Una vez más, el presidente de Estados Unidos Barack Obama ha sido consecuente con su formación política desde la cuna, arropado por parientes marginales en parajes exóticos donde no calaba hondo la identidad greco-romana.
Jimmy Carter, Bill Clinton y hasta Henry Kissinger y Ronald Reagan buscaron en mayor o menor medida la conocida fórmula del middle ground con Cuba, pero el acervo cultural y político de todos ellos se impuso por encima de razones económicas y humanitarias válidas pero insuficientes.
Se esperaba, pues, el canje de Alan Gross por los espías cubanos, aun cuando no eran casos equivalentes, pero no parecía sensato que Obama cruzara un Rubicón declarado sacrílego por el asesinato de cuatro pilotos de la organización Hermanos al Rescate, el fallo de un sistema judicial independiente del poder ejecutivo que declaró culpables a los agentes cubanos de la Red Avispa y el rechazo a una apertura verdaderamente democrática reiterada por Raúl Castro en su sincronizado discurso con el inquilino de la Casa Blanca.
¿Cuáles serán las consecuencias de estas concesiones a cambio de nada? Ya el presidente de Bolivia, Evo Morales, interpretó esta extravagante movida diplomática como una derrota para Estados Unidos. Otros como él confirmarán la sospecha de que las garras del águila ya no inspiran respeto y se le puede ridiculizar y confiscar propiedades impunemente porque, pasado cierto tiempo, Washington tirará la toalla.
Si todo marcha bien, el Gobierno cubano pronto será un delincuente redimido con acceso a las instituciones financieras internacionales y el turismo norteamericano; los cambios internos quedarán restringidos a lo que promueva la permanencia de la cúpula gobernante en el poder; y la oposición se debilitará por la absolución del Vaticano a los represores y el reconocimiento político de su vecino del Norte.
¿El embargo? Por favor, las remesas familiares se encargarán de paliar el déficit mientras se establecen los canales del subsidio. Y ante este cuadro desolador alguna que otra conocida figura de Miami vocifera, ¡ahora son los cubanos los que tienen que asumir la libertad de Cuba! ¡No podemos dejar esto en manos de Estados Unidos! Se queda uno sin aliento escuchando semejantes tonterías a medio siglo de heroicos intentos por liberar la isla, esfuerzos que en buena medida no tuvieron éxito por tropezar con los intereses de Washington.
El desconocimiento de la geopolítica nos llevó a perder la patria; persistir en ignorarla nos privará de ella para siempre, porque en el sistema planetario de este rincón del mundo Cuba gira alrededor de Estados Unidos.