Del 26 al 31 de julio se desarrolla en Cracovia, Polonia, la Jornada Mundial de la Juventud 2016. Es una cita en el país más católico de Europa, donde cientos de miles de jóvenes viajan y entre otras cosas, recuerdan a Juan Pablo II. La cifra oficial de participantes, antes del inicio, era de 360.000 jóvenes, pero los organizadores polacos afirman que la cifra de locales e internacionales que participan en el encuentro puede llegar hasta los 1.5 millones.
En la misa inaugural se calcula que participaron unos 500.000 fieles, que fue presidida por el cardenal polaco Stanislaw Dziwisz, quien recordó a las víctimas de los últimos ataques terroristas, en especial al sacerdote asesinado en Francia.
"Todos somos hermanos y hermanas, somos hijos de un solo Dios cuyo corazón es misericordioso y tiene lugar para todos", señaló.
"Queremos vivir en paz y rezamos para que esa paz llegue hasta nuestro mundo, para que cese la violencia, la injusticia y el hambre", dijo Dziwisz desde un púlpito presidido por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
El prelado tuvo palabras de recuerdo para el religioso francés de 85 años asesinado mientras celebraba la eucaristía" en la localidad de Saint-Etienne-du-Rouvray, y apoyó a "los jóvenes presentes que proceden de las zonas del mundo donde la voz la tiene la violencia y el terrorismo ciego".
Para evitar atentados terroristas, se han movilizado 200.000 policías en todo el país, unidades de helicópteros patrullan la ciudad, y en estado de alerta permanecen bomberos, agentes de protección y guardas fronterizos. El costo de la seguridad asciende a 23 millones de euros.
"A causa de la JMJ ha entrado en vigor en todo el país el nivel de alerta nacional ALFA (1) y el nivel BRAVO en seguridad ante ciberataques", dijo el portavoz del Gobierno polaco, Rafal Bochenek, quien confirmó que este estado se mantendrá hasta el próximo 1 de agosto.
"Decidimos venir a Polonia porque es la patria de Juan Pablo II, y estamos sorprendidos de encontrar un pueblo tan amable, que hace todo para hacer agradable nuestra estancia", explicó una peregrina de Trinidad y Tobago durante un encuentro con jóvenes organizado en Cracovia.
Este miércoles, el papa Francisco llegó a Polonia, donde se ha diseñado un amplio dispositivo de seguridad reforzado después de los últimos ataques en Francia y Alemania.
Juan Pablo II, el Papa eterno de los polacos
Cuando los polacos hablan del "papa" se refieren sin duda a Juan Pablo II, el primer pontífice polaco de la historia, una figura carismática que reinó por 27 años y que marcó la historia de la Iglesia católica de finales del siglo XX. La llegada del argentino Francisco, quien visita por primera vez Polonia para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), despierta sentimientos encontrados, sobre todo por sus posiciones a favor de la acogida de refugiados.
El papa santo suele ser mencionado en documentos y publicaciones al contrario de Francisco, que no fue citado por los obispos polacos en las cartas enviadas a sus fieles con ocasión de la JMJ, mientras citaron tres veces a Juan Pablo II.
"Juan Pablo II es un santo para la Iglesia, no hay nada sorprendente en ello," explicó Zbigniew Nosowski, jefe de redacción de la revista católica Wiez de Varsovia. "Los polacos no conocen a Francisco, así como el papa argentino no conoce Polonia", recalca. "Pese a ello reina el entusiasmo entre los jóvenes", sostiene.
El viaje de Francisco del 27 al 31 de julio a Cracovia es muy diferente a los de Juan Pablo II durante las nueve peregrinaciones realizadas a su tierra natal durante su largo pontificado. La visita de Francisco a la patria de Karol Wojtyla nace de su deseo de acercarse a los jóvenes católicos de todo el mundo, un objetivo más universal.
Las aperturas del pontífice argentino, entre ellas la posibilidad para algunos divorciados que se vuelven a casar de acceder a la comunión, incomoda a los católicos polacos, tradicionalmente muy conservadores.
"Con su mensaje a favor de que Europa reciba a los refugiados, más político, el papa molesta", reconoce Nosowski. "Para muchos exagera con el tema de la misericordia y compasión por los pobres y refugiados. Y no solo los polacos se irritan con ello", sostiene.
Antes de la llegada del pontífice argentino, el gobierno conservador de la primera ministra Beata Szydlo cumplió varios gestos claves. Autorizó fondos para la vivienda de refugiados provenientes de Jordania, Líbano y Turquía.
Una decisión tomada pese al lavado de pies que el papa hizo a varios emigrantes, entre ellos dos musulmanes, durante la ceremonia del Jueves Santo, lo que provocó una avalancha de críticas contra Francisco en Polonia, recuerda Ignacy Dudkiewicz, de la revista católica Kontakt. "Los obispos polacos apoyan formalmente el mensaje de Francisco de acoger a los refugiados, pero sin mucha convicción," explicó.
"Debido al tema de los refugiados, Francisco ha sido enfangado, tanto en forma anónima como pública. Inclusive algunos periodistas católicos conservadores llegaron a cuestionar la legitimidad de su elección, acusándolo de querer destruir a la Iglesia. Esas opiniones no fueron condenadas por la jerarquía de la iglesia polaca", subraya.
De acuerdo con un usuario polaco, bastante representativo y moderado, Francisco "no debería ser papa". "Necesitamos un papa fuerte, una piedra sobre la cual construir la Iglesia y no serán los ecologistas, los masones, los islamistas, los conquistadores disfrazados en pseudo-refugiados que servirán de escudo para protegerla. ¡Es absurdo que pida a cada parroquia que albergue un refugiado árabe!", escribió el bloguero.
La otrora poderosa Iglesia polaca, acostumbrada a un pasado muy pomposo, ha perdido mucho peso en los últimos años. "Es que tiene miedo de perder su posición, tanto institucional como financiera. Tiende a no obedecer a Francisco en su pedido a favor de una Iglesia pobre y para los pobres, como la de los primeros siglos del cristianismo, sin púrpura ni limusinas y sin apartamentos de lujo", estima Pawel Boryszewski, sociólogo de la religión.
"La jerarquía polaca está preocupada. Un obispo en bicicleta y sandalias, es algo raro aquí", dice. Por ello prefiere "guardar silencio y esperar el final de este pontificado".
Las autoridades se han esmerado al máximo en los preparativos de este evento y la visita papal, a pesar de que algunas voces dentro del Gobierno y de la propia Iglesia local han criticado la excesiva apertura del pontífice argentino.
Desde noviembre gobierna Polonia el partido nacionalista y ultraconservador Ley y Justicia, una formación que presume de representar los valores cristianos y con una relación muy cercana con la jerarquía católica polaca. Este partido se ha destacado por su oposición a acoger las cuotas de refugiados de Oriente Medio y África impuestos desde Bruselas.