Teresita Yániz de Arias nació en La Habana en 1943 pero hace seis décadas que llegó a Panamá y sin perder tiempo, se metió de lleno en la política nacional.
Ha sido la única cubana nacionalizada panameña que ha ocupado un escaño en la Asamblea y hay quien dice que, de haber sido nativa, hubiera llegado a la primera magistratura. “Seré política hasta que me muera, pero le va tocando ya a otras generaciones concluir lo que empezamos”, confiesa a Radio y Televisión Martí.
Deja su tierra a los 18 años de edad y sigue pensando y hablando de ella. ...
Pese a los años, conserva su acento de criolla rellolla, la frescura de malecón y con pesar habla del rumbo hacia lo más totalitario de aquel proceso encabezado por Fidel Castro en 1959 llamado Revolución, que por demás la llevó al exilio primero a Venezuela, luego a Panamá en 1963. Deja su tierra a los 18 años de edad y sigue pensando y hablando de ella.
Sus padres eran los propietarios de la cadena de farmacias Yániz, confiscada en los primeros años de la década del 60 por el gobierno castrista. La mayor de 5 hermanos, confiesa que desde los 14 años en la casona familiar de la calle 21 y B, en El Vedado, le apasionaba escuchar a padres y tíos debatir el quehacer político nacional.
En Panamá, se casó con Ricardo Arias Calderón, fallecido en 2017, hombre sabio, dicen quienes le conocieron, pensador, catedrático y periodista, para muchos el artífice de la democracia en Panamá.
De la mano de su compañero de más de 50 años y el padre de sus 4 hijos, Teresita llegó a ser diputada por el PDC de 1999 al 2004 y luego del 2004 al 2009. Entre 2000 y 2001 ostentó la vicepresidencia de la Asamblea.
La interpelamos en medio de la polémica desatada por el convenio firmado entre Panamá y Cuba que ha instalado en el país istmeño a más de 200 galenos de la isla y por el que Panamá paga mensualmente a La Habana 482.710 euros (unos 588.595 dólares al cambio actual).
Reportes de la prensa local dan cuenta que Panamá pagará unos 2.670 dólares al mes por cada uno de los miembros del contingente cubano.
Si aplica la misma fórmula que en misiones anteriores, el régimen se queda con 75% de lo que pague Panamá y los profesionales recibirían unos 640 dólares mensuales.
RQ: ¿En qué radica su descontento en esta polémica?
TY: Yo no tengo objeción a que una brigada médica de Cuba venga a Panamá, donde los hospitales, las salas de cuidados intensivos están desbordados. Lo que yo sí reclamo es que se les tiene que pagar de acuerdo a lo que indica nuestro código laboral, lo que establece nuestra Constitución. Es decir, que el salario de ellos no se le puede pagar al gobierno cubano porque es una violación a los derechos humanos aquí, en Cuba y en la Conchinchina que se le pague el trabajo realizado a un intermediario.
RQ: ¿Cree que el tema ha devenido polémica aupada por los activistas de la oposición panameña para hacer política?
TY: Mira, en Panamá, por ser parte de Centroamérica y haber estado presente en todo el proyecto bolivariano, se abolió la esclavitud a principio del siglo XIX y en Cuba tuvimos esclavos y trata hasta 1886. Por eso yo le recordaba al gobierno panameño que en este país acabamos con la esclavitud mucho antes que en Cuba y que ahora esos médicos se utilizan como mano de obra alquilada y eso en nuestro ordenamiento jurídico está prohibido
RQ: Panamá es el país que más contagios de Covid-19 reporta por día. ¿Considera que la ayuda exterior es sumamente necesaria en estos momentos por el bien de la sanidad nacional?
TY: No es la primera vez que médicos cubanos vienen a Panamá. Hace como 15 años estuvo un grupo de unos 100 y operaron a 11 mil panameños de cataratas. También hubo oposición, gente que no tuvo el menor sentido de humanidad porque a esos pacientes ningún médico privado en este sistema de salud que es muy defectuoso, jamás lo hubieran podido operar. Aquí lo primero que tenemos que garantizar es la salud pública, me da igual si son cubanos, venezolanos, norteamericanos. De hecho, los norteamericanos vienen una o dos veces al año a realizar cirugías ortopédicas, a niños con malformaciones congénitas faciales.
RQ: Han pasado muchos años desde que salió de Cuba, pero jamás ha dejado de seguir el acontecer en la isla, lo político y lo social. ¿Qué opinión le merece lo que ocurre hoy día en su país de nacimiento, que, aunque no hay un militar en el poder, el estatus quo se mantiene?
TY: Creo que tarde o temprano las pugnas por el poder van a aparecer porque es parte de la historia de la humanidad. Las dictaduras, los regímenes totalitarios pueden aguantar, pero tarde o temprano hay pugnas internas que no permiten seguir manteniendo ese tipo de régimen.
RQ: ¿Qué es lo que más le preocupa en estos tiempos de pandemia en Cuba?
TY: Las necesidades que está pasando la población. Todo el que tiene acceso a los medios independientes en la isla ve las colas, el desabastecimiento y la gente pasando muchísima necesidad.
RQ: ¿Cuál es su opinión en cuanto a la política de sanciones al régimen de La Habana, el embargo por ejemplo?
TY: Como defensora de los derechos humanos te digo que primero no ha servido para nada y toda la gente que forma parte de las estructuras de poder no se ve afectada. Me duele lo que está pasando, creo que vivir sin libertad, pero además vivir sin pan, sin poder expresar lo que uno piensa es la tragedia más grande que le puede suceder a un ser humano. Todo lo que contribuya a aliviar esas penas, a hacer que aquello alguna vez pueda ser un país libre y democrático siempre contará con mi apoyo.
RQ: ¿Que le desea a Cuba y su gente este 2021?
TY: Un año que nos vaya encaminando hacia la tolerancia, la libertad porque el tiempo va transcurriendo y tanto los que en la isla padecen tantas necesidades, tanta persecución y los que viven en el exilio añorando la tierra que nacieron, deberíamos hacer todo un esfuerzo por ir tratando de ver cómo se pueden animar y encontrar salidas que, aunque sean lentas nos lleven a esa nueva sociedad que queremos.