La historia de éxito de siete jóvenes bailarines cubanos que en tan solo seis meses se han insertado en prestigiosas compañías estadounidenses llamó la atención del New York Times, especialmente la de la joven Arianni Martin, que este mes protagonizará Cenicienta, con el Ballet de Arizona.
“Ahora tenemos la oportunidad de sobresalir, por eso estamos aquí. Estoy aprendiendo este nuevo estilo de Balanchine, es difícil pero me da un sentido de libertad. Siento que ahora podemos hacer cualquier cosa", dijo la joven.
El pasado mes de abril, los bailarines que estaban de gira por México, viajaron en bus de Yucatán a Nuevo Laredo, limítrofe con Texas, y cruzaron la frontera con los Estados Unidos hasta llegar a Miami, sin dinero, sin trabajo y sin el conocimiento del inglés. “Teníamos que hacerlo”, dijo Martin al NYTimes.
Una vez que los bailarines llegaron a la Florida, se les dio refugio, apoyo y capacitación por parte del Ballet Clásico Cubano de Miami y su director Pedro Pablo Peña.
El diario recuerda que en el caso de los cubanos, los bailarines son tan valorados como los peloteros pero los jóvenes han dicho que necesitan escapar de un sistema que parecía congelado en el tiempo y sujeto a favoritismo político.
La nota llama la atención sobre el hecho de que la isla de 11 millones de habitantes, haya generado tantos buenos bailarines, especialmente figuras masculinas como Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Yat -Sen Chang Oliva, Yosvani Ramos y los hermanos Daniel y Rolando Sarabia.
El diario explica que para disuadir las deserciones, que han plagado el Ballet Nacional desde 1960 y se han acelerado en los últimos años, los directores de la compañía han circulado historias de horror de los bailarines en el extranjero y que no terminan trabajando como camareros. Un funcionario no identificado del Ballet Nacional dijo a The Associated Press que la situación de los siete bailarines podría resultar especialmente difícil porque no eran conocidos a nivel internacional.
Sin embargo, uno de los bailarines, Edward González, audicionó para el Ballet de Sarasota en la Florida y consiguió firmar con la compañía; Annie Ruiz Díaz y Luis Víctor Santana están con el Ballet de San Juan; Alejandro Méndez en Phoenix, y Josué Justiz, en la cantera del Washington Ballet. Este último criticó el enfoque limitado y poco innovador del Ballet Nacional de Cuba, con un repertorio reducido a un puñado de ballets clásicos como " Giselle " y " Lago de los Cisnes".
“Ahora tenemos la oportunidad de sobresalir, por eso estamos aquí. Estoy aprendiendo este nuevo estilo de Balanchine, es difícil pero me da un sentido de libertad. Siento que ahora podemos hacer cualquier cosa", dijo la joven.
El pasado mes de abril, los bailarines que estaban de gira por México, viajaron en bus de Yucatán a Nuevo Laredo, limítrofe con Texas, y cruzaron la frontera con los Estados Unidos hasta llegar a Miami, sin dinero, sin trabajo y sin el conocimiento del inglés. “Teníamos que hacerlo”, dijo Martin al NYTimes.
Una vez que los bailarines llegaron a la Florida, se les dio refugio, apoyo y capacitación por parte del Ballet Clásico Cubano de Miami y su director Pedro Pablo Peña.
El diario recuerda que en el caso de los cubanos, los bailarines son tan valorados como los peloteros pero los jóvenes han dicho que necesitan escapar de un sistema que parecía congelado en el tiempo y sujeto a favoritismo político.
La nota llama la atención sobre el hecho de que la isla de 11 millones de habitantes, haya generado tantos buenos bailarines, especialmente figuras masculinas como Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Yat -Sen Chang Oliva, Yosvani Ramos y los hermanos Daniel y Rolando Sarabia.
El diario explica que para disuadir las deserciones, que han plagado el Ballet Nacional desde 1960 y se han acelerado en los últimos años, los directores de la compañía han circulado historias de horror de los bailarines en el extranjero y que no terminan trabajando como camareros. Un funcionario no identificado del Ballet Nacional dijo a The Associated Press que la situación de los siete bailarines podría resultar especialmente difícil porque no eran conocidos a nivel internacional.
Sin embargo, uno de los bailarines, Edward González, audicionó para el Ballet de Sarasota en la Florida y consiguió firmar con la compañía; Annie Ruiz Díaz y Luis Víctor Santana están con el Ballet de San Juan; Alejandro Méndez en Phoenix, y Josué Justiz, en la cantera del Washington Ballet. Este último criticó el enfoque limitado y poco innovador del Ballet Nacional de Cuba, con un repertorio reducido a un puñado de ballets clásicos como " Giselle " y " Lago de los Cisnes".