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Céspedes, otra vez campeón del Derby de Jonrones


En alto el nombre de Cuba en el clásico de verano de las Grandes Ligas
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En alto el nombre de Cuba en el clásico de verano de las Grandes Ligas

“Me gustan los momentos difíciles, me gusta probarme cuando hay mucho público, y siempre estoy seguro de mí mismo”, concluyó Céspedes, micrófono en mano cuando ya el Target Field se iba vaciando.

Al cabo de 12 meses los expertos han llegado a una conclusión, el Derby de Jonrones en las Grandes Ligas de EE. UU. está hecho a la medida del cubano Yoenis Céspedes, que anoche conmocionó el Target Field de Minneapolis, en el estado de Minnesota con su segundo trofeo al hilo. Solo Ken Griffey Jr. (1998-99) había triunfado antes en dos comparecencias consecutivas.

“No comencé bien, pero cuando los tres cuadrangulares de la primera ronda me mantuvieron en la pelea comprendí que podía ascender mucho más”, le dijo el hombre del poblado de Campechuela a la prensa norteamericana.

El Target Field de Minneapolis.
El Target Field de Minneapolis.

La competencia, con un nuevo formato en este 2014, colocó a cinco toleteros de cada Liga (Nacional y Americana) a competir en su ámbito, con siete batazos fallidos como límite en cada ronda, hasta llegar a la final, con un hombre de cada circuito en lucha por el cetro.

José Bautista (TOR) soltó 10 batazos en la Americana (y con ellos el derecho a permanecer bye durante la siguiente etapa), Adam Jones (BAL) acumuló cuatro, en tanto dos miembros del Oakland, Céspedes y Josh Donaldson disparaban tres pelotas a las gradas; solo Brian Dozier (dos jonrones) salía inmediatamente de la competencia.

Giancarlo Stanton (MIA, 6 fogonazos) encabezó a los defensores del Viejo Circuito, Troy Tulowitzki (COL) largó cuatro estampidos, al tiempo que Todd Frazier (CIN) y Justin Morneau (MIN) despachaban dos batazos per cápita; solo el cubano Yasiel Puig (LAD) se iría en blanco en la jornada.

SEGUNDA RONDA

Para llegar a la segunda ronda fueron necesarios algunos swines de desempate, así Céspedes dejó en el camino a Donaldson, 2-1, y Frazier a Morneau, 1-0.

A partir de ese instante, el pelotero del oriente de Cuba, el hijo de una estelar jugadora de softbol, el big leaguer Yoenis Céspedes Milanés se echó en el bolsillo la competencia y al público de Minneapolis: apabulló a Adam Jones, nueve bambinazos contra tres, y a José Bautista, 7-4, para convertirse en el ganador de la Liga Americana.

En la otra acera, Frazier dispuso 6-2 de Tulowitzki, y a continuación, para asombro de todos, se adueñó de su circuito con un batazo en solitario, porque Stanton entregó vertiginosamente sus siete outs.

Arrellanado en una silla giratoria, en algún lugar del clubhouse, Céspedes presenciaba por televisión los últimos esfuerzos de sus contrincantes. Salió entonces, bate en mano (tuvo que secarlo más de una vez entre sus muslos, porque lloviznaba ligeramente) y sin ninguna muestra de agotamiento metió otras nueve pelotas entre el público que luchaba por un souvenir.

Nadie dudó entonces de que el cubano iba a ganar el Derby, ni siquiera Todd Frazier, que apocado ante el mulato del Oakland agotó sus siete fouls… cuando había pegado un solo jonrón.

“Me gustan los momentos difíciles, me gusta probarme cuando hay mucho público, y siempre estoy seguro de mí mismo”, concluyó Céspedes, micrófono en mano cuando ya el Target Field se iba vaciando.

No exageró. Con él, los cubanos han escrito otro capítulo en la historia de las Grandes Ligas, y hoy cinco de los nuestros estarán en el Juego de las Estrellas número 85: el propio Céspedes, Alexei Ramírez y la sensación que responde al nombre de José Abreu en el dugout de la Liga Americana, así como Puig y el misil Aroldis Chapman en el bando del Viejo Circuito.

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