Escritos al margen rinde homenaje al poeta cubano Heberto Padilla, cuyo apellido quedó para siempre sellado sobre una carpeta rotulada como un caso: El Caso Padilla y, en la medida en que esa carpeta se pone amarillenta con el paso del tiempo, amenaza con tragarse los poderosos versos de Heberto Padilla, lanzados como piedras a las “orejas sordas de este mundo”.
Nos conocimos en Berlín en 1998, en uno de esos eventos para poetas y en Berlín, de pie, uno al lado del otro, estuvimos unos minutos sobre un pedazo de tierra que mostraba, como una cicatriz, la huella del muro que apenas unos años atrás dividía en dos el vientre de Alemania.
Permanecimos en silencio porque ambos sabíamos que no teníamos que decir nada, porque nada teníamos que celebrar y sí mucho por lo que dolernos.
Heberto Padilla nació en Consolación del Sur el 20 de enero de 1932 y murió, físicamente, digo porque Padilla ya había muerto muchas veces antes, el 25 de septiembre del año 2000, en el cuarto que ocupaba en la Universidad de Auburn, Estado de Alabama, donde era profesor de Literatura Latinoamericana.
Esta no es una nota necrológica, es un homenaje a Heberto Padilla, al poder de su poesía y de su historia, porque infelices son los pueblos que pierden la memoria.
Sobre los héroes
A los héroes, siempre se los está esperando
Porque son clandestinos y trastornan el orden de las cosas.
Aparecen un día fatigados y roncos en los tanques de guerra, cubiertos con el polvo del camino, haciendo ruidos con las botas.
Los héroes no dialogan, pero planean con emoción la vida fascinante de mañana.
Los héroes nos dirigen y nos ponen delante del asombro del mundo, nos otorgan incluso su parte de inmortales, batallan con nuestra soledad y nuestros vituperios.
Modifican a su modo el terror y al final, nos imponen la furiosa esperanza.
Dicen los viejos bardos, no lo olvides, poeta:
En cualquier sitio y época en que hagas, o en que sufras la historia, siempre estará acechándote algún poema peligroso.
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