Organización de los Estados Americanos
Washington, D.C.
EL VICEPRESIDENTE: Embajador González, Secretario General Almagro, Embajador Trujillo, representantes permanentes, distinguidos miembros del Congreso, embajadores, todos nuestros distinguidos invitados, es un gran honor para mí estar aquí en la Casa de las Américas para dirigirme a esta sesión de la Organización de los Estados Americanos. Gracias por el honor de estar con ustedes hoy. (Aplausos.
Y traigo saludos ante todo de un gran defensor de la seguridad, la prosperidad y la libertad en el Hemisferio Occidental. Traigo saludos del 45º Presidente de los Estados Unidos de América, el Presidente Donald Trump. (Aplausos).
Estoy aquí hoy porque el Hemisferio Occidental es una prioridad clave para nuestro gobierno y nuestro país. Bajo el presidente Trump, los Estados Unidos siempre dará prioridad a la seguridad y prosperidad de Estados Unidos, pero Estados Unidos primero no significa Estados Unidos solo.
Nuestra nación siempre se ha preocupado profundamente por nuestros vecinos de todo el Hemisferio Occidental. Esta región está llena de culturas diversas, tradiciones distintas e identidades únicas más allá de lo que se pueda contar, pero todos estamos unidos por geografía, historia y la aspiración perdurable de libertad.
El nuestro siempre ha estado destinado a ser un Hemisferio de Libertad, y esa es la razón por la cual existe la Organización de Estados Americanos.
Hoy hace una semana, este organismo celebró el 70º aniversario de su fundación, cuando 21 países de todo el Hemisferio Occidental declararon al mundo, y cito textualmente, que "la misión histórica de América es ofrecer al hombre una tierra de libertad". Y esa visión perdura hasta el día de hoy.
Hoy, esta institución esencialmente representa nuestro Hemisferio Occidental en su conjunto, y Estados Unidos se enorgullece de estar junto a la OEA, y estamos agradecidos por el liderazgo incondicional y firme del secretario General Almagro. Gracias por sus excelentes palabras de hoy.
Como ha dicho el presidente Trump, los Estados Unidos busca "un futuro [en nuestro hemisferio] donde", en sus palabras, "la gente de cada país pueda vivir sus propios sueños". Y desde el primer día de nuestro gobierno, hemos trabajado con nuestros aliados y socios en toda la región en favor de nuestros objetivos compartidos.
El año pasado, los Estados Unidos y México fueron anfitriones de la Conferencia inaugural sobre Prosperidad y Seguridad en Centroamérica, y fue un privilegio para mí dirigirme a esa reunión. También tuve el privilegio de viajar a Colombia, Argentina, Chile y Panamá, para forjar lazos más fuertes a través de la región.
El mes pasado, tuve el honor de representar a Estados Unidos en la 8ª Cumbre de las Américas, donde, en nombre del presidente Trump, hice un llamado a las naciones libres del Hemisferio Occidental para enfrentar nuestros desafíos compartidos, aprovecharan nuestras oportunidades compartidas y abrazaran juntos nuestro futuro compartido de prosperidad y libertad.
Estados Unidos ya han dado pasos cruciales para lograr esta visión. En lo que se refiere a prosperidad, el presidente Trump ha tomado medidas decisivas para desencadenar nuestra economía como nunca antes. En el momento en que me presento ante ustedes hoy, durante los últimos 15 meses, hemos estado haciendo retroceder onerosas regulaciones en cantidades récord, hemos estado disponiendo de nuestros ilimitados recursos naturales, y hemos promulgado los mayores recortes de impuestos y reforma tributaria en la historia de Estados Unidos.
Los resultados han sido un Estados Unidos más próspero. Las empresas grandes y pequeñas ya han creado más de 3,1 millones de nuevos puestos de trabajo. El desempleo en nuestro país está en su punto más bajo en 17 años. Y para los hispanos, me complace informarles que el desempleo nunca ha sido más bajo en los Estados Unidos. Y las empresas están anunciando cientos de miles de millones de dólares en inversiones en nuestra economía y en nuestros trabajadores. Hemos hecho progresos extraordinarios en la reactivación de la economía estadounidense, lo que beneficia a todos los países de las Américas.
La Carta de la OEA dice, y cito textualmente, "La cooperación económica es esencial para el bienestar" [común], y lo es. Y me complace informar que Estados Unidos es el principal socio comercial para el Hemisferio Occidental, y que somos, con mucho, la fuente más grande de inversión extranjera directa en la región en su conjunto. De hecho, esta nación comercia casi tres veces más con nuestros vecinos en el Hemisferio Occidental que lo que comerciamos con China.
Hoy, tenemos una tremenda oportunidad de forjar relaciones comerciales aún más fuertes que sean “libres, justas y recíprocas". Y después de años de conversaciones, nuestro gobierno se centra en la acción y los resultados en la mejora de nuestras relaciones económicas en las Américas.
Durante el año pasado, hemos expandido con éxito el acceso a productos agrícolas vitales en Colombia y Argentina. También estamos fortaleciendo nuestras alianzas energéticas en Chile, Brasil y en toda la región. En estos momentos, los Estados Unidos está trabajando con Canadá y México para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y garantizar que se mantenga en el espíritu original de ese acuerdo.
Permítanme dar las gracias a los muchos países que han demostrado valor para llevar a cabo reformas económicas con el fin de empoderar a los creadores de empleo, a los innovadores y a los ciudadanos por igual, desde Argentina hasta Jamaica y muchos otros. El presidente Trump y yo acogemos con beneplácito sus audaces acciones, y esperamos ampliar nuestros lazos comerciales y de intercambio para las generaciones venideras.
Sin embargo, a medida que nos esforzamos por ampliar las oportunidades para nuestros ciudadanos, nunca olvidaremos que la seguridad es la base de nuestra prosperidad. Bajo el mandato del presidente Donald Trump, Estados Unidos ha mantenido su compromiso de trabajar con nuestros aliados y socios para garantizar la salvedad y seguridad de nuestro pueblo en todo el hemisferio.
Desde su creación, la OEA ha tenido un papel central en el fortalecimiento de las alianzas de seguridad en toda la región, y eso sigue siendo cierto hoy en día. En esta misma hora, hay muchos peligros repartidos por toda la región, y nuestros ciudadanos los ven, de una forma u otra, todos los días.
Vemos a las pandillas y organizaciones criminales que plagan nuestras ciudades y pueblos, trayendo crimen y sembrando miedo en nuestras comunidades. Vemos drogas ilegales que envenenan a nuestros hijos, destrozan a nuestras familias y recortan demasiadas vidas prometedoras.
Y en nuestras fronteras, vemos la amenaza de criminales crueles, traficantes de personas, traficantes de drogas e incluso terroristas radicales.
Los Estados Unidos, con la firme asociación de muchos de sus países, niega la entrada a siete terroristas conocidos o presuntos todos los días. Piensen en eso. Interrumpimos el intento de tránsito de 50 terroristas conocidos o presuntos que intentan entrar en nuestro país cada semana. Esto implica más de 2.500 cada año.
Ahora más que nunca, por todas estas razones, nuestra cooperación en materia de seguridad es vital para la seguridad de nuestro hemisferio. Y el presidente Trump no tiene mayor prioridad que la seguridad del pueblo estadounidense. Bajo su liderazgo, hemos traído nuevos recursos, herramientas y las personas adecuadas a todos los niveles de seguridad estadounidenses.
Y es por eso que es crucial, mientras me presento ante ustedes hoy, señalar que es crucial que el Senado de Estados Unidos confirme a la candidata del presidente Trump para ser directora de la Agencia Central de Inteligencia, Gina Haspel.
Gina Haspel, a quien he llegado a conocer personalmente, es una líder con una experiencia sin igual en la Agencia Central de Inteligencia. Ha dedicado su vida a proteger nuestra nación. Y cuando sea confirmada, Gina Haspel será la primera directora que haya pasado su carrera sirviendo en la CIA, y será la primera mujer en ocupar ese puesto crítico. Tiene la confianza del presidente y de todo nuestro equipo. Y como dijo el presidente hoy temprano, no sólo es una candidata muy respetada, sino que está entre las más cualificadas que jamás servirán en ese puesto.
Lamentablemente, algunos siguen jugando a la política con su candidatura, a pesar de que su apoyo bipartidista ha sido abrumador. Mientras estoy aquí hablando, Gina Haspel cuenta con el apoyo de exdirectores de la CIA de gobiernos anteriores que representan a ambos partidos políticos, incluidos Leon Panetta, John Brennan y Michael Hayden. Hoy pedimos al Senado de los Estados Unidos que anteponga ante todo la seguridad del pueblo estadounidense y confirme lo antes posible a Gina Haspel como directora de la Agencia Central de Inteligencia.
Además de nuestro fuerte liderazgo y de nuestra fuerte colaboración con otras naciones, me complace informar que los Estados Unidos también ha estado tomando medidas para mejorar nuestra seguridad y apoyar la seguridad en toda la región. Hemos estado asegurando nuestras fronteras, haciendo cumplir nuestras leyes, expulsando de nuestras calles a peligrosos pandilleros, traficantes de drogas y criminales violentos a un ritmo nunca antes visto.
Sólo el año pasado, nuestro gobierno, por medio del Departamento de Justicia, arrestó a casi el doble de miembros de la vil pandilla MS-13, que el año anterior. Y mientras estamos aquí, nuestras fuerzas de seguridad a todos los niveles están trabajando para erradicar esa amenaza de una vez por todas. También hemos tomado medidas importantes para fortalecer nuestras alianzas con naciones en toda la región.
Nuestros esfuerzos incluyen la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe, que trabaja para detener la circulación de drogas, la ampliación de la colaboración en materia de seguridad con México y las alianzas de seguridad con una amplia gama de países centroamericanos para combatir el crimen organizado. También continuaremos profundizando nuestras relaciones de seguridad en Sudamérica, especialmente para detener el cultivo y comercio de drogas ilegales.
Pero de todas las amenazas a nuestra seguridad, una es más insidiosa que el resto, y esa es, en última instancia, el cáncer de la corrupción.
Los países aquí representados lo saben muy bien: La corrupción envalentona a los criminales viciosos y pone en peligro la seguridad pública. La corrupción corroe los cimientos de la democracia; socava la confianza en el gobierno. Y a medida que la corrupción crece, la libertad y la prosperidad se marchitan.
El mes pasado, en un acto de consenso indivisible no visto en más de una década, todas las naciones en la Cumbre de las Américas respaldaron el Compromiso de Lima sobre "Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción". Creemos que esta fue una declaración importante y enviamos un poderoso mensaje de que las naciones libres del Hemisferio Occidental están unidas en nuestro compromiso de eliminar la corrupción de nuestro medio. Y puedo asegurarles que los Estados Unidos continuará trabajando con nuestros aliados y socios para promover esta causa crítica.
Y así también trabajaremos en formas nuevas y renovadas para promover la democracia en todo el Hemisferio, porque la mayor corrupción de todas es cuando el pueblo pierde su voz, su voto y la libertad que Dios le ha dado, y cuando el gobierno representativo da paso a la dictadura y al despotismo.
La Carta de la OEA declara que, y cito: "la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo", y cada día, las naciones libres de nuestro hemisferio prueban la verdad de esta declaración de nuevo.
Este año, ciudadanos de toda la región votarán para elegir a sus líderes y trazar su futuro, desde Colombia a Brasil a los Estados Unidos y muchos otros.
Sin embargo, incluso mientras celebramos este ejercicio en libertad, la nube oscura de la tiranía aún pesa sobre muchos de nuestros vecinos.
En Cuba, la dictadura que más tiempo ha sobrevivido en el Hemisferio Occidental todavía se aferra al poder ... Durante casi 60 años, la familia Castro sistemáticamente socavó la riqueza de una gran nación y robó la vida del pueblo cubano. Aunque el nombre de Castro se va desvaneciendo, la opresión y el estado policial que impusieron son tan poderosos como siempre.
Hoy, los Estados Unidos una vez más apoya al pueblo cubano en su lucha por la libertad. Nuestros dólares ya no financiarán los servicios militares, de seguridad y de inteligencia de Cuba, el núcleo de ese régimen déspota. En este gobierno, nos mantendremos en pie y siempre diremos: "¡Que viva Cuba libre!" (Aplausos).
Pero los gobernantes cubanos nunca se han contentado con sofocar la libertad de su propio pueblo. Durante generaciones, el régimen comunista ha intentado exportar su agotada ideología a toda la región y, hoy, las semillas de la tiranía cubana están dando sus frutos en Nicaragua y Venezuela.
En Nicaragua, cientos de miles de personas tomaron las calles para mostrar su enojo contra su envejecido líder socialista y su exigencia de regresar al orden democrático. Pero el represivo gobierno de Ortega ha respondido con fuerza letal, matando a docenas de manifestantes pacíficos y cerrando medios de comunicación independientes que se atrevieron a informar sobre sus acciones mortales.
Los Estados Unidos condena estas acciones brutales en los términos más enérgicos posibles. Pedimos al gobierno de Ortega que permita la entrada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Nicaragua. Y nos unimos a las naciones de todo el mundo para exigir que el gobierno de Ortega responda a las demandas del pueblo nicaragüense de una reforma democrática y haga rendir cuentas a los responsables de la violencia. El pueblo de Nicaragua merece algo mejor que el empeoramiento de la represión del gobierno de Daniel Ortega. (Aplausos).
Sin embargo, más que ningún otro país en nuestro hemisferio, en Venezuela, la tragedia de la tiranía está en plena exhibición ... y la culpa está a los pies de un solo hombre: Nicolás Maduro.
Maduro prometió a su pueblo que restauraría la prosperidad, pero solo entregó más pobreza. Les prometió seguridad y protección, pero Venezuela está ahora llena de caos y crimen desenfrenado. Nicolás Maduro le prometió al pueblo de Venezuela una grandeza renovada, pero solo ha puesto de rodillas a la nación.
Como bien sabe este organismo, Venezuela fue una vez una de las naciones más ricas de nuestro hemisferio. Ahora se encuentra entre los más pobres. En este momento, casi 9 de cada 10 venezolanos viven en una pobreza aplastante. La oportunidad se ha evaporado, con una economía que ya se ha reducido a la mitad, y sigue disminuyendo con cada día que pasa.
Las tiendas de comestibles de Venezuela están casi vacías, con alimentos y productos necesarios a diario casi imposibles de encontrar. Los hospitales carecen de los suministros médicos más básicos, y solo en el último año, la tasa de mortalidad infantil en Venezuela aumentó un 30 por ciento, y las tasas de mortalidad materna se dispararon en un 66 por ciento.
Y todos los días, unos 5.000 venezolanos huyen de su querida patria. Es el mayor éxodo masivo transfronterizo en la historia de nuestro hemisferio.
De hecho, he tenido la oportunidad de conocer a algunas de las familias afectadas por este éxodo y envueltas en él.
El verano pasado, en Cartagena, Colombia, una abuela venezolana nos contó a mí y a mi esposa cómo los niños tenían que levantarse a las cuatro de la mañana, solo para conseguir un boleto que pudieran intercambiar a última hora de la tarde por un solo pedazo de pan. Ella había rescatado a sus nietos apenas la semana antes de conocernos. Pero la mayoría no han sido tan afortunados.
En el último mes, en Lima, me reuní con cuatro valientes líderes de la oposición venezolana, dos de los cuales me han dicho que están hoy aquí: Julio Borges, Carlos Vecchio, David Smolansky y Antonio Ledezma. Estos cuatro hombres son grandes defensores de la democracia en su patria, y tienen nuestro respeto. (Aplausos).
Habiendo tomado una posición por la libertad en su patria, fueron forzados a huir de la ira del régimen, pero me describieron, me describieron con mucho detalle, cómo Maduro ha corrompido sistemáticamente las próximas elecciones y cómo ha reemplazado la una vez gran democracia de ese país con una dictadura.
La verdad es que el pueblo de Venezuela elegiría un mejor camino si pudiera, pero bajo Nicolás Maduro, nunca tendrá esa oportunidad.
Las próximas elecciones venezolanas, programadas para el 20 de mayo, no serán más que un fraude y una farsa. El régimen de Maduro ya ha llenado los tribunales venezolanos y el Consejo Electoral con sus cómplices. Están prohibidos los partidos importantes. Prohibió a los líderes de la oposición postularse a ningún cargo, sofocó a la prensa libre y encarceló a sus enemigos políticos, incluyendo más de 12.000 detenciones por motivos políticos.
El mismo día de las elecciones, el régimen de Maduro ya ha dado todos los indicios de que recurrirá a su libro de tácticas autoritarias estándar: manipular los datos de las votaciones, cambiar centros de votación de sitio en el último minuto posible, y participar en intimidación generalizada, e incluso en violencia.
En resumen, no habrá elecciones reales en Venezuela el 20 de mayo, y el mundo lo sabe. Será una elección falsa, con un resultado falso. Maduro y sus acólitos ya se han asegurado de que su reino de corrupción, crimen, narcotráfico y terror continúe.
Y es por eso que hoy hago un llamado a Nicolás Maduro para que suspenda estas elecciones simuladas y realice elecciones reales, ¡y le dé al pueblo de Venezuela las elecciones democráticas que se merece! (Aplausos).
Con cada día, Venezuela se convierte aún más en un estado fallido. Y hacemos bien en recordar que los estados fallidos no conocen fronteras.
El colapso de Venezuela ya está afectando a las economías de la región. Está propagando enfermedades infecciosas que una vez fueron erradicadas en nuestro hemisferio. Les está dando a los traficantes de drogas y a las organizaciones criminales transnacionales nuevas oportunidades para poner en peligro a nuestros pueblos. Y a medida que Venezuela continúe colapsando, las consecuencias se diseminarán por todo el hemisferio, afectando a todos nuestros países.
El presidente Trump ha dejado claro que Estados Unidos no va a quedarse mirando mientras Venezuela se derrumba. Ya hemos impuesto sanciones financieras estrictas a más de 50 funcionarios y ex altos funcionarios venezolanos, y cortamos el llamado "Petro" del sistema financiero de los Estados Unidos.
Y hoy, puedo anunciar que los Estados Unidos está designando a 3 venezolanos con vínculos directos con el régimen de Maduro como "líderes" de narcotráfico. Hemos congelado sus activos, bloqueado su acceso a nuestro país, así que ya no pueden envenenar a nuestro pueblo con sus drogas mortales. (Aplausos).
También hemos estado demostrando el corazón del pueblo estadounidense. Estados Unidos también está proporcionando 2,5 millones de dólares para ayudar a satisfacer necesidades de venezolanos vulnerables que viven en Colombia. Y el mes pasado, en Lima, tuve el privilegio de anunciar que mi nación destinará casi 16 millones de dólares en toda la región para apoyar a venezolanos que han huido de la tiranía de su tierra.
Para ser claros, los Estados Unidos, junto con muchos de ustedes, están dispuestos a hacer más, mucho más, para apoyar directamente al pueblo venezolano. Pero una vez más, como en el caso de la democracia, cuando se trata de ayuda humanitaria a la sufrida población de Venezuela, un hombre se interpone en el camino.
Durante meses, Nicolás Maduro se ha negado a permitir la asistencia humanitaria en Venezuela. Afirma que no hay crisis humanitaria, incluso cuando su país se derrumba a su alrededor.
Así que hoy, le decimos a Nicolás Maduro y a todo su régimen: Ha llegado el momento de abrir Venezuela a la ayuda internacional, y hay que hacerlo ya. (Aplausos). Cada día que no lo hace, cada día que no lo hace, es un día en que personas inocentes pasan hambre y mueren, hombres, mujeres y niños, y millones huyen de su país para tener una vida mejor.
Permítanme tomar un momento para agradecer a los muchos países aquí presentes que ya han tomado medidas para albergar y ayudar al pueblo venezolano. Permítanme también dar las gracias a todos los que han intervenido para reprender y aislar al dictador Maduro y a todos los miembros de su régimen.
Durante el año pasado, muchas de sus naciones ya han tomado una variedad de pasos loables para enviar un mensaje a Maduro. El mes pasado, en la Cumbre de las Américas, 15 naciones se unieron a los Estados Unidos para declarar que las próximas elecciones en Venezuela carecen de credibilidad y legitimidad y exigen que Maduro realice elecciones reales que sean libres, justas y transparentes. Esta declaración en Lima, Perú, estaba en consonancia con las mejores tradiciones de libertad de este hemisferio, y felicito a todos los países que la suscribieron.
Y en la escena mundial, la semana pasada, el Fondo Monetario Internacional censuró a Venezuela por su reiterado incumplimiento de las obligaciones de los tratados y su falta de transparencia económica. Este es un signo más del creciente consenso internacional de que el régimen de Maduro debe rendir cuentas, y continuaremos ejerciendo más presión en el futuro.
Pero todos estos pasos no son suficientes, y ahora es el momento de hacer más, mucho más. Cada nación libre reunida aquí debe tomar medidas más enérgicas para ponerse de pie con el pueblo de Venezuela y enfrentar a sus opresores.
Hoy, en nombre del presidente Trump y del pueblo de los Estados Unidos, hago un llamado a sus naciones para que tomen tres acciones concretas:
Ha llegado el momento, ante todo, de impedir que los líderes corruptos de Venezuela laven dinero a través de sus sistemas financieros.
En segundo lugar, ha llegado el momento de promulgar restricciones de visados que impidan a los líderes de Venezuela entrar a sus países.
Y finalmente, hacemos un llamado a todos los países amantes de la libertad en nuestro hemisferio para que cada nación responsabilice a Maduro por la destrucción de la democracia de Venezuela.
Este liderazgo, ejemplificado por el Secretario General y por tantos de los líderes aquí reunidos, es esencial para lograr el objetivo de restaurar la democracia para el buen pueblo de Venezuela, y los alentamos, con gran respeto, a considerar estas acciones y a llevarlas a cabo rápidamente.
Todos hemos firmado la Carta Democrática Interamericana, que declara, y cito textualmente, que "los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla".
Venezuela ha repudiado esta promesa, hombres y mujeres. Y la prueba se está desarrollando ante nuestros propios ojos. Por lo tanto, hoy, en nombre de los Estados Unidos, exhorto a los miembros de esta institución para que demuestren su devoción a la democracia y la libertad. Hacemos un llamado a los miembros de la OEA para que suspendan a Venezuela de la Organización de los Estados Americanos. (Aplausos). Esta es una institución dedicada a la democracia.
Debemos hacerlo porque, como ha dicho el presidente Trump, "una Venezuela estable y pacífica es lo mejor para todo nuestro hemisferio". Pero lo más importante, debemos hacer esto sólo porque es lo correcto. El pueblo venezolano merece democracia. Ellos se merecen esta institución, que todos sus vecinos cumplan con nuestra palabra, una palabra que nos dimos unos a otros hace unos 70 años. El pueblo venezolano merece recuperar su libertad.
Y al concluir, permítanme agradecerles a todos por el honor de dirigirme a ustedes. Y también cerrar con confianza porque creo que llegará el día, como dijo Simón Bolívar, llegará el día en que "un pueblo que ama la libertad al final será libre". Venezuela volverá a ser una nación libre y democrática. (Aplausos).
Hombres y mujeres de la OEA, todas las naciones reunidas aquí, vivimos en el Nuevo Mundo. Y el Nuevo Mundo siempre estuvo destinado a ser un hemisferio de libertad. La libertad siempre ha dado un propósito a nuestras naciones. Y siempre une a todos nuestros pueblos en una causa común. Y la libertad siempre será la fuente de nuestra fuerza en este Nuevo Mundo y la base más segura para el futuro más brillante. Eso siempre ha sido cierto antes. Y en este Nuevo Mundo siempre será verdad en el futuro.
Hace unos momentos, estaba en el Salón de los Héroes. Me maravillé ante los grandes líderes de la libertad que allí se inmortalizan. En los largos anales de nuestra historia compartida, nombres como Bolívar, San Martín, Martí, están hombro con hombro con Washington, Jefferson y Lincoln. Y nos reunimos aquí hoy, inspirados por su valor y su sacrificio.
Y también nos reunimos aquí hoy, espero, decididos a estar a la altura de su ejemplo; a estar dispuestos a hacer en nuestro tiempo, por la libertad, lo que ellos estaban dispuestos a hacer en el suyo; y a demostrar que somos dignos de la libertad que ellos aseguraron.
Hoy, volvamos a dedicarnos a nuestro ideal más preciado. Y tengamos fe, fe en que, al pasar por este camino, nunca vamos solos. La verdad es que la libertad no es sólo nuestra causa. Realmente creo de todo corazón, como dice la Biblia, "donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad".
Y así, cuando luchamos por la libertad, hacemos nuestra Su causa en esta Tierra. Y con el coraje de nuestros ciudadanos, con la convicción de nuestros líderes, con el fuerte liderazgo del presidente Donald Trump, y la asociación representada aquí en la OEA, y con la ayuda de Dios, sé que este Nuevo Mundo se convertirá algún día en el hemisferio de libertad que siempre estuvo destinado a ser.
Así que gracias. Que Dios les bendiga. Dios bendiga a todas las naciones aquí representadas. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América. (Aplausos).