Después del ventarrón del 17 de diciembre de 2014, cuando los mandatarios de Estados Unidos y Cuba anunciaron el restablecimiento de relaciones entre ambos países, apareció la posibilidad de que los empresarios se animaran a los negocios.
La isla antillana se abrió como un posible destino para las producciones fílmicas de Hollywood, tal y como ha ocurrido con sus vecinos del Caribe. Sin embargo, quedan muchos obstáculos por superar, señala la publicación especializada The Hollywood Reporter.
La revista recuerda que Bob Yari filmó en la isla el periodo en que Ernest Hemingway vivió en el costero pueblo de Cojímar, y por ello tuvo que esperar por la autorización de la Oficina de Control de los Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro y asociarse con la productora con sede en Canadá Cuba Film Productions (PFC), que sirvió de enlace para entrar a la isla.
Una fuente cubana dijo a THR que, a pesar del cambio en la política, los cineastas todavía se dan de bruces contra el meticuloso proceso de una solicitud detallada: "Todos los proyectos y guiones pasan por un examen de detección, para ver el contenido no sea moralmente ofensivo, subversivo o vaya a socavar los valores políticos y sociales de la sociedad".
Nancy Haecker, gerente de locación que ha hecho varios viajes a Cuba, dice que, además de recibir la aprobación de los burócratas del Gobierno, los cineastas que vayan a Cuba encontrarán poca infraestructura.
"Ellos no tienen equipo para manejar las grandes producciones. Las grúas, equipos de iluminación y los remolques para la película tendrían que venir de Miami".
Ante esas dificultades, aparecen también claras ventajas como los bajos precios de alquileres de vivienda, transporte local, mano de obras y alimentos, pero sobre todo: Cuba quiere hacer negocios.
