En un editorial sobre el próximo cambio de moneda en Cuba el diario uruguayo El Observador anticipa que la unificación del doble sistema cambiario no creará las convulsiones del arbitrario reemplazo de la moneda en 1961, pero igualmente impactará en forma negativa en la vida cotidiana de los cubanos.
El matutino evoca el sorpresivo cambio de moneda anunciado por el gobierno de Fidel Castro la noche de un viernes de 1961: los pesos corrientes dejaban de tener valor y a quienes tenían cuentas bancarias se les reconocían hasta 10 mil pesos, aunque su saldo fuera mucho mayor. Quienes guardaban el dinero en sus casas -- en algunos casos fortunas-- lo perdieron íntegramente.
El diario montevideano puntualiza que la medida buscaba penalizar a los cubanos anticastristas ricos que quedaban en La Habana, y neutralizar los cuantiosos fondos que otros se habían llevado a Miami.
“Ese fin de semana la gente se lanzó a comprar lo que podía en los pocos comercios abiertos”, agrega. En el bar El Floridita, un señor mayor con un fajo de billetes de a cien encendía su puro con un billete y daba de propina los condenados. Los nuevos fueron impresos con tanta prisa que un extranjero que pasó un río a caballo se encontró con que el entintado se había corrido al punto de tornarlos ilegibles.
El Observador señala que al peso convertible cubano, CUC, que puede comprar de todo en tiendas especiales pero a alto precio, acceden los turistas extranjeros y unos pocos cubanos privilegiados. La casi totalidad de la población, en cambio, está restringida al desvalorizado CUP. Un sistema que según el editorial ha generado movimientos de protesta popular.
El periódico uruguayo concluye tomando nota de predicciones sobre ”una altísima inflación y una dislocación mayor de la economía” como resultado de la unificación, lo cual –dice-- agravaría aún más las privaciones de millones de cubanos, que padecen paupérrimas condiciones de vida y además una asfixia de libertades.
El matutino evoca el sorpresivo cambio de moneda anunciado por el gobierno de Fidel Castro la noche de un viernes de 1961: los pesos corrientes dejaban de tener valor y a quienes tenían cuentas bancarias se les reconocían hasta 10 mil pesos, aunque su saldo fuera mucho mayor. Quienes guardaban el dinero en sus casas -- en algunos casos fortunas-- lo perdieron íntegramente.
El diario montevideano puntualiza que la medida buscaba penalizar a los cubanos anticastristas ricos que quedaban en La Habana, y neutralizar los cuantiosos fondos que otros se habían llevado a Miami.
“Ese fin de semana la gente se lanzó a comprar lo que podía en los pocos comercios abiertos”, agrega. En el bar El Floridita, un señor mayor con un fajo de billetes de a cien encendía su puro con un billete y daba de propina los condenados. Los nuevos fueron impresos con tanta prisa que un extranjero que pasó un río a caballo se encontró con que el entintado se había corrido al punto de tornarlos ilegibles.
El Observador señala que al peso convertible cubano, CUC, que puede comprar de todo en tiendas especiales pero a alto precio, acceden los turistas extranjeros y unos pocos cubanos privilegiados. La casi totalidad de la población, en cambio, está restringida al desvalorizado CUP. Un sistema que según el editorial ha generado movimientos de protesta popular.
El periódico uruguayo concluye tomando nota de predicciones sobre ”una altísima inflación y una dislocación mayor de la economía” como resultado de la unificación, lo cual –dice-- agravaría aún más las privaciones de millones de cubanos, que padecen paupérrimas condiciones de vida y además una asfixia de libertades.