La popularidad de la habanera "Tú" a partir de 1894 fue tal que los españoles no tardaron en descubrir en ella un himno del criollo en armas, ni tardaron en aceptar que era imbatible, ya que no pocos de ellos, por muy españoles que fueran, se habían enamorado de la canción antes de percatarse de lo que ésta había llegado a significar, y la entonaban y exportaban a la península.
Orlando Martínez recoge el testimonio conmovedor de Ricardo Burguete, un militar español que ha perdido a su hermano en el campo de batalla cubano, regresa a España y el 4 de julio de 1896 anota en su diario, ya a bordo del barco en el que viaja: "Dulce es la caña, pero más lo es tu voz... Odio la Habanera, me sofoca, me angustia y obliga a encerrarme en el camarote durante muchas horas... No he subido una sola vez a cubierta sin que al cruzar el saloncillo haya dejado de oír arrancar al piano las dulzonas notas de la canción de moda. Navego a bordo del 'Colón', con rumbo a España" (...)
Es obvio que para entonces la canción que Eduardo y Fernando Sánchez de Fuentes le habían dedicado a la joven Renée Molina ya gozaba del don de la ubicuidad, y tan pronto se le escuchaba en tierra como en alta mar, no sólo evocando la belleza de esa joven y, en términos generales, de la mujer cubana sino emblematizando a la isla y su voluntad de ser independiente.
En otra página del mismo diario citado por Martínez, publicado bajo el título "La Guerra-Cuba (Diario de un Testigo)", Ricardo Burguete vuelve a lamentar que, a punto de tocar tierra española, la habanera de los hermanos Sánchez de Fuentes lo devuelva, una vez más, a la isla que prefirió abandonar: Mañana llegaremos a la Coruña, según se dice... La Habanera arranca melosa de las notas del piano y persigue, como siempre, mis tristes reflexiones: "En Cuba, la isla hermosa del ardiente sol".
El destino de "Tú" está lleno de curiosidades. El autor de su música escuchó a un sinsonte enjaulado en el comedor del Hotel Venus de Santiago de Cuba entonar su segunda parte. Los argentinos le impusieron otra letra y otro título: Kerí, la nieta de japonesita, y así, con evocaciones orientales, alusiones a Buda y aires de milonga o de tango, la grabó Mercedes Simone. Alemania se la atribuyó al compositor mexicano Miguel Lerdo de Tejada. Los internautas actuales pueden tener acceso a una versión reciente a cargo de una coral filipina. Y un grueso tomo de poesía erótica incluye un soneto de Luis Rosales, el destacado poeta español, titulado Ola en calma es tu cuerpo, en cuyo segundo terceto se cita la habanera:
dulce sueño de ti acaba en llanto,
porque Cuba eres tú me dueles tanto;
"yo siempre culparé los ojos míos".
Federico García Lorca visita La Habana en 1930 y envía a su familia una fotografía que acaba de tomarse en la isla. Al dorso, el poeta escribe: Estuve en casa del músico Sánchez de Fuentes, que es autor de la habanera "Tú" que me cantabais de niño, "La palma que en el bosque se mece gentil", y dedicó un ejemplar para mamá.
Muchos años más tarde, en el libro Federico García Lorca y su mundo, Francisco García Lorca, hermano del poeta ya asesinado, iba a confirmar que siendo niños ambos, su tía Isabel, que tocaba la guitarra y cantaba con extraordinaria afinación y delicada voz, se había ido a vivir con ellos y no era raro escucharla entonar aquellas "melancólicas habaneras" que debieron hacer mella en el ánimo de Federico. Aún me queda en la memoria alguna estrofa de la habanera "Tú": "La palma que en el bosque se mece gentil..."
La canción había sufrido una nueva metamorfosis: Luego de encarnar el deseo del pueblo cubano de alcanzar su independencia, se había infiltrado en los hogares españoles y había encantado a adultos y niños, haciendo "mella en el ánimo" de uno de estos últimos, uno que, pocos años después, se convertiría en el poeta español más célebre del siglo XX.
Unos versos anónimos, fechados a mediados de los años ochenta del siglo XX, llevan como título la frase Habanera "Tú" y reproducen un diálogo entre alguien que deambula por la capital cubana y la muerte que le sale al paso y le reprocha no haberse percatado de su compañía. "Tú" ha dejado de ser la joven a quien los hermanos Sánchez de Fuentes dedicaron la composición para ser la ciudad desolada donde el paseante se busca y advierte que él también, como tantos otros, ha desaparecido:
Quien anda tras de sí mismo
por las calles de La Habana
y tropieza con la Muerte
no se sorprende, le habla
como si hablara consigo
mismo: "Dinos con quién andas
y te diremos quién eres".
"Ando contigo, ¿qué pasa?
¿No me reconoces? Mírate
en mis ojos. Ve la nada".