Al igual que decenas de miles de cubanos, Gerardo Luis quiere irse a Estados Unidos pero, repentinamente, le preocupa que se pueda estar acabando el tiempo. En una isla donde emigrar al norte es una obsesión, el amplio júbilo de la semana pasada sobre histórica distensión entre Estados Unidos y Cuba ha quedado marcado por el temor a que la reanudación de relaciones ponga fin al final de cuentas a la vía rápida con que cuentan los cubanos para recibir la residencia en Estados Unidos.
Durante casi medio siglo, la Ley de Ajuste Cubano ha dado a los cubanos que llegan a Estados Unidos una vía virtualmente garantizada a la residencia legal y posteriormente a la naturalización. El hecho de saber que están protegidos de la deportación ha llevado a cientos de miles de cubanos a peligrosos viajes en balsa a la Florida y largos viajes por tierra por Centroamérica y México.
"La verdad es que si no me dan la visa en la SINA (Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba) tengo pensado irme de cualquier forma, y claro si quitaran la ley de ajuste eso significaría que los cubanos quedarían como los demás hispanos que quieren entrar a Estados Unidos, se acabarían las facilidades para los que quieren pedir asilo y eso sería una dificultad para comenzar allá", dijo Luis, trabajador de la construcción de 36 años, quien agregó que pudiera tratar de viajar a México y cruzar la frontera con Estados Unidos si no consigue pronto una visa.
Funcionarios estadounidenses dicen que no hay planes inmediatos para cambiar leyes o políticas de inmigración. Pero en momentos que Estados Unidos y Cuba negocian la reanudación de relaciones diplomáticas plenas, muchos cubanos se preguntan cuánto tiempo podrá sobrevivir el extraordinario privilegio de que disfrutan y ya planean acelerar sus planes para llegar a Estados Unidos. "Yo no sé si van a quitar la ley de ajuste", dijo Ángela Moreno, una retirada de 67 años, "pero si lo hacen, los cubanos que decidan irse tendrían que hacer como los de otros países".
Los cubanos que llegan a la frontera estadounidense o un aeropuerto reciben automáticamente permiso para permanecer en el país sobre la base de políticas establecidas por la ley de 1966, que les permite solicitar la residencia permanente un año después de llegar, casi siempre con éxito.
Con el fin de desalentar la migración masiva por mar, Estados Unidos estableció la llamada política de "pies secos, pies mojados" en que a los inmigrantes que llegan al país se les permite quedarse automáticamente. Los detenidos en el mar son repatriados o enviados a un tercer país si pueden probar un temor fundado a la persecución.
El senador federal Bill Nelson, demócrata por Florida, dijo que aprueba la decisión del presidente Barack Obama de crear una "relación moderna" con Cuba, pero es poco probable que el Congreso modifique la Ley de Ajuste Cubano o el embargo hasta que el Gobierno de La Habana haya tomado medidas significativas. "No habrá cambios importantes a una ley como esa o al embargo a menos que personas como yo los apoyemos, y no voy a apoyarlos a menos que vea algún movimiento hacia la libertad", dijo Nelson a The Associated Press.
Sin embargo, la reanudación de las relaciones diplomáticas puede provocar sus propias complicaciones.
Los inmigrantes a quienes detienen inmediatamente después de cruzar la frontera sin autorización están sujetos a la deportación expedita. Los cubanos están exentos con sólo presentar pruebas de su nacionalidad.
Randy McGrorty, director de Servicios Legales Católicos de Miami, entidad que ayuda a los inmigrantes a asentarse en Estados Unidos, señaló que la cláusula de la Ley de Inmigración y Naturalización sobre la deportación expedita de los inmigrantes excluye a personas "de un país en el Hemisferio Occidental cuyo gobierno no tiene relaciones diplomáticas plenas", sin mencionar a Cuba por su nombre. No está claro cómo el restablecimiento de relaciones plenas pueda afectar esa parte vital de la ley, dijo McGrorty.
La Ley de Ajuste Cubano se redactó en una época en la que la política era un factor en la decisión de muchas personas de marcharse de Cuba. Pero en años recientes los cubanos dejan su país fundamentalmente para reunirse con familiares o en busca de mejores oportunidades económicas.
La modificación de las leyes de emigración cubanas por Raúl Castro en 2012 significa que los ciudadanos se pueden marchar sin solicitar un permiso especial y mantienen muchas de las prestaciones sociales incluso después de establecerse en Estados Unidos. Junto con las medidas estadounidenses que les otorgan visas de entradas múltiples durante cinco años, eso ha contribuido a un aumento en el flujo de cubanos y cubanoestadounidenses que viajan entre ambos países.
El senador federal Marco Rubio, cubanoestadounidense y republicano por Florida, ha criticado la tendencia en aumento de los inmigrantes que viajan constantemente entre los dos países, advirtiendo que eso pone en peligro el trato especial del que han disfrutado los cubanos desde hace muchos años. Si la política preferencial se mantiene para ayudar a los que huyen de la persecución política, esos viajes "socavan ese argumento", dijo Rubio en agosto. "Ese tipo de viajes pone el peligro el estatus de los cubanos".
La Sección de Intereses de Estados Unidos, que maneja los asuntos consulares de Washington en La Habana en ausencia de una embajada, aprobó el año pasado más de 33.000 visas de no inmigrante a cubanos para visitar Estados Unidos, un aumento de 99%.
También ha aumentado la rapidez con que se otorgan esas visas, y el tiempo de espera ha bajado de 57 meses en 2012 a cinco meses este año. Sin embargo, el proceso puede ser complicado. Los cubanos tienen que esperar horas y horas desde el amanecer, en un parque junto a la misión estadounidense conocido como "el parque de los lamentos", debido a las largas esperas y el frecuente rechazo de documentos.
Una de las que esperaba en la Sección de Intereses esta semana era Magaly Ruedas, de 75 años, quien quiere reunirse con su familia en Estados Unidos y espera que se mantengan los beneficios a los cubanos. Si cambian la ley, "creo que eso perjudicaría a los cubanos y no me parece que ese sea el objetivo de Obama ni de Raúl", dijo.