Ni las temperaturas gélidas, ni las amenazas veladas del Gobierno ni las malas noticias llegadas hoy del Parlamento enfriaron los ánimos de los manifestantes ucranianos concentrados desde hace días en la céntrica Plaza de la Independencia de Kiev, rebautizada como la "Euromaidán" (europlaza).
Un sol resplandeciente atenuó el frío durante una nueva jornada de las protestas populares en el centro de la capital ucraniana, mientras en la Rada Suprema (Parlamento) el Gobierno del primer ministro ucraniano, Nikolái Azárov, superaba una moción de censura.
El "Euromaidán" (maidán es plaza en ucraniano), como se conoce a la protesta indefinida que se ha instalado desde la pasada semana en la Plaza de la Independencia de Kiev, y que ha cristalizado en un movimiento de masas aparentemente espontáneo, no piensa marcharse de las calles.
"No nos iremos de aquí hasta que el tirano de (el presidente, Víctor) Yanukóvich deje el poder. La mayoría de los que estamos aquí somos estudiantes y tenemos todo el tiempo del mundo", dijo a Efe un joven manifestante que prefirió guardar el anonimato.
Los más idealistas salieron a las calles porque quieren estar en Europa, y exigen la dimisión del presidente ahora que creen que le ha dado la espalda a la UE al negarse a firmar el Acuerdo de Asociación, un documento en el que muchos vieron una puerta que se abría por el oeste y otra que se cerraba por el este.
Otros, como Vasili, decidieron dejar el calor de sus casas después del violento desalojo de la plaza en la madrugada del pasado sábado, cuando la policía antidisturbios irrumpió en un campamento montado en ella y barrió a palos a la gente que pasaba allí la noche, la mayoría jóvenes.
"Pegan a nuestros hijos, esto ya no lo podemos permitir", asegura Vasili, quien no duda en decir que "todo Kiev apoya esta revolución".
La ciudad se organiza para resistir con el vivo recuerdo de la Revolución Naranja de hace diez años, cuando tres semanas de concentración pacífica en la misma Plaza de la Independencia lograron forzar la convocatoria de nuevas elecciones después de que el propio Yanukóvich ganara unos comicios denunciados como fraudulentos por la oposición.
Los provocadores y los violentos ya no se dejan notar en el centro de la ciudad, criticados con dureza y denostados por los propios manifestantes después de las batallas campales del pasado domingo entre policía y radicales, que se saldaron con dos centenares de heridos de ambos bandos.
Retirada también la Policía, a la que ya ni se ve en el corazón de la resistencia pacífica de Kiev, el Euromaidán recuerda como nunca a lo ocurrido en 2004.
Y como hace diez años, el frío es el principal obstáculo para permanecer en la plaza, aunque también en esto ya están curtidos los opositores y así lo demuestra la forma en que se organizan.
El olor a leña invade todo el maidán, y como en las películas que llevaban al espectador a las calles más marginales de Nueva York, los manifestantes se calientan con el fuego de las hogueras que muchos han encendido dentro de unos barriles.
"Tomad ropa, tomad ropa para abrigaros", grita un chico sentado frente a una montaña de mantas y prendas de todas las tallas y colores.
La Plaza de la Independencia de Kiev vuelve a ser un hervidero, con miles de personas decididas a permanecer aquí hasta el final.
Entre mitin y mitin, a cuyos oradores pueden ver todos los congregados en una pantalla gigante colocada sobre un edificio, la gente se calienta con sopa, té y café, y también con la música que en ningún momento deja de sonar sobre el escenario levantado en el centro de la plaza.
Un sol resplandeciente atenuó el frío durante una nueva jornada de las protestas populares en el centro de la capital ucraniana, mientras en la Rada Suprema (Parlamento) el Gobierno del primer ministro ucraniano, Nikolái Azárov, superaba una moción de censura.
El "Euromaidán" (maidán es plaza en ucraniano), como se conoce a la protesta indefinida que se ha instalado desde la pasada semana en la Plaza de la Independencia de Kiev, y que ha cristalizado en un movimiento de masas aparentemente espontáneo, no piensa marcharse de las calles.
"No nos iremos de aquí hasta que el tirano de (el presidente, Víctor) Yanukóvich deje el poder. La mayoría de los que estamos aquí somos estudiantes y tenemos todo el tiempo del mundo", dijo a Efe un joven manifestante que prefirió guardar el anonimato.
Los más idealistas salieron a las calles porque quieren estar en Europa, y exigen la dimisión del presidente ahora que creen que le ha dado la espalda a la UE al negarse a firmar el Acuerdo de Asociación, un documento en el que muchos vieron una puerta que se abría por el oeste y otra que se cerraba por el este.
Otros, como Vasili, decidieron dejar el calor de sus casas después del violento desalojo de la plaza en la madrugada del pasado sábado, cuando la policía antidisturbios irrumpió en un campamento montado en ella y barrió a palos a la gente que pasaba allí la noche, la mayoría jóvenes.
"Pegan a nuestros hijos, esto ya no lo podemos permitir", asegura Vasili, quien no duda en decir que "todo Kiev apoya esta revolución".
La ciudad se organiza para resistir con el vivo recuerdo de la Revolución Naranja de hace diez años, cuando tres semanas de concentración pacífica en la misma Plaza de la Independencia lograron forzar la convocatoria de nuevas elecciones después de que el propio Yanukóvich ganara unos comicios denunciados como fraudulentos por la oposición.
Los provocadores y los violentos ya no se dejan notar en el centro de la ciudad, criticados con dureza y denostados por los propios manifestantes después de las batallas campales del pasado domingo entre policía y radicales, que se saldaron con dos centenares de heridos de ambos bandos.
Retirada también la Policía, a la que ya ni se ve en el corazón de la resistencia pacífica de Kiev, el Euromaidán recuerda como nunca a lo ocurrido en 2004.
Y como hace diez años, el frío es el principal obstáculo para permanecer en la plaza, aunque también en esto ya están curtidos los opositores y así lo demuestra la forma en que se organizan.
El olor a leña invade todo el maidán, y como en las películas que llevaban al espectador a las calles más marginales de Nueva York, los manifestantes se calientan con el fuego de las hogueras que muchos han encendido dentro de unos barriles.
"Tomad ropa, tomad ropa para abrigaros", grita un chico sentado frente a una montaña de mantas y prendas de todas las tallas y colores.
La Plaza de la Independencia de Kiev vuelve a ser un hervidero, con miles de personas decididas a permanecer aquí hasta el final.
Entre mitin y mitin, a cuyos oradores pueden ver todos los congregados en una pantalla gigante colocada sobre un edificio, la gente se calienta con sopa, té y café, y también con la música que en ningún momento deja de sonar sobre el escenario levantado en el centro de la plaza.