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Duque pide a Cuba que capture a 10 miembros del ELN que están en la isla


Pablo Beltrán, jefe del equipo negociador del ELN, fotografiado en La Habana el 18 de octubre de 2018.
Pablo Beltrán, jefe del equipo negociador del ELN, fotografiado en La Habana el 18 de octubre de 2018.

BOGOTÁ (AP) - El presidente colombiano Iván Duque presionó el viernes a Cuba para que arreste a 10 negociadores del Ejército de Liberación Nacional (ELN) luego de que su gobierno le atribuyó al grupo guerrillero la autoría del ataque con un coche bomba contra una academia de policía que provocó la muerte de 21 personas y heridas a docenas más.

En un discurso televisado, Duque dijo que había revocado un decreto que suspendía las órdenes de arresto contra los líderes del grupo insurgente, quienes han vivido en Cuba mientras merman las esperanzas de que se reanuden las conversaciones de paz.

Duque clausura diálogo con ELN en Cuba tras atentado
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“Para toda Colombia hoy es claro que el ELN no tiene ninguna genuina voluntad de paz”, dijo Duque, haciendo mención de una larga lista de secuestros y ataques atribuidos a los guerrilleros desde que comenzaron las negociaciones de paz en 2017.

“Agradecemos la solidaridad expresada por el gobierno de Cuba el día de ayer y hoy. Les pedimos hacer efectivas las capturas de los terroristas que se encuentran en su territorio y entregarlos a las autoridades policiales colombianas”, dijo, y agregó que no existe ninguna ideología ni causa que justifique la crueldad del ataque del jueves.

Los comentarios de Duque se produjeron luego de que las autoridades afirmaron que un experto en explosivos del ELN era la persona que había llevado a cabo el ataque, que ha sido el más mortal en la nación sudamericana en 15 años.

Aunque José Aldemar Rojas no tenía antecedentes penales, las autoridades dijeron que el hombre de 56 años es el mismo individuo que aparece en los informes de inteligencia bajo el alias de Mocho Kiko, y que se cree perdió el brazo cuando manipulaba explosivos durante una larga carrera clandestina con una célula del ELN cerca de la frontera con Venezuela. Murió en el ataque del jueves.

El atentado evocó algunos de los incidentes más cruentos del pasado reciente colombiano y suscitó interrogantes graves acerca de las amenazas a la seguridad que persisten tras el acuerdo de paz de 2016 con las FARC.

También parece marcar el regreso de Duque al discurso sobre el imperio de la ley con el que hizo campaña para las elecciones del año pasado, pero que moderó después que asumió el cargo.

Aunque Duque no cerró por completo la puerta a un acuerdo negociado a décadas de guerra con el ELN, reiteró sus exigencias de que los grupos cesen inmediatamente todos los ataques y liberen a las 16 personas que se presume mantienen secuestradas como condición para reanudar las negociaciones estancadas.

También prometió condenar a cualquier gobierno que proporcione un refugio seguro al grupo, una indirecta dirigida a Venezuela, que es considerada como una retaguardia valiosa para la célula clandestina a la presumiblemente pertenecía Rojas.

“El engaño sistemático y la violencia irracional han caracterizado casi tres décadas de fallidas conversaciones con el ELN”, dijo Duque, quien durante el día recibió llamadas de apoyo por parte de varios mandatarios extranjeros, así como del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.

No hubo una reacción inmediata de Cuba, que ha patrocinado las negociaciones de paz y ayudó a mediar el histórico acuerdo de 2016 con las FARC.

Pero después del ataque, Cuba condenó las actividades terroristas y expresó su solidaridad con el gobierno de Duque.

Durante la noche, el número de víctimas fatales ascendió a 21, siendo el atentado más sangriento desde la explosión de un coche bomba en 2003 contra un club bogotano de alta sociedad que dejó 36 muertos. El ataque del jueves resultó especialmente perturbador porque el objetivo, la escuela General Santander en el sur de Bogotá, es una de las instalaciones más protegidas de la capital.

Con ayuda de cámaras de seguridad y las huellas dactilares de su mano izquierda, los investigadores identificaron rápidamente a Rojas y determinaron que era el dueño y conductor de una camioneta Nissan 1993 cargada con 80 kilogramos (175 libras) del explosivo pentolita, con la que atravesó un retén de seguridad para irrumpir en el complejo arbolado.

El ministro de Defensa, Guillermo Botero, dijo que Rojas ingresó a las instalaciones por una puerta lateral empleada para entregas, acelerando a través de un portón abierto para permitir la salida de unas motos. Siguió su marcha hasta el centro de la escuela, donde el vehículo explotó frente a una barraca con techo de tejas rojas utilizado por cadetes mujeres justo después de que finalizó una ceremonia de rendición de honores.

Martínez dijo que menos de 10 minutos antes de la explosión, un hombre no identificado descendió del vehículo en una parada cercana de autobús, un indicio de que la bomba habría sido activada a distancia y no fue un ataque suicida como algunos habían conjeturado inicialmente.

Los investigadores tratan de determinar si ese hombre es Ricardo Carvajal, quien reconoció su participación en el ataque en llamadas telefónicas interceptadas por la policía. Carvajal fue arrestado en una operación realizada el viernes por la madrugada en Bogotá durante la cual las autoridades incautaron un manual del combatiente rebelde.

Según Botero, la operación fue planificada durante más de 10 meses.

El presidente Duque, que visitó la academia después de la tragedia, prometió no escatimar esfuerzos en la lucha contra los terroristas “infames” que perpetraron el ataque.

“Hoy los terroristas buscan intimidarnos como sociedad y amedrentar al Estado colombiano”, dijo Duque en un discurso televisado en el que declaró tres días de luto. “Colombia les demostrará que esta es una nación fuerte, unida y que no se quiebra ante la demencia de estas agresiones”.

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