En conversación con una colega cubana, salió a colación el tema de la reforma migratoria, al permitirse los viajes al exterior a representantes de la sociedad civil que pudieron participar en los medios de difusión, hacer presentaciones públicas y sostener encuentros con instituciones, representantes de gobiernos, organizaciones de las más diversas denominaciones y objetivos, etc.
El tema resulta interesante por cuanto no son pocos los que asumen con un entusiasmo exagerado el papel de la reforma migratoria en el desarrollo y consolidación de los grupos pro-democracia de la Isla, como si esto por sí solo constituyera el principio del fin del castrismo.
Sociedad civil emergente
Sin ánimo de criticar a los más soñadores, creo que si bien la eliminación del humillante permiso de salida o “tarjeta blanca” constituye un avance al derecho de la libertad de movimiento que nos había sido negado por décadas, no hay que olvidar que la medida tiene una significación y alcance relativos, en dependencia de varios factores, entre otros los siguientes:
1.- Aunque la reforma migratoria ha sido quizás la más profunda de las medidas oficiales aplicadas hasta el momento, el gobierno conserva la capacidad de aprobar o negar el pasaporte a determinadas personas siempre que lo considere oportuno, en función de “cuestiones de interés público”. Igualmente el régimen se arroga el derecho de inhabilitar arbitrariamente y sin reclamación posible los pasaportes ya autorizados.
2.- Esta reforma obedece a necesidades del propio gobierno y objetivamente no constituye un triunfo absoluto de las presiones de las fuerzas opositoras. Pese a que las acciones de los grupos contrarios al gobierno ha crecido en los últimos años, no hay que sobredimensionar nuestra capacidad de influir en las decisiones políticas del régimen.
3.- Es prematuro hacer una valoración sobre la importancia de los viajes que se produjeron durante 2013, ya que ésta solo será evaluable a mediano y largo plazo, dependiendo de la transcendencia y afianzamiento que alcance cada proyecto de la oposición y de la sociedad civil independiente en Cuba, lo que equivale a decir que los apoyos recibidos por dichos proyectos deberán reflejarse en resultados contrastables. Esto es positivo porque establece a la vez que un vínculo más sólido entre los grupos y activistas al interior de Cuba y en el exterior, un mayor compromiso de los primeros con la lucha contra el totalitarismo.
4.- Se amplían las posibilidades de crecimiento y consolidación de la oposición, pero también se producen las fracturas y reacomodos propios de una sociedad civil emergente que no ha superado los vicios históricos del caudillismo, el mesianismo, la evasión de las supervisiones, el secretismo extremo y otros igualmente dañinos, de manera que la efectividad de los viajes, vínculos, apoyos y prestigio de la oposición cubana en el escenario internacional dependerán de la madurez que sea capaz de alcanzar la oposición y de su labor al interior de Cuba a corto y mediano plazo, principalmente en el transcurso del año recién iniciado.
Renuncia a descalificarnos
Es sabido que no todos los actores estarán a la altura. De hecho, no faltarán quienes –faltos de talento y de otras virtudes cívicas– se dedicarán a serruchar el piso de los proyectos más exitosos y a tratar de poner en entredicho a quienes verdaderamente trabajan por una Cuba mejor. Paradójicamente, esto resultará beneficioso, porque daría paso a una decantación que permitiría vislumbrar las mejores opciones.
Para este 2014 habrán pasado ya los momentos de lobby, denuncias, quejas, autocompasión, tablados y candilejas, y cada quien desde su nicho y perfil podrá demostrar sus propias capacidades, ya sea de liderazgo político, de opinión, de civismo o desde el papel más modesto, que muchas veces suele ser el más importante.
Pero, si bien el momento se perfila como un difícil reto, también hay motivos para el optimismo, porque mientras al gobierno se le han agotado las credenciales, ha anunciado ya las medidas más antipopulares –aumento de los impuestos, liquidación de la cartilla de racionamiento y de programas de asistencia social como las “dietas médicas” y una dudosa unificación monetaria que afectará a la mayoría de la población, entre otros males ya establecidos– y mientras las prometedoras “reformas raulistas” no han hecho más que poner de relieve la irreversibilidad de la crisis del sistema, los sectores de la oposición más creativos podrán aprovechar esas debilidades del régimen para forzar por la ampliación y fortalecimiento de los espacios ciudadanos, paso imprescindible si se quiere lograr una democracia real y duradera.
En resumen, en 2013 se exploraron los escenarios fuera de Cuba, se ha ganado en experiencia y ahí están las manos amigas dispuestas a apoyarnos. Es momento de centrarnos bien hacia lo que tenemos que lograr dentro. La ansiada y tan discutida unidad de la oposición no debe consistir en la eterna firma de documentos y denuncias, o en la agrupación de todos bajo un proyecto único y un líder perfecto; sino que podría comenzar con el ejercicio de la solidaridad y respeto mutuos entre los múltiples proyectos, y con la renuncia a descalificarnos entre nosotros.
Ninguna medida gubernamental, por radical que fuera, cambiará la esencia dictatorial del sistema; eso debemos hacerlo nosotros. Lograr y proteger los consensos para crear los concilios… ya que los detractores siempre estarán garantizados. Ojalá estemos a la altura.
Publicado por Miriam Celaya en Cubanet.
El tema resulta interesante por cuanto no son pocos los que asumen con un entusiasmo exagerado el papel de la reforma migratoria en el desarrollo y consolidación de los grupos pro-democracia de la Isla, como si esto por sí solo constituyera el principio del fin del castrismo.
Sociedad civil emergente
Sin ánimo de criticar a los más soñadores, creo que si bien la eliminación del humillante permiso de salida o “tarjeta blanca” constituye un avance al derecho de la libertad de movimiento que nos había sido negado por décadas, no hay que olvidar que la medida tiene una significación y alcance relativos, en dependencia de varios factores, entre otros los siguientes:
1.- Aunque la reforma migratoria ha sido quizás la más profunda de las medidas oficiales aplicadas hasta el momento, el gobierno conserva la capacidad de aprobar o negar el pasaporte a determinadas personas siempre que lo considere oportuno, en función de “cuestiones de interés público”. Igualmente el régimen se arroga el derecho de inhabilitar arbitrariamente y sin reclamación posible los pasaportes ya autorizados.
2.- Esta reforma obedece a necesidades del propio gobierno y objetivamente no constituye un triunfo absoluto de las presiones de las fuerzas opositoras. Pese a que las acciones de los grupos contrarios al gobierno ha crecido en los últimos años, no hay que sobredimensionar nuestra capacidad de influir en las decisiones políticas del régimen.
3.- Es prematuro hacer una valoración sobre la importancia de los viajes que se produjeron durante 2013, ya que ésta solo será evaluable a mediano y largo plazo, dependiendo de la transcendencia y afianzamiento que alcance cada proyecto de la oposición y de la sociedad civil independiente en Cuba, lo que equivale a decir que los apoyos recibidos por dichos proyectos deberán reflejarse en resultados contrastables. Esto es positivo porque establece a la vez que un vínculo más sólido entre los grupos y activistas al interior de Cuba y en el exterior, un mayor compromiso de los primeros con la lucha contra el totalitarismo.
4.- Se amplían las posibilidades de crecimiento y consolidación de la oposición, pero también se producen las fracturas y reacomodos propios de una sociedad civil emergente que no ha superado los vicios históricos del caudillismo, el mesianismo, la evasión de las supervisiones, el secretismo extremo y otros igualmente dañinos, de manera que la efectividad de los viajes, vínculos, apoyos y prestigio de la oposición cubana en el escenario internacional dependerán de la madurez que sea capaz de alcanzar la oposición y de su labor al interior de Cuba a corto y mediano plazo, principalmente en el transcurso del año recién iniciado.
Renuncia a descalificarnos
Es sabido que no todos los actores estarán a la altura. De hecho, no faltarán quienes –faltos de talento y de otras virtudes cívicas– se dedicarán a serruchar el piso de los proyectos más exitosos y a tratar de poner en entredicho a quienes verdaderamente trabajan por una Cuba mejor. Paradójicamente, esto resultará beneficioso, porque daría paso a una decantación que permitiría vislumbrar las mejores opciones.
Para este 2014 habrán pasado ya los momentos de lobby, denuncias, quejas, autocompasión, tablados y candilejas, y cada quien desde su nicho y perfil podrá demostrar sus propias capacidades, ya sea de liderazgo político, de opinión, de civismo o desde el papel más modesto, que muchas veces suele ser el más importante.
Pero, si bien el momento se perfila como un difícil reto, también hay motivos para el optimismo, porque mientras al gobierno se le han agotado las credenciales, ha anunciado ya las medidas más antipopulares –aumento de los impuestos, liquidación de la cartilla de racionamiento y de programas de asistencia social como las “dietas médicas” y una dudosa unificación monetaria que afectará a la mayoría de la población, entre otros males ya establecidos– y mientras las prometedoras “reformas raulistas” no han hecho más que poner de relieve la irreversibilidad de la crisis del sistema, los sectores de la oposición más creativos podrán aprovechar esas debilidades del régimen para forzar por la ampliación y fortalecimiento de los espacios ciudadanos, paso imprescindible si se quiere lograr una democracia real y duradera.
En resumen, en 2013 se exploraron los escenarios fuera de Cuba, se ha ganado en experiencia y ahí están las manos amigas dispuestas a apoyarnos. Es momento de centrarnos bien hacia lo que tenemos que lograr dentro. La ansiada y tan discutida unidad de la oposición no debe consistir en la eterna firma de documentos y denuncias, o en la agrupación de todos bajo un proyecto único y un líder perfecto; sino que podría comenzar con el ejercicio de la solidaridad y respeto mutuos entre los múltiples proyectos, y con la renuncia a descalificarnos entre nosotros.
Ninguna medida gubernamental, por radical que fuera, cambiará la esencia dictatorial del sistema; eso debemos hacerlo nosotros. Lograr y proteger los consensos para crear los concilios… ya que los detractores siempre estarán garantizados. Ojalá estemos a la altura.
Publicado por Miriam Celaya en Cubanet.