Odrisamer Despaigne, un pitcher habanero de 27 años de edad, lanzó siete innings sin permitir carrera desde la lomita de los Padres de San Diego y rubricó su debut en las Grandes Ligas con un triunfo sobre Gigantes de San Francisco, seis por cero en el AT&T Park.
El lanzador derecho que proviene de las Series Nacionales de Cuba, donde fue todo un baluarte del elenco de Industriales, exhibió en San Francisco una envidiable economía de lanzamientos, solo 86, de los cuales 59 fueron strikes; dejó el partido con ventaja de 3-0 (sustituido por un bateador emergente) con cuatro hits permitidos y un ponche propinado en su expediente.
En su estreno, el cubanito retiró 11 de los 21 outs en batazos al cuadro, y venció el reto del consagrado Matt Cain (1-6), envuelto ahora en una débil campaña con los Gigantes.
Despaigne, el décimo tirador que inicia un partido por San Diego en la actual temporada, había abandonado la selección de la Isla en una visita a Europa, el verano anterior, estableció residencia en España --allí lo esperaba su padre Francisco, igualmente ex tirador de Industriales-- y comenzó a entrenar en México. Durante ocho años en Cuba el muchacho tuvo marca de 61 triunfos y 43 derrotas, 3,55 de efectividad, 684 ponches y 394 bases por bolas en 213 juegos.
En mayo pasado, el ahora debutante había firmado en la Unión un contrato de Liga Menor que incluyó un bono de un millón de dólares. Su aparición como visitante en San Francisco, este lunes, se hizo expedita gracias a la lesión de un miembro de la rotación de los Padres, Andrew Cashner.
Despaigne dio sus primeros pasos en Estados Unidos con efectividad de 1,17 en dos partidos de nivel doble A. De inmediato fue promovido a triple A, donde cosechó marca de 1-3 y 7,61 en cinco aperturas, pero fue otro hombre este lunes cuando se irguió ante San Francisco, un elenco que llegó a ganar la Serie Mundial.
“Tanto en Cuba como aquí en las Menores ha mostrado un promedio alto de carreras limpias, pero lo veo muy sereno en el box y tira sus lanzamientos desde varios ángulos, me recuerda en ello al Duque Hernández”, había comentado antes del juego del lunes el piloto de San Diego, Bud Black.
Y Odrisamer, que ponchó a 41 rivales en 31,1 innings durante sus dos tránsitos en las granjas de las Menores, le dio la razón a Black. Su bautizo en el Big Show estuvo adornado por una recta que en muy contadas ocasiones llegó a las 93 millas por hora, una curva que por contraste descendió hasta las 67 millas, y un efectivo cambio de velocidad, arma esta que no abunda en el béisbol de Cuba
Con su pálida faena en la actual campaña (33-44) los Padres ven ahora al rookie cubano, con justificada esperanza, como un candidato a afincarse en su rotación de abridores.
El lanzador derecho que proviene de las Series Nacionales de Cuba, donde fue todo un baluarte del elenco de Industriales, exhibió en San Francisco una envidiable economía de lanzamientos, solo 86, de los cuales 59 fueron strikes; dejó el partido con ventaja de 3-0 (sustituido por un bateador emergente) con cuatro hits permitidos y un ponche propinado en su expediente.
En su estreno, el cubanito retiró 11 de los 21 outs en batazos al cuadro, y venció el reto del consagrado Matt Cain (1-6), envuelto ahora en una débil campaña con los Gigantes.
Despaigne, el décimo tirador que inicia un partido por San Diego en la actual temporada, había abandonado la selección de la Isla en una visita a Europa, el verano anterior, estableció residencia en España --allí lo esperaba su padre Francisco, igualmente ex tirador de Industriales-- y comenzó a entrenar en México. Durante ocho años en Cuba el muchacho tuvo marca de 61 triunfos y 43 derrotas, 3,55 de efectividad, 684 ponches y 394 bases por bolas en 213 juegos.
En mayo pasado, el ahora debutante había firmado en la Unión un contrato de Liga Menor que incluyó un bono de un millón de dólares. Su aparición como visitante en San Francisco, este lunes, se hizo expedita gracias a la lesión de un miembro de la rotación de los Padres, Andrew Cashner.
Despaigne dio sus primeros pasos en Estados Unidos con efectividad de 1,17 en dos partidos de nivel doble A. De inmediato fue promovido a triple A, donde cosechó marca de 1-3 y 7,61 en cinco aperturas, pero fue otro hombre este lunes cuando se irguió ante San Francisco, un elenco que llegó a ganar la Serie Mundial.
“Tanto en Cuba como aquí en las Menores ha mostrado un promedio alto de carreras limpias, pero lo veo muy sereno en el box y tira sus lanzamientos desde varios ángulos, me recuerda en ello al Duque Hernández”, había comentado antes del juego del lunes el piloto de San Diego, Bud Black.
Y Odrisamer, que ponchó a 41 rivales en 31,1 innings durante sus dos tránsitos en las granjas de las Menores, le dio la razón a Black. Su bautizo en el Big Show estuvo adornado por una recta que en muy contadas ocasiones llegó a las 93 millas por hora, una curva que por contraste descendió hasta las 67 millas, y un efectivo cambio de velocidad, arma esta que no abunda en el béisbol de Cuba
Con su pálida faena en la actual campaña (33-44) los Padres ven ahora al rookie cubano, con justificada esperanza, como un candidato a afincarse en su rotación de abridores.