Hay un refrán que asegura que más vale tarde que nunca, y eso es lo que pudiera decirse de lo ocurrido la pasada semana en el complejo audiovisual Nuevo Mundo, de la ciudad de Camagüey, cuando los asistentes a esa sala pudieron disfrutar de El Súper, la película realizada por cineastas cubanos exiliados en New York en 1978.
“A 36 años de haber sido rodada con apenas 30 000 dólares en medio del crudo invierno neoyorquino de 1978, El Súper, largometraje clásico de la emigración cubana basada en la obra teatral homónima del dramaturgo Iván Acosta fue exhibida por primera vez en una institución cinematográfica de la Isla”, consignó la página digital del periódico provincial Adelante.
Como es habitual la prensa oficialista prefiere calificar de “emigrados” a quienes, particularmente en este caso, salieron de Cuba por manifiestas razones políticas y no simplemente a buscar fortuna. Al margen de esas “sutilezas ideológicas”, la exhibición de esta película parece entornar una puerta hasta ahora cerrada para los creadores cubanos fuera de la isla.
La información publicada en la página digital del diario provincial es la única referencia sobre este acontecimiento fílmico, que el resto de la prensa oficial ha cubierto con un manto de silencio. Tampoco fuera de Cuba la noticia ha sido destacada.
La película dirigida por León Ichaso (Azúcar amarga, Paraíso) y Orlando Jiménez Leal (PM, Conducta impropia) se proyectó gracias a la iniciativa y gestión del crítico e investigador Juan Antonio García Borrero, "quien no solo consiguió en tiempo récord una copia del material por vía del propio Acosta para la premiere cubana, sino que además atrajo a la presentación a la Dra. Carolina Caballero, estudiosa del teatro cubano fuera de sus fronteras insulares y profesora de la Universidad de Tulane (Nueva Orleáns), y a la joven investigadora de la revista nacional Tablas-Alarco, Lilián Broche”, explica la nota.
La periodista María Antonieta Colunga Olivera, autora del reportaje subraya que “los que vimos el material apretados en la oscura complicidad del complejo audiovisual Nuevo Mundo casi hasta el final, el del Súper ha sido un retorno memorable e íntimo, como los que acontecen casi imperceptiblemente en los aeropuertos de la Isla cuando una familia abraza por vez primera al hijo del tío que se fue y que apenas conoce por par de fotos viejas y cuentos difusos.”
Hay poco que añadir a la información publicada por Colunga Olivera en Adelante, que concluye su reportaje con esta valorización sobre El Súper:
“La cultura cubana es también una gran y complejísima familia de ramas desgajadas hacia inusitados confines donde urgen los abrazos, los reencuentros.
Uno se da cuenta de ello cuando ve en la pantalla a Roberto, el súper(intendente) de un complejo de apartamentos de Washington Heights, Manhattan, que a diario recoge basura y palea nieve y echa a andar las calderas de calefacción del edificio con la mente puesta en Miami, y en escapar al menos allá donde hace el mismo calor de la Cuba que lleva más de diez años sin poder ver.
Uno dice: "¡caramba!, esos son mis primos, mi hermana, mi padre..." y sabe también, aunque la imagen parezca Nueva York en medio de todos sus grados bajo cero y sus soledades y su extrañeza, que esa sensibilidad cálida de café colado cada dos escenas, de dominó de sótano y de Cachita ,Virgen de la Caridad del Cobre, colgada en la pared, esa empecinada re-nidificación del hogar perdido en medio de los avatares de la migración, eso es Cuba aunque sea afuera, esa es la Cuba "comunidad imaginada", eso- sin lugar a dudas- es también nuestro.”.