SANTA CLARA, Cuba.- Aunque el gobierno cubano promueve campañas a favor de la procreación, las parejas cubanas se lo piensan mucho antes de traer al mundo a una nueva criatura.
“Nadie quiere que sus hijos pasen trabajos. Aquí si no tienes a alguien que te ayude de allá afuera difícilmente podrás darles lo indispensable”, asegura Deyvis Duvergel, orgulloso padre de una bebita de casi 2 años, su esposa corrobora la sentencia anterior.
“Nosotros tuvimos suerte. Mi hermana que vive en Estados Unidos ha asumido toda la canastilla de nuestra pequeña Alexa. Con nuestros salarios jamás podríamos comprar cuna, colchón, ropa, zapatos.”
En las tiendas “oficiales” los precios, en el caso de que aparezca el producto, superan ampliamente el salario promedio, que oscila sobre los 455 pesos en moneda nacional (MN) [740 pesos según cifras oficiales de junio de 2017].
En las dependencias gubernamentales una sábana para la cuna ronda los 200 pesos MN (8 a 10 CUC); una cuna entre 100 y 120 CUC (2500 a 3000 pesos MN) y el colchón otros 50 CUC (1250 pesos MN).
A las futuras madres, aproximadamente en la semana 34 de su gestación, se les asigna una cuota popularmente conocida con el nombre de “canastilla”. Incluye una sábana, dos toallas, dos biberones, un muñeco, una colonia, una crema, diez pañales de gasa, diez metros de tela antiséptica y un par de medias. Todo al costo de 85 pesos MN.
Linet y Yosvani consideran que es una pequeña ayuda, pero el problema viene después, porque con eso no se puede mantener a un hijo.
“No hay que ir a la universidad para saberlo. Claro que me gustaría comprar los pañales desechables, pero el precio ronda entre los 5 y 12 CUC (125 y 300 pesos MN), dependiendo de la cantidad y también la calidad. Nosotros tenemos jimaguas, la leche de pecho no los sacia. Hay que comprar NAN, la leche más parecida a la materna. Cada lata ronda los 4 CUC (100 pesos MN)”.
La dura realidad socioeconómica que golpea a la Isla incide en la subjetividad de los cubanos que ahora se plantean la conformación de familias pequeñas y cada vez más, la posposición de este proyecto de vida.
“Si el estado cubano brindara alguna ayuda a los que tienen más de un hijo, como creo hacen en China, más parejas se embullarían a tenerlos. Siempre quise tener dos niños, pero la realidad me supera. Es mucho el gasto, y por ellos uno gasta lo que tiene y lo que no. El problema es que no hay de dónde sacar”.
Olga Martha es Licenciada en Educación y sabe que la baja natalidad en Cuba no garantiza el reemplazo generacional, por lo que dentro de unos años no habrá fuerza laboral que cubra los puestos indispensables.
“A la gente no se le pude obligar a tener hijos. Es una decisión muy personal pero lo peor resulta que aquí viene acompañada de la condición económica del país, cada vez más decadente”.
La Isla, si en algo avanza, es hacia los niveles de fecundidad más bajos de Latinoamérica y lo más fácil es decir que el problema radica en que las mujeres tienen más opciones desde el punto de vista profesional y por eso postergan su sueño materno.
“Tener un hijo siempre es una bendición, pero se convierte en un problema mantenerlos, al menos, con lo más decoroso, lo indispensable”. Así lo cree Yanet Rodríguez, quien tiene la suerte de que su esposo cumplió una misión internacionalista en Bolivia; si no hubiera sido así, su realidad hoy sería otra.
“Nosotros decidimos esperar a su regreso. Sabíamos que con el pago de la misión al menos tendríamos para cubrir los principales gastos. De tanto esperar ahora tengo 33, tenemos que apurarnos. Uno va posponiendo, esperando el momento ideal, y si ocurre de repente hay que asumirlo. Por ahora estamos arreglando la casa porque cuando me embarace no acabarán los gastos. Se duplicarán”.
Hay que pensarlo mucho en Cuba a la hora de tener hijos. Por mucho que se lancen campañas, falta el apoyo gubernamental que, en primera instancia, pudiera traducirse en la rebaja de los artículos indispensables para un niño, y no únicamente en sus primeros años de vida. Hasta tanto la situación no cambie el país seguirá encabezando las listas de más baja natalidad.