“Tú vas a ser presidente de Venezuela pero vas a estar preso primero, la señal la cargas encima”, “antes de los 60 años enfermarás gravemente y vas a morir”. Estas son sólo 2 de las predicciones que la bruja Cristina Marksman le sentenció al difunto presidente de Venezuela Hugo Chávez.
Chávez heredó las visiones de las ánimas de la sabana donde nació y sus raíces católicas, pero siendo amante de Herma -(hermana de Cristina)- entre 1982 y 1992 se apasionó con la lectura de las cartas, también aprendió el uso de la ouija durante su estancia en la cárcel tras el fracasado golpe de estado, y desde entonces se entregó a estas creencias, usó amuletos, intentó hacerse masón, se relacionó con los chamanes indígenas en sus visitas a la montaña de Sorte, y participó en rituales espiritistas en las que charlaba con el espíritu del libertador Simón Bolívar o tenía apariciones de su bisabuelo revolucionario “Maisanta”. El líder venezolano se inició en la santería bajo el signo de Changó en un ritual celebrado en La Habana, según explicó el santero cubano Carlos Valdés en la televisión de Miami.
Muchos de estos datos están recogidos en el libro “Los brujos de Chávez: la magia como prolongación de la política”, fruto de 3 años de investigación del periodista venezolano-español David Placer, y que contiene evidencia documental y testifical concluyente, incluyendo la del exministro de Defensa Raúl Baduel.
“Las prácticas santeras surgen con el chavismo gracias a la influencia de Fidel Castro, que aprovecha la superstición de Chávez para introducir a los santeros en todas las instituciones del Estado… Chávez se rodeó de babalawos cubanos. La santería comenzó a llenar los ministerios, las fuerzas armadas y las altas oficinas del Gobierno” – afirma Placer, y añade – “Chávez utilizó la brujería para controlar Venezuela y manipular al pueblo. Hasta tal punto que la santería importada desde Cuba transformó la manera de hacer política.”
Estos santeros no solamente consultaban a Chávez previo a sus viajes y reuniones importantes, sino que espiaban y pasaban información a La Habana y hacían “trabajos” para asegurar los triunfos del chavismo en las elecciones. Existen testimonios de un piloto de helicóptero de la Fuerza Aérea que se negó a pilotear su nave con 4 babalawos cubanos que esparcirían polvo sobre Caracas mientras rezaban sobre un tablero de Ifá, durante las elecciones parlamentarias del 2005 cuando Chávez logró la mayoría congresional.
La presencia de santeros y paleros cubanos en Venezuela se asocia a la enorme cantidad de tumbas profanadas en sus cementerios. Los santeros en general creen que la muerte de Chávez es resultado de una maldición por disponer la apertura de la tumba de Simón Bolívar en 2010. 8 de las 9 personas que autorizaron la apertura de dicha tumba han muerto desde entonces. No pocos cristianos, por el contrario, afirman que la muerte fue el resultado de la maldición pronunciada por Chávez contra Israel.
Nicolás Maduro ha continuado los rituales de santería que Chávez hacía en el propio Palacio de Miraflores. Cilia Flores, su esposa, es una devota practicante mientras que Maduro divide su fé entre la santería, el espiritismo, y su condición de discípulo del controversial gurú indio Sathya Sai Baba, fallecido en 2011.
Maduro ordenó transmitir a la televisión estatal venezolana el “toque de tambores” que le hicieron a Chávez en La Habana poco antes de morir, así como un evento de brujería celebrado en el “Cuartel de la Montaña” en Semana Santa, poco después que Chávez fuera sepultado allí. Como Chávez, quien dejaba un asiento vacío y comida en cenas y reuniones para “el espíritu del Libertador”; Maduro ha declarado que el espíritu de Chávez se le aparece en forma de pajarito, lo venera como a un Dios, y en un Congreso chavista anunció su propia versión del Padre Nuestro, que comienza con “Chávez nuestro que estás en el cielo…”
Harto conocido es el fracaso del socialismo como sistema social y político, como también la vergonzosa injerencia de la cúpula cubana en los asuntos internos de Venezuela. Hoy día ese riquísimo país ha tocado fondo con sus niveles alarmantes de hambre, escasez, violencia, corrupción, subordinación de todos los poderes al Partido en el poder y la represión sangrienta a disidentes y manifestantes pacíficos. La misma historia de Cuba repetida con una precisión casi mística.
Lo que estos gobiernos han querido ocultar es el trasfondo espiritual de esas crisis. Los fieles de las diferentes religiones no se avergüenzan de sus creencias, sino que las proclaman abiertamente. Pero los gobernantes socialistas hacen exactamente lo contrario: públicamente se proclaman ateos, y combaten con fuerza todas las variantes de creencias espirituales de sus pueblos, mientras que en secreto participan de aquellas de su elección.
He conversado con muchos testigos presenciales – y lo he sido yo – de la guerra contra el cristianismo en Cuba y en Venezuela, en Rusia y en Ucrania. En China, el Partido Comunista combatió las elevadas enseñanzas espirituales del confucianismo, el budismo y el daoísmo, así como a los practicantes de Falun Gong y otras sectas que se refugiaban en la meditación y creían en la causalidad kármica del bien y del mal. Con ello, hirieron de muerte los valores morales y las normas de educación formal y cívica, según declara el libro “Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista Chino”.
¿Por qué? Para los comunistas, su objetivo central es mantenerse en el poder y sojuzgar completamente al pueblo. Para ello toda creencia o valor espiritual del pueblo debe ser cambiado por la fe en el gobernante y en el Partido. Sólo el gobernante puede ser adorado como Dios y sus frases divulgadas, estudiadas y plasmadas en vallas como si emanaran de un profeta. Es lo mismo que hicieron los faraones y Hitler. En cuanto a ellos, su fe es un vehículo para acceder y mantenerse en el poder, y para paliar su inseguridad en el esoterismo oscurantista.
En estos tiempos, donde los opositores en China, en Ecuador, en Cuba o Venezuela se sienten desarmados o impotentes en su lucha pacífica ante una maquinaria armada y opresora que no quiere ceder el poder, es saludable comprender que existen poderes espirituales que sostienen las realidades materiales, que Dios es quien quita y pone reyes, y que nuestra verdadera lucha no es contra carne ni sangre, sino contra potestades espirituales, tal y como afirma la carta bíblica a los Efesios. En las crónicas bíblicas sobre los reyes de Israel y Judá, la historia de cada rey es juzgada con sólo 8 palabras, “Hizo lo bueno ante los ojos del Señor” o “Hizo lo malo ante los ojos del Señor”.
Para aquellos que utilizan sus creencias para proteger a déspotas y asesinos a cambio de dinero o poder, les recomiendo volver a leer sus libros sagrados. Para aquellos que como yo creen en el Dios de la Biblia, les exhorto a que oremos por las autoridades superiores, no para bendecir a las que tenemos, sino para que Dios ponga otras que sientan temor de Él y sirvan a su pueblo.
(Publicado originalmente en Somos+, el 17 de julio del 2017)