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HRW: el mundo de Putin se disminuye


El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, en San Petersburgo, el 17 de junio de 2023. (Ramil Sitdikov/Photo host Agency RIA Novosti via AP, File)
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, en San Petersburgo, el 17 de junio de 2023. (Ramil Sitdikov/Photo host Agency RIA Novosti via AP, File)

Comunicado del representante de Human Rights Watch, Andrew Stroehlein:

Cuando la Corte Penal Internacional (CPI) dictó la orden de detención contra Vladimir Putin en marzo, escribí aquí que "no va a poder viajar como antes".

Hoy, me complace decir que esa predicción se está cumpliendo.

Sudáfrica anunció que Putin no se unirá a otros líderes mundiales en la cumbre de los BRICS que se celebrará en agosto en Johannesburgo, la reunión de máximo nivel que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Según explicaron diplomáticamente, la preocupación por la obligación de Sudáfrica, como signataria de la CPI, de ayudar a detener al prófugo de la CPI había provocado una "serie de consultas".

Esencialmente, Putin quería que el gobierno sudafricano le permitiera evitar la justicia, y el gobierno sudafricano, bajo la presión de la oposición, sin duda, puso el Estado de derecho por encima de la política mundial.

Es justo y decente que Sudáfrica se tome en serio sus obligaciones, dada la gravedad de los delitos implicados.

Las primeras órdenes de detención en la investigación en curso de la CPI sobre Ucrania -tanto para Putin como para la comisionada rusa para los derechos de los niños, María Lvova-Belova- se referían al traslado masivo de niños en las zonas de Ucrania ocupadas por Rusia. El desplazamiento forzoso de una población desde un territorio ocupado es un crimen de guerra.

Por supuesto, el hecho de que Putin tenga restringidos sus viajes no supondrá ningún alivio inmediato para la población ucraniana que sufre bajo la atroz invasión rusa. Los misiles de Moscú siguen impactando día tras día edificios de viviendas en todo el país.

Aun así, es esperanzador ver que ser un fugitivo internacional buscado por crímenes atroces tiene precio. Como mínimo, envía una señal a otros líderes y jefes militares que están ahí fuera de que: si cometes atrocidades, tus opciones podrían verse limitadas y quizás, hasta tengas tus días contados.

Es una noticia especialmente esperanzadora si se tiene en cuenta lo que ocurrió en una situación similar hace ocho años.

En 2015, Omar al-Bashir -entonces presidente de Sudán y buscado por la CPI por cargos de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en Darfur- consiguió de hecho visitar Sudáfrica, a pesar de las enormes presiones para su detención.

El hecho de que el prófugo Putin sea hoy incapaz de salir, como en su tiempo lo hizo el entonces prófugo al-Bashir hace ocho años, me parece un gran avance para la justicia internacional.

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