Este último sábado, al final de la presentación de mi libro de crónicas en el primer Festival de Literatura Independiente Vista –todas las crónicas escritas en el exilio–, tuve una conversación inquietante con uno de los organizadores, el escritor y promotor cultural Armando Añel.
Emocionado por presentarme ante un público desconocido, aseguré a Añel que esto que están haciendo es un magnífico ejemplo del reencuentro de la nación. Él me miró unos segundos y no pudo evitar la risa compasiva.
–¿Qué nación? Es el individuo lo que priorizamos aquí... –comentó.
¿Me estaría equivocando?
Como quedé pensativo, antes de marcharme agregué en un aparte:
–No me referí al nacionalismo, Añel, estaba tratando de decirte que por fin estamos haciendo cosas al margen del Estado.
Pero la reflexión duró todo el fin de semana. Y, sí, Añel tenía razón. Veamos por qué.
Miami es una coctelera (peligrosa)
Un evento noble donde se le da abrigo a escritores "de ambos lados" –de las dos orillas, de dentro y fuera de Cuba– resulta que va a tener ya no sus enemigos, que eso sería natural, sino sus aterrados observadores. En el programa aparecían disidentes, palabra maldita que el Estado cubano se ha encargado de hacer terrorífica mediante una minuciosa labor de separatismo entre nacionales. Incluso entre nacionales que viven fuera de Cuba pero no han logrado vivir fuera de la dictadura.
Las razones para el terror son diversas, pero citemos la más práctica: el retorno temporal a visitar familiares en la isla.
Ese es un chantaje del Estado cubano que les funciona todavía. Ellos continúan teniendo el control del ciudadano mediante el pasaporte único (el cubano) para entrar a la isla. Pero no solo controlan los aberrantes precios que hay que pagar por el documento; también regulan el lado emocional del exiliado, quien, habitualmente, no se reconoce como tal (claro, puede entrar y salir, con condiciones), sino suele identificarse como "emigrante".
Luego está el nombre "mefistofélico" de la entidad organizadora: Neo Club Press, algo así como el cuerpo recalcitrante que impide avanzar, cuando en realidad es todo lo contario: se trata de un espacio abierto. Y eso quedó demostrado este fin de semana en el festival que ellos organizaron.
Decir Carlos Alberto Montaner es lo máximo del miedo. Es un sujeto que, para no poca gente, incluso, repetimos, viviendo fuera, representa "el coco", el hombre con un saco que se lleva a los niños. Y Montaner estaba en el programa con la conferencia "Literatura y guerra fría" y la presentación de su novela Tiempo de canallas.
Para rematar, el domingo estuvo en persona Guillermo Fariñas, otro "coco" del exilio cubano, "terrorífico", un hombre sin pelos en la lengua. Su novela-testimonio El abismo por dentro viene a poner en blanco y negro la –ahora sí, sin comillas– terrorífica guerra de Angola, donde murieron miles de cubanos y otros miles regresaron locos y/o mutilados.
Lo más curioso es que de eso sigue hablando entre nosotros, con toda razón porque esa guerra es trauma nacional; pero presentarse allí en el festival tal vez era señalarse demasiado.
Como se señalarán los que este miércoles 17 se presenten en la Florida International University (FIU) donde se dará a conocer el Premio Nacional de Literatura independiente de Cuba Gastón Baquero –independiente al que dan en La Habana–, ideado por Neo Club Press.
Mientras ocurrían las presentaciones de libros "malditos" de este último sábado, muchos cubanos se daban cita en el Miami Dade County Auditorium para presenciar el show Sabadazo, un remake del programa humorístico de la televisión cubana, ahora con actores de ambas orillas, los que se fueron y los que se quedaron que están de visita. Todo gracias a la buena voluntad de Obama que ha propiciado eso que denominan "intercambio cultural pueblo a pueblo".
Lo que Obama no sabe –o tal vez sí, aunque no lo considere demasiado importante– es que la "inteligencia" castrista trabaja día y noche para aterrorizarnos, y lo logra en algunas personas.
Por eso el organizador Añel, en parte, no se equivocaba. Él se replanteaba el concepto de nación a partir de lo que es Miami, una coctelera en tensión.
Este que escribe sigue apegado al concepto clásico, pero muy probablemente se deba a que es nuevo en la ciudad. De momento, comprobó que algunos amigos no fueron a su presentación por temor al "coco".