La estatua de 11 toneladas de Felix Edmundovich Dzerzhinski podría de nuevo estar en el centro de Moscú por iniciativa de los comunistas rusos. La Comisión Electoral de la capital aprobó la petición que hizo el partido comunista para realizar un referéndum sobre el retorno a la plaza Lubianka de la estatua del fundador de los organismos de represión en la URSS. El 24 de junio, la duma capitalina analiza el pedido y podría dar el pistoletazo para que los comunistas busquen 146 mil firmas de apoyo en un plazo de 28 días.
La estatua de bronce se erigió en diciembre de 1958 y fue una de las primeras en desmantelarse la noche del 22 de agosto de 1991 tras el fracaso del golpe de estado neobolchevique contra Mijail S. Gorbachev. La figura de Dzerzhinski era el símbolo de una época odiada, de un órgano represor y de un sistema de infamia. Aquella noche de agosto los rusos, con una grúa, quitaron al fundador de la KGB de su pedestal y a gritos pedían que mandaran la estatua a la Siberia, a donde fueron condenados millones de soviéticos.
A Dzerzhinski en diciembre de 1917 Vladimir I. Lenin lo nombraba presidente de la naciente Comisión Extraordinaria de toda Rusia (VChK), la abuelita de la KGB. Siguió al frente de ese organismo cuando cambia el nombre por GPU (Dirección Política Principal) y después OGUP, al tiempo que fungía como comisario de asuntos internos. Fue el organizador del llamado “Terror Rojo” de 1917 a 1922. El número de víctimas de ese terror llega a 2 millones, incluyendo opositores y sus familiares ejecutados; y también a los rehenes, que bien eran familiares o vecinos de un poblado que apoyaban al zar o al ejército blanco.
Con la llegada de Putin al poder en diciembre de 1999 la nostalgia soviética ha tomado proporciones alarmantes.
Bajo el mando de Dzerzhinski se crea en 1919 el primer Gulag en la isla de Solovki. Se convierte un monasterio ortodoxo en el primer campo de concentración soviético y la familia imperial es fusilada en 1918, entre ellos el zarévich Alexei de 13 años. Cuando la invasión bolchevique a Polonia en 1920, por su origen polaco, se convierte en uno de los miembros del llamado Comité Revolucionario Provisional de Polonia, órgano títere de Moscú. La misión era crear otra república soviética e integrarla a la URSS. Por ordenes de Dzerzhinski se instituye la campaña de terror en Crimea entre 1920 y 1921, ordenando la eliminación de todos los “enemigos de clases”, incluido el personal médico de la Cruz Roja Internacional que estaban allí.
Durante los primeros años de la Rusia postsoviética no solo se desmantelaron las estatuas de los personajes soviéticos, también retornaban los nombres originales de las calles y plazas que tenían el de Dzerzhinski. Boris N. Yeltsin le quita el nombre que llevaba la entonces Escuela Superior del KGB, pasando a ser la Academia del Ministerio de Seguridad de Rusia y lo mismo pasó con la división élite del ministerio del interior. Pero por decreto de Vladimir V. Putin firmado en septiembre del 2014 recobra su nombre.
La estatua desmontada de la Plaza Lubianka en 1991 no fue a la Siberia, sino que la colocaron en un parque de Moscú.
Con la llegada de Putin al poder en diciembre de 1999 la nostalgia soviética ha tomado proporciones alarmantes. Recobró el actual presidente el himno soviético para convertirlo en el ruso y aparecen fotos y estatuas a Stalin en los desfiles del 9 de mayo. En noviembre del 2005, en la sede de la policía moscovita, en la calle Petrovka 38, se colocó de nuevo el busto a Dzerzhinski, que habían retirado en agosto de 1991.
Para el 2013 en Rusia quedaban 1324 plazas, avenidas y calles que tienen el nombre del creador de los campos de concentración en la URSS y en la ciudad de Nizhni Novgorod, hay un busto de este frente al edificio del ministerio del Interior.
La estatua desmontada de la Plaza Lubianka en 1991 no fue a la Siberia, sino que la colocaron en un parque de Moscú. Ha estado como objeto de exposición en el Parque Cultura Muzeum, donde hay cientos de estatuas, bustos y placas de la etapa soviética, junto a las de Stalin, Lenin, Gorki, Sverdlov, Brezhnev, Marx e inclusive una pared conmemorativa a las víctimas del estalinismo.
Los comunistas rusos intentaron en el 2013 similar propuesta, pero no fructífero. Las encuestas de ahora, tras la conquista de Crimea y la crisis con Ucrania, afirman que un 43 por ciento de rusos desean el retorno de la estatua a su lugar. A la rotonda donde piensan regresarla se levanta el monumento a las víctimas de la represión política en la URSS y es precisamente una piedra de la isla Solovki, el gulag que fundo Dzerzhinski.