La próxima publicación en Cuba de la novela 1984, de George Orwell, parece un chiste pero podría ser real.
En la venidera Feria del Libro de La Habana –un encuentro literario absolutamente regido por la censura y enfocado en tendencias izquierdistas convenientes al régimen comunista- la obra de Orwell, esa cumbre del anti totalitarismo, formará parte de un catálogo de novedades editoriales de 40 títulos, que serán presentados en la XXV edición de este encuentro, programado para principio de febrero, entre los días 11 y 21.
A pesar del cansancio que provocan 57 años de unipartidismo y férrea dictadura, la supuesta publicación ahora de este clásico de la literatura contemporánea ha removido los corrillos literarios de cubanos acostumbrados a una política editorial vertical, conveniente, una política de acuerdo con los tiempos en que se ha movido la dictadura a lo largo de casi seis décadas.
Tal vez sea por ello que publicar en estos momentos el libro que mejor ilustra lo sucedido en Cuba, ahora que el enemigo principal –Estados Unidos- ha dejado de serlo por voluntad expresa del presidente norteamericano. Pero algunos escritores y activistas civiles consultados por Martí Noticias soltaron una risa antes de comentar el hecho.
No es para menos. El “Gran Hermano”, término acuñado por la novela de Orwell, ha sembrado tanta discordia en la nación que tardará mucho tiempo en desaparecer la paranoia y la duda hacia el prójimo. Ese “big brother” que ha llegado a la frivolidad del reality show en todo el mundo, ha sido un ente agresivo en, al menos, cuatro generaciones de cubanos. Lo peor, y por tal motivo paradójico, es que continúa existiendo entre nosotros y no solo dentro de la isla.
Al ser consultado esta mañana por el programa Contacto Cuba, a través del teléfono, el escritor censurado y desde hace muy poco en el exilio, José Hugo Fernández, dijo: “Esta noticia parece un chiste”.
Fernández es guionista y novelista, pero su obra narrativa, mayormente, ha sido publicada fuera de su país, mientras él escribía guiones de radio para emisoras estatales –las únicas legales- y después columnas de opinión para la prensa de asuntos cubanos radicada en el extranjero.
George Orwell escribió este manual de uso sobre regímenes totalitarios en 1948. Desde esas páginas, anticipadamente, retrató la estructura de poder del castrismo: Los ciudadanos como propiedad del estado, el control de los medios de información a través de un “ministerio de la verdad”, la policía del pensamiento (¿alguien se acuerda del término castrista “diversionismo ideológico”?), y muchos otros conceptos que podrían parecer una aberración si no hubiera existido el estalinismo y luego la denominada revolución cubana.
Arte y Literatura llega “a la fiesta” con 55 años de retraso
La editorial Arte y Literatura, fundada en 1967 y adscrita al Ministerio de Cultura –uno de los muchos entes de control de la información- es la encargada de presentar la “novedad” editorial. Pero llega con unos 55 años de retraso. Si tomamos como punto de partida la publicación en Cuba de esta obra, en 1961, a cargo de la editorial Librerías Unidas SA, la tardanza no parece un descuido, sino toda una intención de silenciar un título que muy probablemente haya servido de inspiración para montar el virulento estado represivo cubano.
El escritor y editor Ernesto Pérez Chang, antes de ser un disidente abiertamente dicho, trabajó en Arte y Literatura. Según dijo esta mañana desde La Habana, los planes editoriales siempre han sido bien delineados en esa editorial, basados en órdenes superiores primeramente y, cuando alguien propone reeditar determinado título, se analiza y “se eleva” la propuesta. Esto quiere decir que quien decide finalmente es el propio Estado. Pérez Chang confirmó que desde el año 2009, aproximadamente, algunos editores de este sello propusieron editar la obra de Orwell –también Rebelión en la granja-, pero la idea fue declinada.
Nada escapa a la censura oficial, por eso que publiquen 1984 ahora debe responder a alguna estrategia del gobierno, comenta Pérez Chang a través de una ruidosa línea telefónica que, además estar defectuosa por un día de lluvia, también suele estar “pichada” por el Gran Hermano. El editor y periodista independiente recordó que el radicalismo de la “revolución” comenzó hacia 1965, por lo que la publicación de esta obra en el 61 no estuvo controlada. Precisamente, según explica un artículo de Diario de Cuba, se editó entonces para prevenir del peligro del comunismo autoritario.
Para Pérez Chang, publicar 1984 ahora no significa nada. ¿Por qué no publican autores como Pedro Juan Gutiérrez, Wendy Guerra, Ángel Santiesteban?, pregunta el editor para concluir su escepticismo acerca de una apertura de la información.
Por su parte, el opositor de Santiago de Cuba José Daniel Ferrer, a partir de ahora, supuestamente no tendrá que esconder ese libro “maldito” cuando le hagan registros, tanto en su vivienda como en la sede la organización política opositora Unión Patriótica de Cuba (UNPACU). Dice Ferrer que 1984 es un material de consulta obligatorio en sus conversaciones con nuevos activistas. No sólo el libro, sino también la película homónima, que él debate en talleres sobre derechos civiles.
Ex prisionero político y ahora un activo luchador por los derechos humanos dentro de la isla –fue duramente golpeado en la calle, este último domingo, durante una marcha cívica-, Ferrer también ríe a través del hilo telefónico. El personaje de Winston Smith que encarna John Hurt en la película es uno de sus favoritos, comenta. El Gran Hermano u ojo omnisciente continúa existiendo y ejerciendo su papel en la sociedad cubana, aunque no es menos cierto que la gente ha perdido un poco el miedo a expresarse libremente, opina el líder de UNPACU. Pero sí, dice Ferrer, “tendremos que esconder el libro igualmente. El régimen es tan retorcido que te acusaría de darle un mal uso”.
El concepto orwelliano, un manual de estilo
Mientras el ciudadano mundial se queja de la vigilancia por cámaras de seguridad, instaladas en casi todos los sitios de la vía pública y establecimientos comerciales, en un país totalitario como Cuba las cámaras cumplen una finalidad política, un recurso de espionaje personalizado que, muchas veces, sirve como prueba en juicios políticos sin garantías procesales.
El derecho a la propiedad de la imagen individual en Cuba no existe; sin embargo, tomar fotografías o videos en la calle está regulado por los “órganos de la Seguridad del Estado”. La pérdida total de los derechos ciudadanos es algo a lo que están acostumbrados los cubanos que viven en la isla.
En Cuba, “el Gran Hermano suple a todo personaje político: él es el comandante en jefe, el guardián de la sociedad, el dios pagano y el juez supremo”. En esto, el concepto orwelliano, recogido en Wikipedia, retrata nuestra situación. Y se acerca más todavía cuando engloba ese ojo rector en una entidad que a nosotros alguna vez nos sonó como algo natural, aunque no lo es: El Partido.
Un vistazo a la página web de la editorial Arte y Literatura permite comprobar que el susodicho libro todavía no está disponible. No se ofrece información visual de la cubierta ni sabemos aún quién firma el prólogo y qué dice. Habrá que esperar.