La muerte por asfixia el sábado 22 de abril de varios miembros de la Brigada 2506 a bordo de una rastra que trasladaba a unos 120 prisioneros de Bahía de Cochinos a La Habana, muchos de ellos heridos, es considerado uno de los más brutales crímenes del régimen castrista.
Nueve murieron en el trayecto, uno al llegar a la capital....
"Me recuerdo todavía de los cuerpos inertes de ellos en el piso de esa rastra cuando nos bajamos en el Palacio de los Deportes. Imagínese que usted vea a 9 compañeros suyos asfixiados por una decisión consciente de Osmany Cienfuegos”, dice el brigadista Amado Gayol, quien hizo el trayecto en la rastra en aquella ocasión.
El recorrido de 210 kilómetros (130 millas) hasta La Habana se hace en unas dos horas. En esta ocasión, duró casi nueve horas. Nueve murieron, uno al llegar a la capital.
Antes de iniciar el viaje, uno de los brigadistas advirtió al capitán del régimen Osmany Cienfuegos del mal estado de salud de varios prisioneros y este le contestó que "no importaba, pues así se ahorraban balas".
Según los relatos de los sobrevivientes, se hicieron agujeros en las paredes de la rastra con las hebillas de los cinturones, y por ahí respiraban, por turnos.
“Yo he tenido una vida azarosa y no recuerdo un episodio que me haya resultado tan traumático como ese”, recordó Gayol 59 años después del suceso.
La falta de aire y las altas temperaturas hicieron el resto. Fallecieron en el camino Alfredo Cervantes Lago, José Ignacio Macia del Monte, Pedro Rojas Mir, Hermilio Quintana Pareda, René Silva Soublete, José Vilarello Tabares, José Sántos Millán, Moisés Santana González y Santos Ramos Álvarez.
“Había alevosía, había malignidad, un espíritu de venganza cuando éramos prisioneros de guerra”, apuntó el veterano como prueba del desdén que había por la vida de los capturados, “que dice mucho de la naturaleza del régimen que impera en Cuba”.
La búsqueda de justicia no ha cesado. En el 2007, el actual Presidente de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, Brigada 2506, Johnny de la Cruz, junto a otros brigadistas como Mario Martinez Malo, y un equipo de abogados cubanoamericanos y españoles, iniciaron un esfuerzo por acusar a Fidel Castro y Osmany Cienfuegos de asesinato ante la justicia española.
“Se hizo el intento con abogados y todo, pero no fructificó porque los tribunales españoles argumentaron que había pasado mucho tiempo y que no consideraban competencia para el delito de asesinato”, lamentó de la Cruz.
Posteriormente, se hizo una gestión ante la Comisión de Derechos Humanos de la Unión Europea, pero tampoco tuvo éxito.
En julio del 2017, cuando en el hemiciclo del ayuntamiento de Miami, donde sesionaba por primera vez la Comisión Internacional para la Fiscalización de los Crímenes de Lesa Humanidad del Régimen Castrista intervino Amado Gayol, y describió cómo fue encerrado con casi un centenar de prisioneros en una rastra, herméticamente cerrada, durante un episodio de la invasión de Bahía de Cochinos, en el que muchos de sus compañeros murieron asfixiados.
Ese esfuerzo se mantiene, dice el brigadista, quien afirma que los crímenes de lesa humanidad no caducan.