Las cumbres internacionales, antes del internet y de las redes sociales, desde siempre, es lo más vintage de la política mundial. Su historia suele remontarse al tiempo de los asirios, griegos, mayas, egipcios y romanos; pero fue en la última década del siglo pasado cuando llegó a desarrollarse adquiriendo insospechable importancia.
Estos cónclaves que, como se sabe y enseñan en las escuelas de diplomacia, persiguen objetivos puntuales, algunos explícitos y otros implícitos; pero los más importantes son los llamados "coyunturales" porque van dirigidos a satisfacer desafíos y necesidades surgidas de una coyuntura que, analizada fríamente, poco tienen de "coyuntural".
La presencia de Jefes de Estado y de Gobierno legitimiza a los participantes, aumenta el diálogo político, estimula el multilateralismo y sobre todo, visibiliza propósitos que repetidos hasta la saciedad o la fatiga, actúan en el subconsciente tanto o más que la publicidad.
Es precisamente por eso que, para el Gobierno cubano, la "diplomacia de Cumbre" es el instrumento más importante del que dispone el sistema y el escenario perfecto para consumar estrategias.
A principios de la revolución, como parte de un programa de gobierno y como escenografía necesaria para crear la paranoia popular frente a la posibilidad irreal de una invasión americana, se destruyeron infinidad de manglares y humedales con el aparente fin de facilitar la observancia de los mares y el acceso a nuestras costas. Luego, cuando la crisis de octubre, debajo de las plantaciones de los famosos mangos del Caney, se construyó una unidad militar soterrada que destruyó la afamada producción frutícola. Algo más cerca en la historia, para construir, decorar y reconstruir el Palacio de las Convenciones, el restaurante Rancho Palco y la Rinconada (hogar del general Raúl Castro) desforestaron una barbaridad de árboles, todos de madera preciosa, como cedro, caoba, júcaro amarillo, nogal, carbonero y jiquí. No obstante a tanto destrozo, hoy Cuba levanta la voz en diferentes plazas internacionales a favor de proteger el ecosistema. Y no porque le interese sino porque el asunto "Medio Ambiente" es el más repetido e importante de la agenda internacional contemporánea.
Lo mismo hace en otros asuntos. Cuba firma protocolos de paz mundial y regional, es incluso mediador en el conflicto colombiano entre Gobierno y guerrilla; pero los documentos encontrados en el disco duro de la computadora ocupada al ex líder de las FARC Raúl Reyes dejaron al descubierto los vínculos del Gobierno con el grupo guerrillero. Sobran testimonios de prestigiosos galenos cubanos que han atendido a terroristas connotados en sus propias madrigueras, y muchas historias que involucran a delegaciones oficiales reunidas con cabecillas de grupos islamistas radicales; sin embargo, gracias al papel activo de los funcionarios cubanos en coloquios internacionales, Cuba saldrá de la lista de países que patrocinan el terrorismo. No tengan ustedes la mínima duda.
Los concilios, juntas y asambleas son instrumentos de relación y un espacio para definir mecanismos de cooperación vinculados a los diversos esquemas de integración. Es por eso que con una dosis muy bien balanceada de Idealismo (con mayúscula) y Pragmatismo (con letra capital), el trabajo de Cuba en este tipo de reuniones es, sobre todo, disimular la inmundicia y crear un impacto que consiga manipular y estandarizar el comportamiento global y la opinión mundial a su favor.