La organización de Grandes Ligas es la única entidad corporativa que funciona en contra del criterio establecido en las reglas de la economía. Veamos.
En ningún otro mercado laboral el salario de los empleados crece en proporción adversa a la calidad y cantidad de su contribución al negocio.
Imagínense que el dinero de los empleados crezca a medida que su capacidad merme. Bueno, eso es exactamente lo que pasa en el caso típico de contratos de larga duración en que el salario es ascendente.
Tomemos, entre otros, el ejemplo de Matt Holiday, el toletero fue siete veces al juego All Stars y en sus años más productivos fue uno de los mejores bateadores. Firmó un contrato grande a largo plazo en su época de esplendor, pero ese brillo se ha ido opacando y ya su actuación ha mermado considerablemente. Sin embargo, Holliday sigue cobrando $17 millones por año de ese contrato garantizado cuando ya su actuación no es, por mucho, acreedora de esa cantidad de dinero.
En esta temporada hemos estado subiendo la cuesta con el tamaño y longitud de los contratos y algunos serán en el futuro los ejemplos más llamativos de lo que estamos escribiendo hoy.
Ascendiendo tenemos el contrato de Manny Machado, el de Nolan Arenado, el de Brice Harper y en la cúspide del Everest el de Mike Trout de $426 millones.
Por cierto, estos contratos generaron las protestas de varios peloteros muy conocidos en relación a que, mientras esos jugadores obtenían esos contratos, otros jugadores, considerados de muy buena calidad, se habían tenido que conformar con contratos a corto plazo y relativa cantidad menor de dinero. Aparte que varios de ellos aún no han firmado.
A estas críticas contestó el Comisionado de Grandes Ligas Robert Manfred diciendo que “eso fue decisión de los dueños que consideraron que jugadores como Harper y Trout brindaban más “value” (valor intrínseco) a sus equipos que todos esos otros atletas”.
Esas declaraciones del comisionado Manfred concuerdan con lo expresado en nuestro artículo “La incidencia de WAR en la agencia libre”.
Esencialmente dice esto es un negocio, que los gerentes generales son los que toman las decisiones y que han descubierto usando el WAR que no es oro todo lo que brilla.
Algunos jugadores ya se han percatado de la nueva realidad de WAR.
El tercera base de los Gigantes de San Francisco, Evan Longoria escribió un Instagram, “cada día alguien desarrolla otra herramienta analítica para devaluar a los jugadores”.
En el año 1970 los jugadores de béisbol de Grandes Ligas obtuvieron una gran conquista, la agencia libre.
La Asociación de Jugadores de Grandes Ligas se convirtió en uno de los sindicatos más poderosos de EE UU y desde entonces los jugadores han ido, poco a poco ganándole terreno a los dueños.
Según el economista de la Universidad de Drexel en Pennsylvania, Joel Maxcy, después de 40 años el balance se ha volcado en contra de los dueños.
El Mercado laboral de Grandes Ligas es distinto al de la NBA, National Basketball Association o NFL, National Football League.
En el béisbol no hay tope salarial, lo cual la hace la única liga en que los dueños licitan los peloteros en el mercado abierto.
Desde 2006, la porción de dinero pagada a los jugadores ha aumentado del 54% al 58% del total de la cantidad generada por las Grandes Ligas.
Es probable que los dueños estén calculando como encarrilar de nuevo para seguir las leyes naturales del mercado y la economía.