GUANTÁNAMO, Cuba. – En la noche de este martes 22 de enero recibí una citación firmada por el Instructor Penal Mayor Giorvis Hodelin Lamoth, para que me presentara en el Órgano de Investigación Criminal y Operaciones del Ministerio del Interior (MININT) de Guantánamo a las 9 de la mañana del 23 de enero.
Con evidente falta de respeto, y para burlarse, en la citación consignaron que era vecina —así, con a— de la calle 7 Oeste, 1263, Guantánamo.
Llegué a las 8:55 a.m. y fui llamado a las 9:25 a.m., porque así funciona la táctica de quienes desean demostrar su supuesto poder y superioridad. Fui “atendido” —si es que a ese encuentro se le puede calificar como un acto de “atención”— por dos jóvenes oficiales que se identificaron como el teniente Torres y el oficial Víctor Víctor. El primero hizo varias entradas y salidas de la oficina y atendió algunas llamadas telefónicas que prolongaron el inicio de la entrevista, luego me preguntó —como si yo fuera adivino— si sabía por qué había sido citado, a lo que respondí que la cita no lo decía, aunque quisiera imaginar que era para devolverme los numerosos bienes, documentos y dinero que la Seguridad del Estado me ha robado en los registros que han realizado en mi domicilio con aparatosos despliegues de fuerzas.
Ambos dijeron sentirse ofendidos por mi respuesta y que les estaba faltando el respeto a ellos y a la Seguridad del Estado. Respondí que no podía darle otro nombre a las acciones ilegales realizadas por ellos el 5 de octubre del 2015 y el 3 de julio del 2018 —fechas de ambos registros— pues transcurridos tres años, tres meses y 18 días del primero y seis meses y veinte días del segundo, jamás había sido citado para declarar, ni me habían acusado de nada, y había sido despojado de mis bienes sin un mandato judicial, lo cual es otra prueba de la falta de derechos y garantías jurídicas con que vivimos quienes somos considerados “contrarrevolucionarios” y “mercenarios del imperio”, calificativos que más de una vez utilizaron y que, por supuesto, para estos dos peones del castrismo, no constituyen ofensas.
Terminada esta “introducción”, aderezada con otras “cáscaras de piña” por parte de estos dos aprendices de trepadores dentro de la estructura segurosa, el teniente Torres me comunicó que me iba a hacer un Acta de Advertencia porque estaba cometiendo un delito de Difusión de Noticias Falsas contra la Paz Internacional y otro de Usurpación de Funciones, pues ejercía el periodismo sin estar acreditado como periodista por ningún órgano de prensa del país, una barrabasada jurídica que demuestra el bajo nivel de ese órgano de instrucción, aunque no hay que olvidar que vivimos en una dictadura, no en un Estado de Derecho, y que esta gente está situada por encima de la ley y puede hacer cualquier cosa sin que pase absolutamente nada, mucho más cuando sus actos van dirigidos contra un ciudadano que es discriminado por sus ideas políticas y cuya vida y libertad no significan nada para el castrismo.
También me acusaron de estar escribiendo en contra de ese engendro que ellos llaman “constitución”, y de incitar a los vecinos de mi barrio para que voten NO en el referendo. Víctor Víctor me dijo que eso no me lo van a permitir, que tampoco me van a permitir participar en los barrios debates y que si continuaba escribiendo en contra de “la revolución” me iban a tumbar como un castillo de naipes y que de eso se encargarían mis propios vecinos, que la Seguridad del Estado me iba a aplastar. Ya una vez me amenazaron con que me iban a desprestigiar en el periódico provincial, así que de ellos puede esperarse cualquier bajeza.
También me amenazaron por mi colaboración con el programa de Tomás Cardoso en Radio Martí. Les dije que no entendía por qué se preocupaban tanto por mi labor periodística si —según ellos— nadie lee a CubaNet, ni escucha Radio Martí, y que si la dictadura es la dueña de la verdad absoluta y habla tanto de inclusión, igualdad, diálogo y batalla de ideas, por qué no permitía que los periodistas y líderes de la oposición participaran en la televisión cubana y otros medios oficialistas, con iguales derechos que quienes defienden al castrismo. Añadí que, si —según ellos y la nueva Constitución— Cuba es un Estado de derecho, todos los cubanos deberíamos tener las mismas posibilidades y no ser discriminados por razones políticas. Por supuesto que ante razonamientos como ese optaron por el silencio, lo que evidencia de qué parte está la verdad.
Esta es la novena vez que me citan para amenazarme desde que comencé a trabajar en CubaNet. Es la Seguridad del Estado la que ha cometido contra mi persona los delitos de Robo, Detención Ilegal, Coacción y Amenazas, pero yo no puedo acusarla porque es el brazo todopoderoso de la dictadura.
El hostigamiento, discriminación y acoso de que soy objeto no van a impedir que continúe luchando con mis humildes posibilidades por mi sueño, el mismo de José Martí, que es lograr que Cuba sea un país con todos y para todos los cubanos, una democracia, no una dictadura de partido único.
Tengo 61 años, no tengo armas, no sé fajarme a los puños, soy un hombre pacífico, pero ninguna amenaza va a lograr que renuncie a mi libertad interior.
Todos los días me acuesto con el temor de que al día siguiente pueden volver a allanar mi casa para robarme y atemorizar a mi esposa y sé que pueden armar otra farsa judicial para llevarme a la cárcel nuevamente. Pero tengo que vivir así o convertirme en otro esclavo. A pesar de que vivo en una inmensa jaula y de los riesgos que corro —los mismos que corren muchísimos compatriotas— la Seguridad del Estado no podrá doblegar jamás mi vocación por la libertad de mi Patria. No sé cuándo los testaferros del castrismo acabarán de entender que todavía hay cubanos que nunca nos inclinaremos ante ellos ni ante su infame dictadura. Ojalá que Dios siempre nos acompañe en ese empeño, ya que el Papa nos ha abandonado.
[Este artículo ha sido publicado en Cubanet]