LA HABANA, Cuba.- “El Villano” murió ahogado en alcohol antes de poder verse reflejado en este reportaje. No le alcanzó la voluntad para cumplir la promesa de contarnos su historia dentro de los “escuadrones de la muerte”.
Lo hallaron una mañana, muerto en el traspatio de su casa, rodeado de gallos de pelea. Los que encontraron el cadáver dicen que tenía los pantalones bajos y su cuerpo bañado con la sangre que botó por la boca.
“Yo tomo, pero cuando tomo, no como”, cuenta Alfredo —alias “El Conejo” — que decía “El Villano” con frecuencia. Los dos eran compadres en unos de los “escuadrones” de la barriada El Platanito, del municipio Cerro.
“Padecía de úlcera sangrante”, recuerda Alfredo. “Me dijo muchas veces que estaba esperando a que regresara el médico de la misión en Venezuela para operarse”, agrega.
Historias como la de “El Villano” son las que describen el nombre los llamados “escuadrones de la Muerte”, conformados por alcohólicos que van perdiéndolo todo hasta completar el ciclo con la muerte. Quienes pertenecen o pertenecieron a estos grupos coinciden en que se llega fácil para saciar la adicción cuando ya no se tiene respaldo económico. Salir vivo es lo difícil: requiere un milagro de la voluntad.
Llamados con anterioridad “pasmoliveros” (pasma’o quiere decir sin dinero), se trata de grupos integrados por 6 o 7 alcohólicos con un rango de edad que ronda los 40 años. En todos, la figura de una mujer dibuja el esquema óptimo del grupo, que pocas veces varia el espacio diario donde se reúnen a beber; un parque, esquina, portal o solar yermo.
No todos son desempleados. Generalmente trabajan como serenos, carteros o mensajeros de instituciones estatales. Los que avanzan por el camino de la indigencia hacia la muerte, venden en las calles lo que recolectan en la basura, hacen encargos por una línea de alcohol, limpian almacenes, cargan, ejecutan cualquier orden para consolar la adicción. Lo poco que logran individualmente potencia el espíritu gregario, que los convoca a compartir las cuotas del alcohol dentro de los “escuadrones de la muerte”, donde beben hasta que la consciencia se lo permite.
Origen de los ‘escuadrones’
Durante el Periodo Especial se inició el auge de la preparación y consumo de preparados alcohólicos no registrados. “Mofuco”, “chispa e´tren”, “bájate el blúmer”, “el hombre y la tierra”, “warfarina”, son algunos de los nombres más conocidos de estas bebidas que aún se comercializan a muy bajo precio en el mercado negro. La mayoría de ellas está contaminada con sustancias como el alcohol metílico, cuyos fabricantes clandestinos filtraron a través de las heces de neonatos.
El origen del nombre, “escuadrón de la Muerte”, surgió para identificar una de estas fábricas clandestinas de alcohol casero, ubicada en Corrales entre Figuras y Antón Recio, Habana Vieja.
Yasser Pedroso Martínez, coordinador del Centro de Rehabilitación para Alcohólicos y Drogadictos, tiene experiencia de 15 años auxiliando a los alcohólicos indigentes.
“Alrededor de la fábrica se reunían diariamente una veintena de alcohólicos a beber hasta ser vencidos por el alcohol (…) Por esa época murieron como cinco en esa esquina”, recuerda. “Cuando uno de estos alcohólicos llegaba a una iglesia, en muchas no los dejaban entrar, en otras entraban pero se abría un espacio alrededor de él. Imagínate, marginado en la calle, marginado en la familia y marginado también por la Iglesia (…) Nosotros salimos por las noches, vamos a los lugares donde duermen y le llevamos caldosas, arroz con picadillo, según las posibilidades”, agrega.
El sistema de salud cubano mantiene programas de prevención de adicciones y centros municipales de salud mental que inician el tratamiento a partir de la solicitud del adicto. En la isla existen alrededor de 108 grupos de Alcohólicos Anónimos y una decena de grupos, vinculados a las iglesias, que trabajan con programas de rescate para los adictos a las drogas fuertes y el alcohol.
Según investigaciones realizadas por Unidad Nacional de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades en el 2016, el punto más alto de ingesta de alcohol es de 53%, en el centro del país. La Organización Mundial de la Salud señaló que Cuba tiene una las tasas más altas de mortalidad por causas atribuibles al alcohol.
Nadie se inicia en los ‘escuadrones’
Silvana no recuerda su edad, su fecha de nacimiento o los nombres de las personas que amó. Esta mujer de unos 50 años deambula por las calles del Cerro con el único objetivo de encontrar un “escuadrón” para beber alcohol. La adicción la llevó a romper todo vínculo familiar, incluyendo a su hijo de 12 años. Las fotos que la recuerdan, ofrecidas por los vecinos del barrio, mostraron una mujer bella, con cierta timidez en el rostro.
Nadie comienza a beber en un “escuadrón de la muerte”. Se les puede creer a sus miembros cuando alguno se describe como profesional, con una familia feliz, mucho dinero o que viajó todo el mundo. Algunos aún conservan sus casas maltrechas o comparten techos con familias disfuncionales.
En el largo camino hacia estos “escuadrones de la muerte” se pierde todo, menos los deseos de vivir.
“Tú sientes cómo el alcohol te mata lentamente pero no puedes dejarlo”, dijo Sergio Catán, parte de uno de estos grupos. “Tengo una hermana pero es por gusto. Mi hijo se fue del país y no he sabido más nada de él (…) A veces como, a veces no. Una vez estuve seis días sin comer, ahí mismo en esa cama (…) Claro que siento miedo, todas las noches. Cada vez que me acuesto a dormir tengo la impresión de que no voy a levantarme nunca”, añadió.
[Este reportaje de Augusto César San Martín y Rudy Cabrera fue publicado originalmente en Cubanet]