Todavía no ha existido un equipo que termine una temporada con récord perfecto de 162-0, pero de momento, los Rays de Tampa Bay lo están intentando.
La mejor historia en este inicio de la temporada de Grandes Ligas es, a no dudarlo, la que están escribiendo los Rays, invictos en sus primeros 11 partidos.
Prácticamente sin ningún jugador de renombre y con la tercera nómina más baja de todo el béisbol ($73,184,811), los Rays están en boca de todos, no sólo porque ganan, sino también, cómo ganan.
Todo le sale bien a Tampa Bay. De sus 11 triunfos, diez han sido por un margen de al menos cuatro carreras, mientras que sus lanzadores se comportan en bloque como un muro infranqueable.
Los Rays han anotado 83 carreras en esos 11 juegos y permitido apenas 20, para un diferencial de +63. Ningún equipo ha bateado más jonrones que ellos (29) y los lanzadores, que llegaron a hilvanar una cadena de 32 escones seguidos, trabajan para una efectividad combinada de 1.73, la más baja de todo el béisbol.
Sólo cuatro de sus peloteros aparecen en el escalafón de los 100 mejores del 2023, según la cadena ESPN, pero ninguno de ellos figura entre los 30 primeros.
El mejor ubicado es el campo corto dominicano Wander Franco (31), mientras que el zurdo Shane McClanahan, principal abridor del equipo, es el 36.
El cubano Randy Arozarena, el Charro de Vueltabajo, aparece en el 84, en tanto el derecho Tyler Glasnow, actualmente en la lista de lesionados, es el 88.
Los demás son obreros del béisbol, hombres que salen cada día al terreno a hacer su trabajo sin importar el tamaño o la alcurnia de sus rivales.
Eso sí, Tampa Bay tiene el mejor departamento de cazatalentos de todo el planeta, con una capacidad excepcional para identificar jugadores que pueden obtener en canjes y tenerlos bajo control por varios años con bajos salarios.
Por ejemplo, Arozarena, su figura más mediática y líder indiscutible dentro del clubhouse, apenas cobrará este año 4.15 millones de dólares y no será agente libre hasta el 2027.
McClanahan, su astro de la lomita, señalado como uno de los posibles candidatos al premio Cy Young de la Liga Americana, tiene un sueldo de 737 mil dólares y el equipo lo tiene amarrado hasta el 2028.
Con Franco hicieron una excepción y le dieron un contrato a largo plazo de 11 temporadas y 182 millones, pero estructurado de una manera que el grueso del dinero está reservado para los años finales del pacto, lo que le permite al equipo ganar tiempo y canjearlo en ese momento, de ser necesario.
La gerencia sabe jugar con el desespero y las necesidades de los otros equipos en el mercado para lograr intercambios favorables, buenos, bonitos y baratos.
Y es que tienen que hacerlo así, pues a pesar de que cada año compiten de tú a tú en la división Este de la Liga Americana contra los poderosos Yankees de Nueva York y Medias Rojas de Boston, los Rays tienen una de las más bajas asistencias a su estadio, el Tropicana Field de St. Petersburg.
En el 2022, sólo convocaron a 1,128,127 fanáticos, la tercera cifra más baja de las Mayores, por delante apenas de los Marlins de Miami (907,487) y los Atléticos de Oakland (787,902).
Los Rays son, además, las Naciones Unidas. En sus filas hay dos cubanos (Arozarena y Yandy Díaz), cinco dominicanos (Franco, Manuel Margot, José Sirí, Francisco Mejía y Vidal Bruján), un panameño (Christian Bethancourt), un colombiano (Harold Ramírez) y un mexicano (Isaac Paredes), más estadounidenses de 14 estados diferentes de la Unión Americana.
Sin dinero, sin estrellas y sin un público que los apoye, sin embargo, estos jugadores salen a divertirse cada día y con su juego alegre y sin miedo, tienen enamorado hoy al mundo del béisbol, más allá de la bahía de Tampa.
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