LA HABANA, Cuba. La primera vez que Mayda fue golpeada por su esposo justificó el maltrato por el agobio económico que sufría el matrimonio, un mal día que él tuvo en su trabajo o porque la bebida se le había subido a la cabeza.
Ocurrió hace once años y ahora reconoce que nunca debió permitírselo. “Comenzó con un bofetón y luego llegaron las andanadas de puñetazos. A veces me golpeaba con un cinto y no le importaba pegarme delante de mis hijos. Cualquier cosa era motivo de insultos. Jamás lo denuncié a la policía. Después de separarme, he tenido que atenderme con diferentes especialistas”, cuenta Mayda.
Fernando, instructor policial, reconoce que “los casos de violencia doméstica no son investigados ni castigados con rigor. Por lo general se prefiere llegar a un acuerdo con la pareja y no levantar denuncias. Se piensa que entre marido y mujer nadie se debe meter”.
La legislación cubana resulta contradictoria. Por oponerse al régimen la ley contempla sanciones de veinte años o más y descuartizar una vaca para vender la carne está considerado un delito mayor, con condenas entre diez y veinte años de privación de libertad.
Pero por maltratar a una mujer, un niño o un anciano, el victimario suele recibir castigos leves. Adriana, enfermera, ya olvidó las veces que denunció a la policía a su ex marido por violencia doméstica y acoso sexual.
“Me hacía la vida imposible. Llegó a violarme en mi propia casa y recibió una sanción penal de un año en un correccional y hasta le daban pases por 'buena conducta'. Parece que las autoridades creen que son delitos de poca monta”, señala Adriana.
En Cuba, es habitual observar a una madre o padre golpear a su hijo, un tipo enfurecido hacer un 'sparring' de boxeo con la novia o la esposa en plena vía pública o un abuelo con avanzada demencia senil recibir un torrente de insultos por parte de sus nietos.
Lucía, psicóloga, considera que “el incremento de la violencia, en todas sus facetas, es preocupante. No solo es el abuso físico o verbal intrafamiliar, pues no debemos soslayar la violencia de Estado, mediante los órganos de seguridad, policiales y organizaciones que promueven el odio por motivos políticos. Las golpizas dominicales a las mujeres que integran las Damas de Blanco es el mejor ejemplo”.
Desde hace quince meses, el grupo que lidera Berta Soler recibe maltratos físicos y psicológicos, además de acoso por parte de los servicios especiales. “Sin duda es una violencia flagrante de los derechos humanos y la igualdad de género. Cualquier razón legitima que pueda tener el gobierno se ve ensombrecida por esos actos de violencia”, advierte la psicóloga.
Nidia, trabajadora social, opina que la “violencia hacia mujeres, niños y ancianos son cotidianos en los más de cien barrios insalubres que existen en La Habana. Las personas negras y pobres siempre se llevan la peor parte”.
Leticia, una mulata oriunda de un pueblo recóndito en la provincia de Guantánamo, hace veinte años mató al marido rociándole queroseno y posteriormente le prendió candela.
El matrimonio residía en una cuartería hedionda en las inmediaciones del antiguo paradero de La Víbora. “Era un hombre de bajos instintos, cruel y abusador. Durante doce años le estuve llevando jabas a la prisión. Nunca me lo agradeció. Cuando salió de la cárcel, continuó humillándome y pegándome a diario. Hasta que me cansé”.
Leticia recibió una sanción de ocho años y a mitad de condena, por buena conducta, salió en libertad. Regresó a su pueblo natal y en dos ocasiones intentó rehacer su vida, pero los dos hombres intentaron maltratarla.
“Cuando un hombre te levanta la mano, la única opción es dejarlo. La violencia doméstica, lejos de disminuir con disculpas, aumenta. Y no vale la pena ir a la cárcel por un degenerado”, subraya Leticia.
Danilo, veterinario, destaca que en la Isla también existe violencia contra los animales, aunque convivan con ellos como mascotas domésticas. "Y ni qué decir del maltrato que muchos ciudadanos, niños incluidos, le dan a perros y gatos callejeros. Igual ocurre con caballos, burros, gallos, palomas, pájaros... Y están esos cubanos inescrupulosos que entrenan a perros para pelear y ganar dinero con esos crueles espectáculos”.
René, geriatra, piensa que los más vulnerables a la violencia doméstica son los ancianos. “Cada vez se observan más viejos mendigando en las calles o consumidos por el alcohol. Conozco casos que sus familiares los maltratan constantemente y llegan a botarlos de la casa. La respuesta a ese fenómeno es nula por parte del Estado y de los medios oficiales. La violencia y la vulgaridad van en aumento en Cuba”.
Existen demasiadas historias de sucesos violentos que afectan a las féminas. Ser mujer en Cuba siempre será más difícil. Pero si eres mujer, negra y disidente, entonces ya tenemos un problema triple.