Los comicios italianos que concluyeron este lunes llevaban pocas trazas de resolver nada y esto justamente fue lo que sucedió. Los italianos parecen haber dado un salto al vacío: con una de las mayores deudas de la Unión Europea, la crisis financiera es gravísima pero pocos confían en ninguno de los protagonistas de la lucha electoral. Tal vez porque los programas de recuperación brillan por su ausencia
Al comenzar la votación este domingo, parecía que el favorito era la coalición de centro izquierda, aunque nadie esperaba más que una mayoría relativa. Pero incluso esto estaba en duda, pues su éxito dependía de que el tecnócrata Monti, jefe de Gobierno actual, consiguiera el mínimo del 8% de votos necesario para entrar en el Parlamento y esto no lo confirmaban las últimas encuestas.
Cualquier resultado era posible y todos con su su dosis de absurdo, incluído el resultado final en que nadie gana y todo parece estancarse.
En el caso de Berlusconi, el gran protagonista de la política italiana de los últimos lustros, a pesar de acudir a las elecciones, habría que pensar que no presidirá el nuevo gobierno, porque así lo prometió y pactó con la Liga Norte, su aliado en el gobierno. Tampoco entraría el líder de la campaña anti-sistema Grillo, un payaso de profesión, porque está inhabilitado para ejercer cargos públicos desde hace muchos años, pero su fuerza creciente en el panorama político quedó demostrada en su victoria electoral.
El caso Grillo ilustra perfectamente los absurdos del pasmo político italiano: no presenta un programa sino una protesta y simplemente acude a las urnas para luchar contra el sistema con un partido creado hace poco. Pero ni la inhabilitación de Grillo ni la ausencia de programa y expertos en administración pública fueron obstáculos para que se convierta en luna gran fuerza del parlamento italiano.
Los primeros resultados, cuando cerraron las urnas a las 3 de la tarde, las 9 de la mañana de este lunes en Cuba, le daban la victoria en una cámara, mientras que en el Senado era Berlusconi quien mostraba una increíble recupración.
Nada bueno para un país que neceita un gobierno efectivo, pero la relativa serenidad de la población tal vez se deba a que Italia ya se vio otras veces en semejante dilema y consiguió superar tanto la crisis política como la económica.
Al comenzar la votación este domingo, parecía que el favorito era la coalición de centro izquierda, aunque nadie esperaba más que una mayoría relativa. Pero incluso esto estaba en duda, pues su éxito dependía de que el tecnócrata Monti, jefe de Gobierno actual, consiguiera el mínimo del 8% de votos necesario para entrar en el Parlamento y esto no lo confirmaban las últimas encuestas.
Cualquier resultado era posible y todos con su su dosis de absurdo, incluído el resultado final en que nadie gana y todo parece estancarse.
En el caso de Berlusconi, el gran protagonista de la política italiana de los últimos lustros, a pesar de acudir a las elecciones, habría que pensar que no presidirá el nuevo gobierno, porque así lo prometió y pactó con la Liga Norte, su aliado en el gobierno. Tampoco entraría el líder de la campaña anti-sistema Grillo, un payaso de profesión, porque está inhabilitado para ejercer cargos públicos desde hace muchos años, pero su fuerza creciente en el panorama político quedó demostrada en su victoria electoral.
El caso Grillo ilustra perfectamente los absurdos del pasmo político italiano: no presenta un programa sino una protesta y simplemente acude a las urnas para luchar contra el sistema con un partido creado hace poco. Pero ni la inhabilitación de Grillo ni la ausencia de programa y expertos en administración pública fueron obstáculos para que se convierta en luna gran fuerza del parlamento italiano.
Los primeros resultados, cuando cerraron las urnas a las 3 de la tarde, las 9 de la mañana de este lunes en Cuba, le daban la victoria en una cámara, mientras que en el Senado era Berlusconi quien mostraba una increíble recupración.
Nada bueno para un país que neceita un gobierno efectivo, pero la relativa serenidad de la población tal vez se deba a que Italia ya se vio otras veces en semejante dilema y consiguió superar tanto la crisis política como la económica.