A 24 horas del acontecimiento, aún la prensa cubana no había ofrecido una línea informativa a sus lectores: las Grandes Ligas del Béisbol de Estados Unidos envían este martes a La Habana a una delegación verdaderamente VIP.
No se trata solo de que acudan a la Isla del Caribe, 16 años después de la visita de Orioles de Baltimore, el federativo Joe Torre y el exjugador Dave Winfield, dos hombres ligados durante mucho a los Yankees de Nueva York.
Tampoco mencionemos--y no es poca cosa-- que digan presente, en visita de buena voluntad, estrellas del momento como Clayton Kershaw, Miguel Cabrera, Nelson Cruz y Jon Jay. Es que, por añadidura, el gobierno de Raúl Castro aceptó la solicitud de incluir a jugadores escapados de la patria socialista como José "Pito" Abreu, Brayan Peña y tal vez --porque no han ratificado que este último aborde el avión-- Yasiel Puig.
Según informaciones preliminares del sitio oficial de Major League Baseball, los cubanos estarían confinados en hoteles escogidos por la nomenclatura, donde podrían --solamente allí-- reunirse con sus familiares residentes en Cuba.
Ya sabemos que los Castro se arrogan el derecho de aceptar en su tierra, a contrapelo de la declaración universal de derechos humanos, solamente a aquellos emigrados políticamente correctos, esto es, los que se cuidan de criticar a los gobernantes que dejaron atrás. (Y que conste que no cuestiono a quienes, desde la placidez del exilio, guardan silencio sobre estos temas: aquí son dueños de sus actos).
Respeto entonces, igualmente, a un hombre como el habanero Yunel Escobar, entrevistado hace unos meses acerca de la posibilidad de representar a su país en futuros torneos internacionales. "No le haría el juego a quienes, ahora mismo, me impiden el derecho de visitar la tierra donde nací", dijo entonces Escobar.
Y aunque hasta el lunes el periódico Granma no había dicho ni papa sobre la llegada de los bigleaguers, sí dedicó en cambio un espacio al comentario "El béisbol es sagrado", referido a la ausencia de Yulieski Gourriel del Juego de las Estrellas 2015, en la oriental provincia de Las Tunas.
El redactor aparenta exonerar de culpas a Gourriel, porque está lesionado, pero un lector sugiere la posibilidad de que todo sea un ardid de la cúpula de gobierno (las últimas cinco palabras son mías) para tener listo al espirituano, ante la comitiva de MLB, como una de las joyas de la corona beisbolera criolla.
Las vestiduras, rasgadas, han dejado desnudo al rey, y como dato añadido se anunciaba, el fin de semana reciente, que los futbolistas cubanos están abiertos --papá Estado de por medio, eso sí-- para su contratación en ligas extranjeras.