En apariencia, según se nos dice con demasiada frecuencia, China sólo busca hacer negocios con Cuba y eso parece tranquilizar sobremanera a las buenas conciencias occidentales pues al final, dicen, negocios son negocios y justo esperaríamos una deriva de la isla hacia el capitalismo asistida y asida de la mano asiática.
De hecho se ha especulado, y esperado con expectación, entre ciertos sectores de las élites europeas y estadounidenses, y aún dentro de cierto exilio cubano, que Cuba adopté el modelo chino como vía de arribo a la jauja de la democracia.
Pero unos y otros parecen olvidar que ambos países están regidos por sus respectivos partidos comunistas y la ideología que los manda, de modo que para ambos regímenes las reformas capitalistas, con mayor o menor éxito, se llevan a cabo no para arribar a la democracia sino para apuntalar el socialismo real en un mundo que se les hizo demasiado complicado al desparecer el antiguo Bloque del Este.
Así, el presidente chino Xi Jinping dijo a la oficialista Prensa Latina antes de emprender una gira que lo llevará a Cuba. "Los dos países avanzan cogidos de la mano en el camino de la construcción del socialismo con características propias, prestan apoyo recíproco en los temas relativos a sus respectivos intereses vitales".
Xi llegará este lunes a Cuba, donde coincidirá con una misión de empresarios de su país, tras anunciar en Brasil un fondo de 35.000 millones de dólares para financiar proyectos de desarrollo en América Latina.
Su visita de dos días a la isla, que cierra una gira latinoamericana, fue confirmada por el general cubano Raúl Castro el jueves en la reunión de los líderes de la región con el gobernante chino en Brasilia.
Xi, que llegará 10 días después de la visita a la isla del presidente ruso Vladimir Putin, busca ampliar la alianza política y económica entre los dos países comunistas para convertir a China en una gran inversionista en Cuba, además de ser su segundo socio comercial y primera fuente de créditos.
Coincidiendo con su visita llegará a La Habana una misión empresarial china atraída por las supuestas nuevas ventajas que ofrece Cuba a la inversión extranjera y por la futura zona franca del nuevo mega puerto de Mariel, según medios cubanos.
Esta será la segunda visita de Xi a Cuba, tras la cumplida en 2011 cuando era vicepresidente, en la cual firmó 10 acuerdos bilaterales.
Entre ellos suscribió un acuerdo de cooperación para ampliar la refinería de petróleo de Cienfuegos (250 km al sudeste de La Habana) y construir una planta de gas licuado, un muelle y el dragado del puerto de esa provincia.
Xi dijo que sus conversaciones en La Habana abarcarán los sectores de "agricultura, construcción de infraestructuras, energía y minería, turismo, energía renovable y biotecnología", según Prensa Latina.
En junio de 2013, ambos países suscribieron en Pekín siete acuerdos en energía, transporte, turismo y biotecnología.
En una convención de la industria cubana celebrada en junio, trascendió que empresas chinas tienen interés en establecer una planta en Mariel para producir televisores, computadoras, tabletas y celulares, destinados al mercado cubano y regional.
Cuba y China han suscrito además un acuerdo general para producir insumos en las ramas de la electrónica e informática. También han acordado la fabricación de equipos destinados al sector empresarial y militar en la esfera de las telecomunicaciones como computadoras y equipos de comunicación por onda media. A tenor de dichos acuerdos Cuba estaría brindando información confidencial a China sobre el Canal de Panamá, a través de su base de espionaje en Lourdes, ubicada cerca de la capital cubana.
Tras los rusos disponerse a abandonar Lourdes ocurrió que, en 1999, después de largas conversaciones entre el general Raúl Castro y el Ministro de Defensa de China Chi Haotian, se llegó a un acuerdo entre China y Cuba, donde personal militar chino utilizaría la base junto a los cubanos.
Según el experto Manuel Cereijo, la base utilizaría los satélites de comunicación de China, y no los de Rusia. China es el país que más satélites de comunicación ha lanzado al espacio entre 1999 y 2003.
Apunta Cereijo que la base de Lourdes puede realizar actividades que resultarían peligrosas para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Entre ellas introducirse en las redes computacionales de este país para obtener información clasificada y, lo peor, cambiar las órdenes de mando de los sistemas computacionales, lo cual puede paralizar o alterar la infraestructura básica de una nación.
Por ese tiempo los chinos, en colaboración con los cubanos, construyeron dos bases de antenas, una en El Wajay, en La Habana, y la otra en Santiago de Cuba, desde donde se realizarían innumerables investigaciones en las áreas de interferencia de telecomunicaciones, alteraciones meteorológicas y emisión de radiaciones de radiofrecuencia, entre otras.
Por otro lado, los chinos en los últimos tiempos han venido aumentado su presencia en Latinoamérica, especialmente en Panamá, Brasil y Bahamas.
Cuba fue el primer país latinoamericano en establecer lazos diplomáticos con China, en 1960. Las relaciones fueron frías en las décadas de 1970 y 1980, pero mejoraron en los años 90 y los dos anteriores presidentes chinos visitaron la isla: Jiang Zemin (en 2001) y Hu Jintao (2004 y 2008).
China es el segundo socio comercial de Cuba después de Venezuela, con un comercio de 1.695 millones de dólares en 2012, según las últimas cifras publicadas. El intercambio creció 25% en 2013, según fuentes de la embajada china, citadas por medios cubanos.
Pero en el caso de China y Cuba, y de los regímenes comunistas en general, los negocios suelen ser el medio para arribar a fines de índole ideológica y, en consecuencia, estratégica.
Así, el agudo analista Xu Shicheng apunta: “Al ingresar en el nuevo siglo, las relaciones atraviesan una nueva etapa. En la actualidad, China despliega una diplomacia omnidireccional y multifacética hacia América Latina”.
Lo que lógicamente ha generado algunas voces de alerta en los EE.UU., principalmente porque en el ámbito de las Fuerzas Armadas, los militares chinos se encuentran contactando a contrapartes en Latinoamérica, especialmente en Cuba y sobre la costa del Pacífico y la región andina.
En ese sentido Cuba ve a China, y también a Rusia, no sólo como potenciales aliados económicos, sino como provechosos proveedores de armamento moderno y tecnología militar.
China evidentemente busca hacer negocios en Cuba pero quizás, y sobre todo, buscaría parapetarse en las proximidades de EE.UU como un fuerte competidor estratégico en el presente siglo, inmersa en el reacomodo de antiguos aliados y actores de la Guerra Fría, entre ellos Rusia, que en este hemisferio se aprestan ahora a participar en la pospuesta batalla del siglo anterior.