durante el proceso judicial se apreció que varios de los espías convictos habían nacido en Estados Unidos, y que entre sus actividades ilegales estaba infiltrarse en bases militares estadounidenses, para lo que contaban con documentación falsa o de otras personas.

Los espías planeaban sabotear instalaciones aeronáuticas estadounidenses e informar sobre actividades militares. Otras indicaciones fueron: buscar y desarrollar vínculos con círculos políticos de Estados Unidos y luego informar al centro.

Uno de los espías, Gerardo Hernández, envió en enero de 1998 a su centro en La Habana este mensaje: “Esta guerra debe ser llevada a todos los frentes que podamos y si ellos no pierden una oportunidad nosotros no debemos ser menos”. En otro informe planteaba: “La opinión pública aquí es fácilmente manipulable y creo que no la aprovechamos lo suficiente”. Estos comentarios recuerdan en alguna medida los de Ernesto Guevara.

González, el primero de los cinco espías liberado, debe permanecer en este país otros tres años, pero esta situación podría resolverse si renuncia formalmente a su ciudadanía y un juez revoca la probatoria, lo que le convierte en un posible factor en la solución del caso Alan Gross, preso en Cuba y condenado injustamente a 15 años de cárcel.

A La Habana le conviene, porque el arribo de González sería todo un espectáculo circense que la maquinaria propagandística de la dictadura presentaría como un triunfo rotundo de su diplomacia contra Washington, cuando en realidad sería la decisión independiente de un magistrado que actúa sin influencias del ejecutivo. Lo que no sucede en Cuba, porque bajo las dictaduras la independencia de poderes no existe.

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