Al paso que van las cosas, es muy probable que a pesar de la conversión de las secciones de intereses en embajadas, a los cubanos nos esperen muchos años más, si no de lo mismo, de algo parecido. Pero con variaciones, que la partitura castrista, parece ser eterna.
Antes del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, el general Raúl Castro varias veces advirtió que Cuba estaba dispuesta a resistir y seguir en el papel de David frente a Goliat, otros 50 años más.
Una vez el general dijo que tan ocupado estuvo en el tiempo transcurrido desde 1959, que pasó más de medio siglo sin apenas darse cuenta.
Al resto de los cubanos nos pasó algo similar. Tan ocupados estuvimos en sobrevivir bajo la férula de un viejo gobierno de difuntos y flores y en escabullirnos como pudimos de sus heroicidades y su disciplina de campamento, que casi ni cuenta nos dimos que estábamos vivos. Y así nos pasó la vida por encima, inexorable y aplastante.
Ahora, si los futuros presidentes norteamericanos no aceptan la rama de olivo sin apenas mover ficha de Raúl Castro y les da por retroceder lo que avanzó Obama, puede que a nuestros nietos les espere el mismo destino de zombis.
Pero no seamos tan pesimistas. De momento, como han empezado a cambiar las concepciones y hay Lineamientos y actualización del modelo económico, si no hay retranca y marcha atrás, se puede abrir un timbiriche, tener un teléfono celular con servicio Nauta, vender o comprar una casa, alquilar habitaciones, incluso a extranjeros, viajar al exterior sin necesidad de la tarjeta blanca del MININT y visitar su país los emigrados –no los exiliados- si no se meten con el régimen y les habilitan el pasaporte.
Solo que para todo eso hace falta dinero, mucho dinero. Pero ya se sabe, nada es perfecto. Ni siquiera el socialismo castrista.
Va y hasta un día de estos todos los cubanos mayores de siete años pueden tomar leche. Primero habrá que derrotar a un enemigo que invadió nuestros campos: el marabú. Se prevé otra guerra como la que se libró –y todavía se libra- contra los mosquitos. Ojalá que no recojan a los disidentes y otros antisociales para integrar las brigadas que erradiquen a machetazos el marabú.
Como dice la canción, las maravillas vendrán algo lentas. Sin prisa y sin pausa. No serán espectaculares, han advertido los Jefes, para que nadie se cree falsas expectativas. Todo se hará sin renunciar a la planificación centralizada ni afectar la hegemonía absoluta del Estado-Gobierno-Partido Único. Sin hacer concesiones a Estados Unidos o la Unión Europea en cuanto a libertades políticas y derechos humanos.
Todo cambiará lento, para que nada cambie. Si acaso, solo lo necesario. Y que vengan el turismo yanqui y las inversiones extranjeras. Repite y pon camarón…para la élite y los turistas.
La capacidad del castrismo para mutar y recomponerse parece ser inagotable, casi que infinita.
Para los dirigentes históricos, medio siglo y más es poco, es como un pestañazo, un cabezazo en una sesión de la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder Popular o un en una reunión de control de daños del Consejo de Ministros.
Infalibles, omniscientes, desafían, sin fatigas, las leyes de la vida, la economía y la historia, las leyes de Dios y de los hombres.
En sus ratos de ocio, en vez de pelear gallos u ocuparse de la moringa, deberían criar tortugas polinesias. Son las mascotas idóneas para longevos émulos de Matusalén, para que los entretengan en lo que esperan que el cambio climático o una guerra nuclear acaben con la vida en el planeta.
luicino2012@gmail.com
(Publicado originalmente en Cubanet el 17/07/2015)