La compañía de baile Habana Compás Dance cumplió este agosto sus diez primeros años en escena, con un espectáculo en el Teatro Mella de La Habana, donde combinó baile y música, flamenco y percusión cubana. El espectáculo estuvo compuesto por 13 cuadros donde de la mano de bailarinas y bailarines se une la danza y la música, a través de baquetas, castañuelas, chancletas de palo y bastones.
Nacida en La Habana, en el año 2004, la Compañía Habana Compás Dance es un desgajamiento de otro prestigioso proyecto artístico, la Compañía Ballet de Liz Alfonso. La bailarina, corógrafa y Directora Liliet Rivera, maduró la idea de lanzarse con fuerza al escenario y junto a cuatro bailarinas y un background comenzó un nuevo camino desde cero, como ella misma dice, alejándose de la comodidad y el confort que le brindaba el trabajo realizado.
Sin embargo no pasó mucho tiempo hasta que el pequeño grupo creció hasta 14 bailarinas. Todas con una fuerte preparación en danza contemporánea, el baile flamenco que lo tenía en la base, y las danzas afrocubanas. No obstante el año 2009, marca una impronta, cuando se incorpora el Maestro Eduardo Córdoba, un virtuoso percusionista, que asumió la Dirección Musical de la compañía. Desde su llegada, el profesor Córdova sugiere que bailarines y bailarinas reciban clases de percusión, lectura musical y control de baqueta, para que fueran capaces de tocar cualquier instrumento de percusión, a la vez que desde la dirección de la compañía se veía la posibilidad de vincularlos en la danza, de manera que pudieran hacer ambas cosas al unísono.
Con esas herramientas se monta por ejemplo el cuadro danzario Retos, uno de los primeros dentro de la compañía, y el sexto de los presentados en la Gala de Compás Dance, donde se mezcla el baile de bulerías con el chekeré. Son ellas, las que les permite a las bailarinas taconear y hacer la percusión afrocubana, con clave, chancletas, bastones y castañuelas, que todo el tiempo es percusión, creando una polirritmia.
En los bailes, coreografías y la escenografía de la Habana Compás Dance, el taburete, juega un papel importante. Al punto de convertirse en el símbolo de la compañía, su sello. Todo gracias a una casualidad, narra la Directora Liliet Rivera, pues taburetes, eran los asientos que tenían para trabajar, muy al principio, en la Sociedad Española Concepción Arenal. De tan cercanos llegaron a ser parte de los instrumentos de la Habana Compás Dance, y día a día, ganaron un espacio en las coreografías, como instrumentos y en la escenografía, pues los taburetes que se usan en los espectáculos están decorados por el maestro Eduardo Córdoba, que también decora los tambores con rostros y símbolos afrocubanos.
Para seguidores de la compañía, como Alberto Pujol, es el 2013 un año importante pues hacen una gira por Corea del Sur. Pero también a su regreso establecieron su sede permanente, en el Municipio Marianao, gracias a la Dirección de Cultura, a la Dirección de Artes Escénicas y la Agencia Caricatos. En la nueva sede además de los ensayos de la compañía, reciben clases de danza y música niños y adolescentes desde los 7 a los 18 años, los que suponen sean cantera de la compañía.
La Directora, que es fanática de los Industriales, es graduada de Dirección Artística en los cursos de Valdez Rivero en la UNEAC, donde ser autodidacta tiene un peso fundamental en la apoyatura del conocimiento. Se reconoce como bailarina, aunque ensamble con los Bata, como música, posición desde la cual dirige la compañía, pues según dice nunca tiene tiempo a salir del escenario durante los espectáculos.
Comencé tocando los bata, dice Liliet Rivera, luego que el Maestro Córdova enseñara primero a las bailarinas a trabajar la percusión y luego me propuso que yo también podría hacerlo, dice la Directora. Luego se descubrió que tenía potencialidades para trabajar la percusión. Y comencé a trabajar con él a hacer dueto, aunque desde los batas dirijo los espectáculos, porque pocas veces lo puedo ver desde afuera.
Siempre estoy en el escenario, confirma la Directora de Compás Dance. Aquí me siento muy bien, porque la energía que emana todo esto es muy positiva. Y la respuesta del público, en la forma de aplausos es algo que agradecemos mucho. La danza la llevo desde muy jovencita. Desde niña siempre tuve una formación danzaría. Fui fundadora del Ballet de Liz Alfonso. Fue mi formación. Junto con la Relliset y Lisset Fleitas. Yo siempre fui coreógrafa de allí y tenía mis anhelos de fundar mi propia compañía y llevar adelante mi inspiración.
En el 2004, ya estaba preparada para contar mis historias. Deje mi legado en el Ballet de Liz, con coreografías que hice y aun están vigentes. Yo me quería probar para eso empecé muy duro desde cero, pero ves el resultado a lo largo de los años y me siento contenta y gratificada por el público. Para el año once quiero hacer un espectáculo nuevo, contar una historia, una enseñanza, para eso estoy trabajando con un guionista, queremos hacer algo sencillo que el público pueda leer fácilmente.